Gracias, cardenal
En medio de tanta confusión, jaleo, noticias confirmadas, desmentidas, medio aclaradas; en medio de tanto ataque a la fe de la Iglesia, ha surgido la voz de un hombre a quien el Señor ha puesto como pastor de su pueblo. Se trata del arzobispo de Nueva York, cardenal Timothy Dolan.
El cardenal estadounidense ha publicado una preciosa carta en la que llama a la Iglesia a proteger, acoger y ayudar a una nueva minoría. La de aquellos que, por pura gracia, quieren vivir en fidelidad a Dios a pesar de las dificultades. Así los describe el cardenal:
Acuden a mi mente aquellos que, confiando en la gracia y misericordia de Dios, se esfuerzan por vivir en la virtud y la fidelidad: Parejas que -dado el hecho de que, al menos en Norteamérica, solo la mitad de las parejas acceden al sacramento del matrimonio- se acercan a la Iglesia para el sacramento; Parejas que, inspiradas por la enseñanza de la Iglesia que afirma que el matrimonio es para siempre, ha perseverado en duras pruebas; parejas que reciben el regalo divino de tener varios hijos; un hombre y una mujer jóvenes que han escogido no vivir juntos hasta el matrimonio; un gay o una lesbiana que quieren vivir en castidad; una pareja que ha decidido que la mujer va a sacrificar una prometedora carrera profesional por quedarse en casa y criar a sus hijos – esta maravillosa gente se sienten a menudo como una minoría en su entorno cultural, pero a veces, ¡incluso dentro de la Iglesia! Creo que hay muchas más personas así de las que creemos, pero, dada la gran presión de esta época, a menudo se sienten excluidos.
Querido cardenal, gracias. Gracias en nombre mío y de mi esposa, que sabemos bien lo que es perserverar por gracia en la unión que Dios nos concedió a pesar de atravesar, hace años, por crisis durísimas. Gracias en nombre de todos los fieles católicos que necesitan saber que la Iglesia está con ellos en el camino de la santidad, en medio de un mundo que les desprecia, les desconoce e incluso les odia.
Gracias por traernos el aliento de Cristo en medio de un tiempo duro, donde todo parece tambalearse, donde la fe de la Iglesia es cuestionada abiertamente por quienes debieran defenderla. Sus palabras llevan impreso el aire fresco y vivificante del Espíritu Santo.
Escribo esto con lágrimas en los ojos. Gracias, cardenal. Gracias.
En Cristo y María,
Luis Fernando Pérez Bustamante
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