La vía media no es solución de nada
A lo largo de la historia, una de las mayores tentaciones que han puesto en peligro la Iglesia es lo que el Beato Newman llamaba la “vía media”. Evidentemente, el cardenal inglés pensaba sobre todo en el anglicanismo, que en su versión “High Church” pretendía ser una especie de solución intermedia entre el catolicismo y el protestantismo. Hoy esa comunión eclesial está en pleno proceso de descomposición debido al peso del ala liberal, que está a favor de la ordenación de mujeres, las parejas homosexuales, etc. Tan es así, que los obispos anglicanos africanos han amenazado varias veces con romper la comunión con el arzobispo de Canterbury.
Pero quizás el primer gran ejemplo de “vía media” surgió tras el concilio de Nicea, cuando la Iglesia se enfrentó al auge del arrianismo, que negaba la divinidad de Cristo. Pronto apareció una corriente a la que se conoció como semiarrianismo. No voy a explicar las diferencias doctrinales entre arrianismo, semiarrianismo y catolicismo. Dudo que a la mayor parte de mis lectores le interese una disertación sobre la diferencia entre homousios (doctrina católica) y el homoiusios (doctrina semiarriana).
En las décadas que siguieron al primer gran concilio ecuménico, las presiones para llegar a un acuerdo doctrinal fueron enormes. Pero san Atanasio, patriarca de Alejandría, se mantuvo firme como una roca, como un verdadero valladar de la fe nicena, que era la fe de la Iglesia. Y eso mismo le llevó a sufrir persecución. Se dio incluso la circunstancia de que un Papa, Liberio, sin plena libertad debido a que había sido apresado, sacado de Roma y enviado preso a Berea de Tracia por el Emperador Constancio, llegó a firmar un fórmula de compromiso que apestaba a semiarrianismo. Esa muestra de debilidad no duró mucho y en dicho Papa se cumplió también aquello que Cristo dijo a San Pedro “Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos“ (Luc 22,32). Durante el debate previo a la promulgación del dogma de la infalibilidad papal, Liberio y su debilidad fue usado por los que se oponían al dogma, pero es evidente que un Papa preso y presionado por el poder civil no puede ejercer ministerio infalible alguno en cuestiones de fe y de moral.
Finalmente, la fe verdadera se impuso y tanto el arrianismo como el semiarrianismo fueron derrotados. La vía media no triunfó por la sencilla razón de que en la Iglesia, a la que la Biblia llama “columna y baluarte de la verdad” (1ª Ti 3,15), no caben compromiso alguno que haga que debilitarse esa verdad revelada por Dios.
Siglos después surgió un nuevo “debate” sobre una cuestión cristológica. En Oriente se estaba imponiendo la herejía conocida como monotelitismo. Sergio, Patriarca de Constantinopla, envió una carta al Papa Honorio en la que solicitaba o proponía una aclaración doctrinal en torno al modo de operar de la voluntad de Jesucristo. La fórmula propuesta por Cirilo de Alejandría y abrazada por Sergio, “dos naturalezas distintas en una sola operación“, había sido denunciada por el monje Sofronio como una forma disfrazada de monofisismo. Tampoco voy a entrar en más detalles sobre el tema.
Lo cierto es que el Papa respondió con una carta poco clara en la que parecía -solo lo parecía- que abrazaba el error. En realidad Honorio, que sin la menor duda desconocía las sutilezas de los términos técnicos teológicos usados entonces por la Iglesia en Oriente, pretendía salvaguardar la unidad de la Iglesia y llegar a un consenso. O sea, otra vez la tentación de la vía media. Su poca habilidad teológica causó un problema no pequeño, aunque alguien tan poco sospechoso de herejía como San Máximo Confesor, afirmaba que en la citada carta, Honorio solamente había querido “explicar que jamás de ninguna manera la naturaleza humana, concebida virginalmente, fue de hecho arrastrada por la voluntad de la carne“; es decir, que únicamente quiere salvar la unidad moral de las dos voluntades. Precisamente esta argumentación era la que más fuerza daba a San Máximo en sus encarnizadas luchas contra los monotelitas. Quizás habría sido mejor que el papa Honorio no se enredara en un debate tan complejo, pero en ningún caso el cruce de cartas con Sergio se puede considerar magisterio papal -no todo lo que dicen y escriben los Papas lo es- y finalmente el monotelitismo fue desterrado de la Iglesia de Cristo.
