Yo también sé escribir así

Dios es bueno y misericordioso, nos ama tal y como somos, y no quiere que ninguno se sienta excluido independietemente de cuál sea su situación. La Iglesia está para acompañar a los hombres de manera que se sientan acogidos y respetados, dejando atrás tiempos de exclusión, condenas y anatemas. Las divisiones del pasado entre cristianos son eso, pasado. Nada que no se pueda solucionar con un poco de buena voluntad y la firme intención de caminar juntos.

Respecto a las otras religiones, no debemos ser exclusivistas. Todas tienen en mayor o menor medida semillas de la verdad y en eso debemos fijarnos, en vez de caer en proselitismos sectarios que violentan la paz y fraternidad universal entre los hombres a la que todos estamos llamados.

La opción preferencial por los pobres, entendida bajo parámetros de un humanismo esperanzador y optimista, ha de ser el lei motiv de cualquier cosa que haga la Iglesia en los siglos venideros. Nuestra principal misión es darles de comer y de beber, y de luchar solidariamente para, con nuestras capacidades humanas, cambiar el sistema económico injusto.

Aunque puede haber sitio para quienes añoran liturgias antiguas, recargadas y poco comprensibles para el hombre moderno, el camino a recorrer consiste en hacer celebraciones participativas, innovadoras, donde se deje fluir el espíritu que guía al pueblo de Dios por nuevos caminos de comprensión y comunión 

Debemos desechar cualquier idea de un Dios colérico, que castiga a los hombres, que los condena al infierno u osa hacerles pasar por un purgatorio antes de llegar al cielo. El infierno, de existir, seguramente está vacío, pues Dios es amor.

Es nuestra obligación ser especialmente comprensivos quienes se niegan a tener hijos -sea impidiendo su concepción o matándolos una vez concebidos-, con los matrimonios que se separan y con aquellos que prefieren probar qué tal les va en las relaciones sexuales antes de unirse matrimonialmente. Una sonrisa, un abrazo amistoso y fraternal, valen más que la lectura de mil versículos que señalan el pecado y sus consecuencias. Ni que decir tiene que eso vale también para los que adoptan relaciones con personas de su mismo sexo.

La Biblia es una buena guía para nuestro comportamiento, pero no es necesario absolutizar su importancia. Fue escrita en otros tiempos, en otro contexto social, cuando la humanidad vivía en épocas tenebrosas y no a la luz del progreso social que hoy contemplan nuestros ojos. Es especialmente necesario dar una interpretación alegórica a todo lo que tenga apariencia de milagro o intervención sobrenatural, pues un Dios que necesite de milagros para ser objeto de atención, no puede ser nuestro gran Dios.

Sobre todo, y por encima de todo, debemos creer en el hombre. Al fin y al cabo, ¿no fue hombre Jesús de Nazaret? Algunos creen que también fue Dios y repiten fórmulas teológicas antiguas que no aportan gran cosa. Pero lo verdaderamente importante es que en el hijo del carpintero galileo tenemos el ejemplo a seguir.

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¿Ven ustedes cómo yo también sé escribir así?

Es muy fácil obtener el aplauso del mundo. Es más cómodo presentar una idea de Dios y de la Iglesia que agrade a todos. Es sumamente preferible, para vivir sin problemas, ignorar la obra del Espíritu Santo:

Y cuando venga Él, acusará al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Jn 16,8

Y sin embargo, hoy y siempre: santidad o muerte.

Luis Fernando Pérez Bustamante