Si me hubieran dado una acreditación ante la Santa Sede, ya no la tendría


El P. Nicholas Gregoris es uno de tantos católicos, él sacerdote, a los que no nos hace ni pizca de gracia que se debata sobre la fe la Iglesia que está fundada “en la Santa Escritura” (San Juan Pablo II dixit) y que ha sido definida dogmáticamente por el concilio de Trento. Es como si nos planteáramos si tenemos que bautizar a los niños o esperar a que tengan uso de razón para que decidan ellos, o si somos justificados por la sola fe, o si el Papa es el Sucesor de Pedro y Vicario de Cristo. La mera discusión de lo que pertenece al depósito de la fe, una vez ha sido expuesto con autoridad por la Iglesia, es un escándalo para muchos. Sí, confiamos en que no cambiará de lo que no puede cambiar, pero entonces, ¿qué sentido tiene debatir sobre si se cambia o no?

Cuando el otro día el arzobispo canadiense Paul-André Duchorer fue preguntado si la cuestión de los divorciados vueltos a casar era pastoral o doctrinal, él dijo que precisamente eso era lo que se estaba debatiendo. Y añadió una ocurrencia muy “graciosa": “Si quiere doctrina, lea a Denzinger“.

Denzinger, por si algún lector no lo sabe, fue un teólogo católico alemán y el autor del Enchiridion symbolorum, definitionum et declarationum de rebus fidei et morum (Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones en materia de fe y moral), libro conocido simplemente como “Denzinger” o el “Magisterio de la Iglesia". En otras palabras, el Denzinger lleva impresa la fe católica en sus páginas. 

Mala cosa es que se quiera separar la pastoral de la doctrina de la Iglesia. Sí, es lo que se ha venido haciendo en la práctica en los últimos cincuenta años en multitud de casos, pero de ahí a establecer esa práctica como el ideal a seguir, media un mundo. Si la doctrina dice que los divorciados vueltos a casar viven en adulterio -eso dijo Cristo-, si la doctrina dice que el adulterio es pecado mortal -eso dice San Pablo-, si la doctrina dice que no se puede comulgar en pecado mortal -eso dice San Pablo-, no cabe la más mínima posibilidad de que la pastoral de Iglesia permita comulgar a los que viven en adulterio porque viven públicamente en pecado mortal. Y pretender que la pastoral puede ir contra la doctrina es camino seguro hacia la autodestrucción de la Iglesia.

Qué hizo entonces el P. Gregoris. Se fue hacia el arzobispo y le dijo algo elemental. Lo leemos:

«Le dije que creo que es muy peligroso afirmar que la Iglesia puede cambiar sus enseñanzas sobre divorcio y comunión», reveló el padre Gregoris a LifeSiteNews. En concreto, el sacerdote le recordó al arzobispo que «el conciliarismo es una herejía», refiriéndose a la idea de que el consejo eclesial pueda cambiar la doctrina establecida independientemente del papa.

Parece que el P. Gregoris estaba un pelín nervioso al dirigirse al arzobispo, quien no le hizo caso. Pero aquello tuvo consecuencias. No le dieron una advertencia para que estuviera más calmado. ¿Resultado de semejante “osadía"? Retirada de la acreditación del P. Gregoris ante la Santa Sede. Al día siguiente, cuando quiso acudir a su trabajo como periodista, dos señores le dijeron que Lombardi y cía le habían censurado y que tenía que devolver su acreditación de prensa. ¿Explicaciones? Ninguna. Las han dado luego -más o menos- y no al censurado. 

Aunque nunca se sabe las vueltas que da la vida, es casi imposible que un servidor de ustedes esté alguna vez en Roma acreditado ante la Santa Sede para un sínodo. Pero imaginemos por un instante que lo hubiera estado para este. En el mismo momento en que me enterara de la censura al P. Gregoris, haría lo siguiente: esperaría a la próxima rueda de prensa, me acercaría a la mesa donde estuviera el P. Lombardi, le entregaría la acreditación y pediría públicamente al resto de periodistas que hiciera lo mismo, en solidaridad con el colega censurado.

Lo que ocurre es que posiblemente no habría llegado a tanto. Es muy probable que me hubieran retirado la acreditación antes, porque habría hecho preguntas harto molestas para los responsables de la comunicacion del Sínodo. Y es claro que quieren una prensa modosita, acomodada y que no cause demasiado lío. Eso sí, luego se extrañarán de que pensemos que lo están manipulando todo. Algunos además, se mofan. Es el caso del P. Spadaro, sj. A ver si va a resultar que vamos a pasar del sínodo de la familia al sínodo de la vergüenza. Algún precendente hemos tenido en la historia de la Iglesia. Ahí está, sin ir más lejos, el “latrocinio de Éfeso".

Luis Fernando Pérez Bustamante

La rueda de prensa que provocó la censura del P.  Gregoris. Ver a partir del minuto 1h’16m. 30 Mons. Durocher es el de gafas al lado de Lombardi.