No es mala idea lo que propone el cardenal Sistach
El cardenal y arzobispo de Barcelona. S.E.R Lluís Martínez Sistach, acaba de pedir que se transforme “todo lo que sea necesario en la Iglesia” con el objetivo de ganar fieles en las grandes ciudades y facilitar la evangelización. Estoy absolutamente de acuerdo. Es más, la Iglesia de Cristo tiene como principales fines tres cosas:
1- Dar gloria a Dios.
2- Llevar el evangelio a los que no lo conocen.
3- Alimentar a los fieles con la verdad y la gracia.
De hecho, los puntos 2 y 3 sirven para cumplir, siquiera en parte, el punto 1. La cuestión es cómo se hace tal cosa. Si se pide que la Iglesia se transforme es porque se cree que algo no funciona bien del todo en la misma.
En Occidente los cristianos tenemos la manía de creer que el mundo entero funciona espiritualmente según los parámetros en los que nos movemos en nuestra civilización. Pero eso no es cierto. Mientras que en nuestros países el catolicismo está retrocediendo, en África y Asia no para de crecer. Por tanto, algo se está haciendo bien en esos continentes que no se hace en Europa y América.
Por otra parte, Cristo ya nos dijo que la semilla del evangelio fructifica solo allá donde hay un campo abonado que la recoja. Es decir, puede darse la circunstancia de que la Iglesia cumpla a la perfección con su misión y no se obtengan los resultados esperados. Pensar que el alejamiento de los fieles es culpa solo de la Iglesia y no del hecho de que los hombres aman “más las tinieblas que la luz” (Jn 3,19) es un grave error. Al fin y al cabo los católicos creemos que la gracia no es irresistible y que Dios ha dado al hombre libre albedrío. Incluso sabemos que Él “de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece” (Rom 9,18). Mas como nosotros no sabemos a quién Dios quiere o deja de querer endurecer, debemos ofrecer la misericordia del evangelio a todos.
Es evidente que hace falta un discernimiento para saber cómo se ha de predicar el evangelio según el “público” que tengamos delante. San Pablo mismo no actuaba de igual manera cuando predicaba a judíos que cuando lo hacía a paganos. Si entraba en una sinagoga, se dedicaba a demostrarles que en Cristo se cumplían todas las profecías del Mesías. Cuando se acercó al Ágora de Atenas, les predica acerca del Dios desconocido para ellos.
¿Qué nos encontramos en las grandes ciudades? ¿a los “neojudíos” que han oído hablar alguna vez del evangelio y lo han rechazado o a los que nunca han tenido noción de quiéne es Jesucristo? Sin duda, se dan ambos casos. Y no es fácil saber qué toca en cada momento.
Sea como sea, la evangelización siempre ha de partir de unas premisas que ya indicaron Jesucristo y los apóstoles. A saber, se empieza por comunicar al hombre que está en condición de pecado y necesita arrepentirse. Eso ha de explicarse no en clave condenatoria sino salvífica. No siempre es necesario decir “te vas a condenar en el infierno eterno, pedazo de miserable, a menos que te arrepientas y pases a ser una persona decente". Si digo que no siempre, es porque puede que haya ocasiones en las que la contundencia sea oportuna. Si ustedes leen lo que predicaba San Juan Bautista antes de la aparición pública del Mesías, no verán palabras suaves, dulces y oníricas, sino un mensaje claro y directo. Y la gente se convertía.
Con todo, lo que seguro que no podemos hacer es predicar el evangelio partiendo de la base de que “todo el mundo es bueno” y/o “Dios te ama tanto que le da lo mismo que vivas en pecado o en santidad". Cristo vino no solo a liberarnos de las consecuencias temporales y eternas del pecado sino para darnos la gracia suficiente para dejar de vivir en pecado. Esa es la labor del Espíritu Santo, que transforma nuestro ser entero a imagen de Cristo si es que en verdad le permitimos hacerlo.