¿Y de qué nos vale saber todo eso, se preguntará algún lector? Pues se lo explico. Si vemos que en la Iglesia se suscita un debate con posturas que parecen enconadas e irreconciliables, lo fácil, lo cómodo, es considerar que en el medio de ambas posturas extremas está la verdad. Y no es así. La verdad siempre prevalecerá, por muy “extremista” que pueda parecer. Sobre todo si hablamos de cuestiones que ya han sido fijadas y determinadas por el magisterio previo. Al fin y al cabo, como dice el Concilio Vaticano II, el “Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado” (Dei Verbum 10). Recordemos que el cardenal Meisner, al comentar con el Papa precisamente la cuestión de la comunión de los divorciados vueltos a casar, asegura que el Santo Padre le respondió “muy enérgico que era un hijo de la Iglesia Católica”, que “no dice otra cosa que lo que la Iglesia enseñae “los divorciados pueden comulgar, pero no así los divorciados vueltos a casar“.
Por tanto, sepamos que Dios siempre tendrá a mano un San Atanasio, un San Máximo Confesor, un San León Magno (Papa) -él solito impidió caer a todo Oriente en la herejía del latrocinio de Éfeso-, que combatirán “por la fe, que, una vez para siempre, ha sido dada a los santos” (Judas 3). Por tanto, aunque lleguemos a una situación en la que parezca que estamos rodeados de la confusión, aunque nos sintamos empujados a parafrasear a san Jerónimo, que dijo “el mundo se despertó un día y gimió de verse arriano“, nuestro deber es confiar en el Señor, que es quien cuida a su Iglesia para que no caiga irremediablemente en el error y la herejía. Es Él, no nosotros, quien salva a la Iglesia y con ella a los que permanecen fieles a su Palabra.
Luis Fernando Pérez Bustamante
25 comentarios
Enhorabuena!
No creo que debamos inquietarnos con el tema de la comunión de los divorciados vueltos a casar. Las cosas son como son y la enseñanza de Cristo es muy clara. Y el Papa no está sobre la palabra de Dios... Quizá todo este "lío" lleve a concluir: Por más que queramos, no podemos cambiarlo.
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LF:
Así sea.
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LF:
Homousios: de la misma sustancia o cosustancial
Homoiusios: de sustancia semejante.
Con una simple "i", el Hijo pasaba de ser Dios como el Padre es Dios a no serlo.
Por cierto, opino que sería deseable que al recitar el credo nicenoconstantinopolitano usáramos el término sustancia en vez de naturaleza.
Yo también confío en que el Señor nunca abandona a su Iglesia.
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LF:
Hoy por hoy, mi actitud ante ese asunto es sentarme a ver lo que está ocurriendo y lo que ocurrirá. Lo que tenía que escribir, ya lo escribí en los últimos meses del año pasado. Basándome, como no podía ser de otra manera, en el magisterio pontifico reciente. Y hasta ahí llego. A confiar en Dios.
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LF:
Y también se puede sumar lo que hizo el Papa Zósimo con Pelagio, aunque pronto rectificó cuando se dio cuenta que el hereje le estaba tomando el pelo. En eso fue fundamental san Agustín.
Se que lo tocaste ha finales del año pasado, pero después del postulado de Mons Krasper, se necesitaba un artículo como este.
Bendiciones
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LF:
En realidad en el post no he dicho ni una sola palabra sobre el asunto de Kasper y la polémica que siguió a su discurso.
Yo planteo principios tomados de las lecciones que, gracias a Dios, nos ha dado la historia de la Iglesia. Y luego toca ver si encajan en la situación actual o en situaciones futuras.
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LF:
Ciertamente debería haber censurado su comentario porque usted me lo ha pedido. Pero haré una excepción. Eso sí, no vuelva a escribir nada porque en este blog no admito heterodoxos que además van de perdonavidas.
Dos cosas:
1- Usted da por hecho algo que pasará algo que es es imposible que pase y que el propio papa Francisco negó en una conversación con el cardenal Meisner. Pero es que además, aunque quisiera, resulta que el Papa no tiene autoridad para cambiar la doctrina de la Iglesia. A saber, que el matrimonio es indisoluble, que las relaciones sexuales fuera del mismo son pecado mortal y que no se puede comulgar en pecado mortal. Esas doctrinas pueden cambiarse tanto como la de que Cristo es Dios. O sea, nada. Así que usted mismo.
