A la Iglesia en España le ha venido bien el regreso del cardenal Cañizares
Aunque se dice que su deseo habría sido ser el arzobispo de Madrid, la verdad es que el regreso del cardenal Cañizares a España, y más concretamente a su tierra natal, Valencia, le ha venido la mar de bien a la Iglesia en este país. Hemos recuperado a un cardenal con ganas de decir las cosas claras, como ya acostumbraba a decirlas en su tiempo como vicepresidente de la Conferencia Episcopal, en tiempos del primer trienio presidencial del cardenal Blázquez. Por entonces, el purpurado valenciano era arzobispo de Toledo y Primado de España. Hoy, y sin desmerecer para nada al bueno de don Braulio, actual primado, el arzobispo de Valencia parece querer ejercer un primado eclesial a la hora de ejercer la labor profética de advertir de la deriva a la que se enfrenta esta nación.
Por decirlo de otra manera, aunque sus años al servicio de dos Papas en la Curia fueron bastante correctos, parece claro que podía servir más y mejor a la Iglesia en este pais que allá en Roma, donde por otra parte ha ocupado su cargo al frente de Culto Divino el magnífico cardenal Sarah, que es sin duda uno de los mejores nombramientos de este pontificado.
El cardenal Cañizares acaba de publicar una carta pastoral en la que, tomando como base un texto del profeta Jeremías, hace una descripción bastante acorde con la realidad de lo que ocurre en España. Aunque muchos se fijan más en su defensa de la unidad de la patria y del peligro de los secesionismos -concretamente el catalán-, el texto aborda otros temas como la crisis económica, que por más que digan que se va sigue siendo la pesadilla diaria de multitud de familias, el aborto, gran indignidad del actual gobierno, y la familia, cuya verdadera naturaleza no puede ser abrogada por leyes inicuas.
Don Antonio no hace gala de una contundencia desbordante pero desde luego no cae en la tentación del buenismo estéril, del discurso políticamente correcto, de rellenar líneas de carta pastoral que solo sirven para cumplir el expediente. En otras palabras, no se pone de perfil sino que coge el toro por los cuernos.
Pide al Constitucional que deje de ser un penoso apéndice del poder político y se pronuncie de una vez sobre la ley del aborto aprobada por Zapatero y matenida, con un ligerísimo toque estético, por el señor Rajoy. Es una auténtica vergüenza que estando en juego el mayor de los derechos, el de vivir, ese tribunal esté a la espera de que el calendario político marque sus tiempos. Indica bien a las claras la farsa de democracia que tenemos, en la que el poder judicial vive arrodillado y sometido por el poder político, que lo controla y mangonea.
Respecto a la unidad de España, que no es dogma de fe pero sí un bien objetivo, el cardenal vuelve a demostrar que es uno de los obispos españoles que más claro habla a la hora de señalar el peligro que supone para el bien común la amenaza de los secesionistas, que quieren acabar con siglos de convivencia común. Es probable que la iniquidad de una sociedad española entregada en manos de la apostasía, que mata a uno de cada cinco de sus hijos antes de nacer que lleva votando décadas sin tener en cuenta principios fundamentales, no merezca otra cosa que la desaparición del país, de forma que éste entre en un proceso de disolución y desmembramiento absoluto. Pero un pastor de la Iglesia no debe callar. Y el cardenal Cañizares no calla.
Cerca de convertirse en septuagenario, durante los próximos 6-7 años vamos a tener en don Antonio una de las referencias de esa parte de la Iglesia en España que no se conforma con ser parte del paisaje funesto que la bajeza moral de la clase política, especialmente la gobernante, ha provocado. Que el Señor le conceda buena salud y ánimos para ser un buen pastor del rebaño que le ha encomendado.
Luis Fernando Pérez Bustamante