Hay mucha gente que es consciente de que vive atrapada por el mal en sus vidas. Envidias, rencores, falta de empatía, incapacidad de amar, adulterios -no todo es “felicidad mundana” en el adúltero-, familias rotas, odios entre hermanos, vicios incontrolables etc. A todas esas personas el evangelio supone mucho más que una salvación eterna que todavía no son capaces de vislumbrar porque viven en un presente infernal. Para ellas, el evangelio es salvación aquí y ahora del círculo vicioso de muerte en el que están inmersos.
Cristo, y la Iglesia con Él, es libertad para el oprimido por el pecado y la mentira. La verdadera transformación de la Iglesia no puede consistir en otra cosa que no sea en perfeccionarse más y más para parecerse a su Señor. Cuanto más brille su santidad, más fruto recogerá en esta generación. Una santidad que va de la mano con la verdad y la caridad.
Conclusión. Para que podamos cumplir el deseo del cardenal Sistach, solo hay una fórmula: Iglesia, sé tú misma. Sé aquello a lo que Dios te ha llamado a ser.
Luis Fernando Pérez Bustamante
29 comentarios
Ahí hay mucho que aprender.
Fíjense: hemos recibido unos millones de personas que venían de países en los que la Iglesia era un referente, que participaban activamente y para quienes el sacerdote era alguien a quien consultar para sus decisiones importantes.
¿Cuántos de esos hermanos vemos por las Iglesias de España hoy? ¿Cuántos han acabado como 'no practicantes' o en Iglesias evangélicas?
Es indudable la exigencia de adaptación, porque el Señor mandó "predicar a todas las gentes", lo cual supuso no predicar siempre en arameo, sino hacerlo en griego, latín, etc. Acomodando el mensaje a las posibilidades de comprensión. Así, los primeros predicadores en Alaska y toda región esquimal, no podían proponer aquello de "sean prudentes como serpientes"(Mt 10, 16) y habrían tenido que acudir a algo análogo: "Como las focas".
Por lo mismo se ha de cultivar el arte de lo múltiple que no dañe a lo uno. Dado que tambièn el Señor fue claro, no diciendo:"Enseñen lo que caiga bien, lo que guste", sino: "Lo que yo les he mandado" (Mt 28,20).
Seamos realistas si a uno le va mal en la vida, no solo en el aspecto economico sino el personal, el familiar, el social...por mas que acuda a los Sacramentos su vida aqui no va a cambiar ni empeorar sino va a seguir igual.
Uno cree por lo que pueda ocurrir en la siguiente vida.
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LF:
Tú, como siempre, tan ignorante de la potencia de la gracia de Dios. Qué pena das, oye.
Antes de pretender "transformar todo lo que sea necesario" hay que comenzar por transformarse uno mismo. Y en Cristo.
No puedes pretender que cada vez que alguien se confiese vaya a ser mas amable, mas simpático, mas empatico y alguna que otra virtud mas.
Y por otro lado, ¿Que hay de malo en ser antipático, indiferente, gruñón, ceñudo? ¿Es que eso es pecado? Porque no lo creo....¿ Es que ahora la gracia supone comportarse en su vida como en un anuncio de detergente? Por favor...
En tus ultimos párrafos das a entender que no llevar una vida perfecta es manifestación de una vida de pecado y eso no es asi. La envidia, el rencor, las rencillas, malas relaciones con los hermanos....siempre y cuando no hagan daño a terceros no son inmorales, serán desagradables, incomodas, tristes...pero naturales como la vida misma.
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LF:
Insisto. Das pena.
1-Gente a la que no le va nada pero nada mal en la vida.
2-Gente que no son menos pecadores que tú. Y que confiesan lo mismo que tú. Nada. ¡No hay ni confesor!
Suerte al Cardenal Sistach. Van a ir los mismos.