Y por si acaso alguno lo duda, le recuerdo que el 30 de septiembre de 1988, un tal Joseph Ratzinger dijo esto:
El Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley. Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad.
2- No se preocupe por nosotros. Más bien preocúpese por su evidente falta de fe católica, que le puede llevar a la condenación eterna.
Ah, y una última cosa. ¿Sabe usted lo que dijo un tal Juan Pablo II, beato y Papa, en una exhortación apostólica llamada Familiaris Consortio? Se lo cito. Fíjese en lo que pongo en negritas:
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
Como digo en mi post, el ministerio de Pedro es confirmar a los hermanos en la fe, no crear confusión. No crea usted que el Señor permitiría otra cosa. Cristo ama demasiado a la Iglesia como para dejarla en manos del error y la herejía.
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LF:
Pues tampoco me parece normal. En el diccionario de la RAE no existe la palabra omoúsion.
De todos modos, lo que a mí más me sorprende en el caso de Honorio, (teniendo en cuenta de que su error fue más bien no enterarse del problema de fondo del monotelismo), fue la saña de algún papa posterior contra él. Porque por lo dicen las crónicas, Honorio -fuera de estos lamentables hechos- no resultó un mal Papa.
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LF:
No hubo tal saña sino más bien una constatación de que había faltado a su deber de combatir la herejía. Y ciertamente no la combatió adecuadamente. No hubo ningún Papa que aceptara la condena que recibió como hereje por el tercer concilio de Constantinopla.
Y sí, fuera de eso su pontificado fue bastante bueno. Pero, claro "eso" no es cualquier cosa.
En fin, que lo que te hacía ver es que en la versión española del credimus se traduce directamente omoúsion como naturaleza y no como sustancia.
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LF:
No, si ya...
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LF:
He preferido no comentarlo, :)
Yo entiendo que la verdad molesta, que la verdad enfada, que la verdad pone de los nervios a quienes la rechazan. Pero lo mínimo que cabe pedir a quien pretende ir de piadoso y misericordioso es que no tenga la desvergüenza de acusarnos de ser un rincón de odio. Porque con eso demuestran que el único odio que existe es el que tiene esa persona hacia quienes nos limitamos a recordar lo que la Iglesia enseña y lo que ha ocurrido a lo largo de la historia.
He desaprobado otro comentario que era una respuesta a Roberto. No es ese el tema del post. Con lo que le digo yo, basta.
Esa actitud mostrenca de simplificar las cosas me recuerda a las protestas de algunas compañeras mías de profesión cuando me sugerían que bajara el tono del discurso porque utilizaba palabras que no eran de uso corriente y los niños-criaturitas de 8 años-tenían que preguntarme el significado de ésta u otra palabra. Pero lo cierto es que ellos encontraban regocijante enterarse de que una chiva es una cabra.
Efectivamente el Credo de Nicea dice "de la misma naturaleza del Padre" y tal vez sustancia dejara las cosas más claras, pero dudo que mi antiguo párroco estuviera de acuerdo con esta vuelta de tuerca teológica.
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LF:
Yo llevo 14 años en Huesca y no he rezado el credo nicenoconstantinopolitano en Misa ni una sola vez. Patético. De hecho, de vez en cuando me lo leo para que no se me olvide.
En Madrid se rezaba bastante. Más incluso que el de los Apóstoles. No sé si sigue ocurriendo lo mismo.
Y la verdad no disminuye su contenido con la pastoral. Aunque para presentar aquella en según qué ambientes (casi todos), haya que ser un verdadero artista... inspirado, nunca mejor dicho.
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LF:
Existe por ahí la idea de que la gente es incapaz de comprender una terminología teológica concreta. Más bien parece que hay una dejación en el intento de formar doctrinalmente a los fieles.
Al final el personal va a acabar creyendo que la gracia de Dios consiste en que Dios es gracioso.
Cardenal Burke: «Hay muchas dificultades con el texto del cardenal Kasper»
Gracias a DIOS que en los Estados Unidos el nicenoconstantinopolitano es que se reza en la misa.
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