Protestante Digital ve también que el rey está desnudo
La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero (*). Protestante Digital ha publicado un editorial en el que señala un hecho obvio. A saber, que el acto de Suecia, por mucho que los medios de comunicación generalistas -y yo añado que casi todos los católicos-, se haya presentado como un hecho histórico que abre las puertas a la unidad entre el catolicismo y el protestantismo, no puede ocultar una realidad “irreformable": no se puede unir lo que esencialmente es distinto.
Por vivencia personal conozco perfectamente lo que significa ser protestante evangélico y lo que es ser católico. Pues bien, no se puede ser las dos cosas a la vez. Ni se puede ser una cosa sin dejar de ser la otra. Es decir, a menos que una de las partes, o ambas, renuncie a su esencia y asuma la de la otra, cabe decir aquello de que “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible".
Obviamente Protestante Digital arrima al ascua a su sardina y plantea el asunto desde el punto de vista de los “Solas” de la Reforma. Pero es que las cosas son como son. Enumero:
- Católicos y protestantes no compartimos la misma Revelación. El protestantismo niega que la Tradición forme parte de ella. Y niega el papel del Magisterio.
- Católicos y protestantes no tenemos ni siquiera la misma Biblia. Ellos rechazan la canonicidad de los Deuterocanónicos.
- Católicos y protestantes no tenemos los mismos sacramentos. Ellos rechazan todos (muchos no llaman sacramento al bautismo) o buena parte de ellos.
- Católicos y protestantes no estamos de acuerdo en cómo se alcanza la justificación por la que podemos ser salvos. Ellos son solafideístas, nosotros no.
- Católicos y protestantes no estamos de acuerdo sobre el papel de María en el plan de salvación. Ni en el papel de los santos en el cielo como intercesores en favor nuestro.
- Etc.
Señores, eso no va a cambiar jamás. Ya pueden papas pasados, presentes y futuros ir a Suecia, a Alemania o a las Islas Maldivas. Siempre habrá una aplastante mayoría de protestantes que jamás van a renunciar a esas diferencias señaladas. Y ningún Papa tiene autoridad para renunciar a los dogmas católicos que nos separan del protestantismo.
Desde el punto de vista católico, convendría tener muy en cuenta otro hecho. El protestantismo no solo está dividido en multitud de denominaciones, cada una independiente de las demás. En realidad, está dividido en dos grandes ramas: el protestantismo evangélico, fiel a los principios de Lutero, Calvino y cía; y el protestantismo liberal, que tiene de cristianismo solo el nombre, porque rechaza la inerrancia de las Escrituras y es un instrumento más del securalismo y la cultura de la muerte.
Pues bien, los únicos realmente interesados en el ecumenismo con Roma son los protestantes liberales. Pero ocurre otra cosa. Esos protestantes están en estado de descomposición total. Apenas tienen fieles. En Suecia, sin ir más lejos, solo un 2% de los luteranos acuden a los cultos dominicales. No pintan nada en su sociedad. Ocurre algo parecido con los anglicanos en Inglaterra. Sin embargo, la inmensa mayoría de los protestantes evangélicos de Iberoamérica acuden a sus cultos, tanto en domingo como, en no pocas ocasiones, varias veces a la semana.
En otras palabras, estamos asistiendo a un hecho verdaderamente insólito. La jerarquía de la Iglesia Católica está empeñada en llegar a una unión con protestantes que habrían sido echados a patadas del protestantismo por los mismísimos Lutero, Calvino, Zwinglio, Wesley, Menno Simons, Spurgeon, etc, etc. Y que, de hecho, no son considerados como hermanos en la fe por la gran mayoría de los protestantes del mundo.
Es más, pregunto, ¿en serio alguien piensa que la fe católica no va a ser sacudida, por no decir demolida, si se profundiza en ese maridaje con el protestantismo liberal?
Si se quiere seguir jugando a ese juego absurdo, que se haga. Pero somos muchos los católicos que ya nos hemos dado cuenta que, en relación al ecumenismo con protestantes, el rey está desnudo.
Laus Deo Virginique Matri.
Luis Fernando Pérez Bustamante
(*) Para que no se me enfaden los hermanos separados, yo soy el porquero.