Como decía nuestro Santo Padre Emérito, S.S. Benedicto XVI, refiriéndose a los "primaveras" que se las prometían tan felices interpretando el Concilio como les daba la gana, "intentando agradar a los que luego no vinieron, vieron irse defraudados y desilusionados a muchos".
cuando el Espíritu Santo transforma tu corazón después de una confesión, te da un corazón con capacidad de amar, de ser feliz. Demostrado queda por la mayoría de los Padres de la Iglesia y de los grandes santos que la comunión con el Padre no trae sino alegría. Las envidias y los rencores no afectan a terceros? Afectan a Dios: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Ahí lo dejo todo... Yo no puedo amar al otro, y menos a mis enemigos, si no es por la fuerza y poder renovador del ES.
Por tus comentarios no muestras más que una inmadura fe y falta de confianza en la gracia y providencia divina. A diferencia de LF, a mi no me das lástima, simplemente veo que te falta muuucho camino para ser feliz.
PD: No hace falta que parezca que estamos haciendo un anuncio de detergente, simplemente manifestar la alegría de Cristo, y eso, como todo lo bueno, cuesta.
Así que como bien dice LF, primero la Iglesia debe ser fiel ella misma a lo que ES, por designio de Ntro. Señor. Y luego vendrán los fieles...y quizá escapen los infieles, o se conviertan. No hay otra.
La crisis de fieles también es clara en la Argentina desde hace muchos años. Personalmente pienso que en este fenómeno no todo es culpa de la iglesia católica, sino de la secularización, materialismo y relativismo moral que vive el mundo en estos tiempos. Las personas buscan religiones "más fáciles" y con menos exigencias. Y en ese contexto la prédica de la iglesia católica, cuando es totalmente fiel al Evangelio de Cristo, resulta muy dura de seguir para la mayoría. Creo que lo que tenemos que empezar por cambiar es nuestros corazones, y tal vez dar más signos de amor y fraternidad entre nosotros los católicos, pues es eso en definitiva lo que la gente ve. Pero no me parece que adaptarse a criterios más "modernos" sea la mejor vía para captar fieles. La iglesia no es un partido político, y cada persona que es acogida en ella debe hacerlo en base a la gracia de Dios y a la fe que podamos transmitirle, y no influenciada solamente (aunque no dejan de ser importantes) por signos exteriores. Dios bendiga a la iglesia de nuestros países.
- No dar el Cataluña Cristiana a los que llegan a compromisos con defensores de abortistas, herejes y demás.
- No excluir a la mayoría de fieles castellano parlantes para dar gusto a la minoría nacionalista. Se le vacían las Iglesias oye.
- No tener a los Turull dirigiendo seminarios. Mejor gente sana, ortodoxa y fiel.
- Tomar ejemplo del Cardenal Rouco - que le de clases-. para reformar y reflotar una diócesis destrozada.
- No estar apegado al mundo y a la "imagen"
- Cuando venga el Papa a España, no dedicarse a controlar la fotito de marras con la primera fila reservada al grupito que va a llevar los "banderines". Las senyeras vamos...
- Y por último, cuando grupos de jóvenes quieran salir a la calle a... tachan! evagelizar, pues no les diga usted que no conviene, que les tirarán tomates, que no lo hagan, etc etc..
Todo nuestro apoyo Cardenal!
Muchas veces en la política se procede rebajando exigencias, intentando ganar a "todo el mundo", de forma que se olvidan principios con tal de ganar votos.
Me parece que durante mucho tiempo en la Iglesia se ha procedido de esa manera, y el resultado ha sido lamentable.
Los hombres en la Iglesia solamente pueden buscar, les puede llamar la atención, un mensaje auténtico. Porque el otro ya está en el mundo.
Está muy claro lo que hay que hacer; no con carra de perro, claro está, pero es clarísimo lo que hay que hacer y lo recordé en el primer comentario, lo cual es lo único efectivo. Las herramientas las que quieras, pero si no está lo esencial, no sirve.
El cierre de Germinans Germinabit, ¿Sería aceptable?
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LF:
No cuela lo editado, :D
Sal, luz y fermento.
Recuerdo que siempre soy de los más jóvenes en misa; ahora pronto me jubilaré. Es cierto hay que transformar lo que sea necesario, desde Cristo, para ganar fieles, eso es anunciar el evangelio, a Dios rogando y con el mazo dando. No tenemos perdón si no lo hacemos
Déjame romper una lanza por Josafat, como antipático, gruñón y ceñudo que soy. Es cierto que se puede ser humana u objetivamente muy desgraciado en esta vida; que la confesión ni la eucaristía repetidas no solucionen ninguno de los problemas ni de pecados que hieren un alma una y otra vez; que el silencio de Dios parezca cernirse sobre nuestras sufrimientos de un modo casi alevoso, etc. Todo esto es cierto, y muchos hermanos, como quien esto escribe, podemos estar pasando por estas circunstancias.
Y sin embargo, como recuerda Luis Fernando, la gracia siempre actúa y aparece, lo que ocurre es que siempre nos sorprende. La esperamos para que actúe sobre esto o aquello, y vuelve nuestra vida del revés para que busquemos en otra dirección, que es la que verdaderamente nos conviene. Esto ha sido una constante en mi vida.
Todo lo cual ni me ha quitado mi antipatía, ni mi carácter atrabiliario ni mi permanente ceño fruncido.
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LF:
Cuando digo que me da pena, no lo digo en plan de desprecio. Es que me da realmente pena, porque parece no haber conocido el poder de la gracia para transformar al hombre.
Discrepo en esa parte, que es la base de todo.
En Europa se parte de una situación insostenible de casi un 100% de población cristiana en siglos anteriores. Ahora la gente tiene libertad y elige. Nunca se llegará de nuevo a esos valores. Podrá ser un poco más o un poco menos según una multitud de factores, pero nada más. La Iglesia tiene que intentar que sean más, evidentemente, pero poco puede hacer si hay gente que decide no creer. Igual que la Iglesia tiene derecho a emitir su mensaje, otros grupos tienen derecho a emitir el suyo, que a veces es contrario a la Iglesia. Es cierto que a veces hay abusos de poder, censuras, etc, pero eso nunca va a ser perfecto, las mayorías siempre intentan imponer un poco su moral. Ninguna democracia es perfecta.
En otros países se parten de cantidades mucho menores, por eso es fácil crecer.
De todas formas recordemos a la santa de Avila, que decía que Dios nos guardase de la tristeza, ya que un santo triste es un triste santo.
El diablo aprovecha la tristeza, y cuando nos encontremos tristes a rezar la oración de Sto. Tomás Moro:
"Señor, dame un poco de sol, un poco de trabajo y un poco de alegría.
Dame el pan de cada día y un poco de mantequilla.
Dame una buena digestión, Señor, y algo que digerir.
Dame un alma que ignore el aburrimiento, los lamentos y los suspiros.
No permitas que me preocupe excesivamente de esta cosa embarazosa a la que llamo «yo».
Señor, dame humor para que saque un poco de felicidad de esta vida y así ayude a los demás.
Dame una pizca de canción para mis labios y una poesía o una novela para distraerme.
Enséñame a comprender los sufrimientos sin ver en ellos una maldición.
Dame sentido común, pues lo necesito mucho.
Hazme, Señor, bueno, un alma desprendida, tranquila, apacible, caritativa, benévola, tierna, compasiva.
Que tenga en todas mis acciones, en todas mis palabras y en todos mis pensamientos, el gusto de tu Espíritu santo y bendito.
Concédeme una fe plena, una esperanza firme y una caridad ferviente; que no quiera nada contra tu voluntad, sino todas las cosas en función de ti.
Rodéame de tu amor y de tu favor. Amén".
Sacramentalizar
Evangelizar.
Sin pretender restar importancia a los dos primeros, da la sensación que no vemos más allá de ellos.
Pero, ojalá me equivoque, me temo que la perspectiva que contempla el arzobispo de Barcelona es otra, más en coherencia con lo que puede parecer razonable desde la posición responsable de un dirigente eclesial.
"Reformar lo que sea" recuerda mucho el mensaje del dirigente político que imparte instrucciones para el logro de un fin pretendido, que debe lograrse "como sea".
Empecemos por ejemplo siendo tan exigentes en la preparación al matrimonio como lo somos para el sacerdocio.
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