¿Qué gigantes?
¿Quién no conoce este pasaje de El Quijote?:
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran…
El resto de la historia ya la saben. La buena intención del ingenioso hidalgo estaba adornada de un deseo de servir al Señor -"es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra"-, pero su mente trastornada no atendía a las razones del fiel escudero, que era consciente de como acabaría la cosa.
A veces en nuestra vida caemos en la tentación de ver enemigos donde no los hay. Vemos gigantes donde solo hay molinos. Vemos servicio al Señor donde solo podemos hacer el ridículo -otra cosa es que Dios tenga en cuenta nuestra buena voluntad-. Y no siempre tenemos un Sancho Panza al lado para avisarnos. O, si lo tenemos, estamos tan firmes en nuestra locura, que acabamos estrellándonos contra la realidad.
Cuando de nuestras acciones dependen otros, la cosa es grave. Don Quijote no tenía a nadie a su cargo. Un padre de familia, sí. Un responsable de un medio de comunicación, también. Y no digamos nada si se trata de un pastor de almas.
Los apóstoles nos trasmitieron una serie de principios generales que sirven para luchar contra los gigantes verdaderos que amenazan nuestra fe, sean quienes sean. Pero también se encargaron de abordar cuestiones muy concretas que afectaban a los primeros cristianos y que, quizás hoy, no están delante de nuestros ojos. Por ejemplo, es claro que San Pablo tuvo muy en mente a los gnósticos a la hora de escribir Colosenses y a los judaizantes cuando redactó Gálatas. Sin embargo, no le vimos escribir contra el eutiquianismo o contra el modernismo. Si lo hubiera hecho los fieles de la época se preguntarían: “¿qué nos cuenta este buen hombre de Dios?”
Dice Cristo en el evangelio de Lucas:
¿O qué rey, saliendo a su campaña para guerrear con otro rey, no considera primero y delibera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Si no, hallándose aún lejos de aquél, le envía una embajada haciéndole proposiciones de paz.
Luc 4,31-32
¿Se imaginan ustedes a un rey saliendo a guerrear con un gran ejército y cuando llega a donde se supone que está el enemigo, todo lo que hay enfrente es un grupo de abuelas que van a lavar la ropa al río? La noticia correría por todas partes y el rey quedaría en ridículo tanto ante sus enemigos reales como entre sus propios soldados. Su autoridad moral, más allá de la legal, quedaría irremediablemente mermada.
Y mucho peor sería en el caso de que habiendo salido con el ejército a guerrear contra cuatro abuelas, hubiera dejado la retaguardia sin defensa, de forma que el verdadero enemigo llegara a su ciudad y la arrasara. Ahí ya no estaríamos ante un mero ridículo, sino ante una catástrofe. Igual en nuestras vidas, puede que estemos mal gastando nuestras energías arremetiendo contra molinos de viento mientras los verdaderos gigantes pisotean nuestra alma.
No seamos Quijotes en las cosas de la vida, sobre todo en aquellas que tienen que ver con la familia o con el servicio al Señor y su Iglesia. No veamos leviatanes donde apenas hay lagartijas. Busquemos la sensatez de algún Sancho Panza que tengamos a mano.
Luis Fernando Pérez Bustamante
18 comentarios
Que el viento fresco del Espiritu Santo,cual molino,apague la calentura de los demonios interiores,que ciertamente,son enormes,¡gigantes!.
Porque si bien los demonios estan en las regiones aereas,segun San Pablo,los pecados salen del corazon,segun Jesucrsito,y nos convierten en sus hermanos,hijos del mismo padre de la mentira.
La Paz de Cristo.
No, no me refiero a ese desecho espiritual que se arrastra por esos mundos de Dios.
Se lo edito para no dar pistas, pero ya ve usted muy respuesta.
Lo que no entiendo muy bien es lo que nos quiere decir Luís Fernando a la hora de ponerlo como ejemplo para que no nos dejemos confundir, entre gigantes y molinos de viento.
Sí en cambio, veo la diferencia de los tiempos del Quijote con los de ahora. Siendo los hombres pecadores por naturaleza, tenían a Dios en sus vidas y por tanto en sus pensamientos. Véase como "El Caballero de la Triste Figura" va a arremeter contra los molinos, pensando que eran gigantes, (además de para empezar así su fortuna), para hacerle el servicio a Dios de quitar tan mala simiente de la tierra.
También veo la falta que me hace ponerme al día, en cuanto a conocimientos de herejías varias, pues aunque las estudié en su momento, no las recuerdo en absoluto.
Que os dejen muchos regalos Sus Majestades.
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LF:
Ha habido más herejías que garbanzos en un cocido, así que no te recomiendo que te pongas al día, :-)
Creo que el Papa Francisco ve gigantes cuando sólo hay molinos de viento cuando dice cosas como las siguientes: "Me viene a la mente la tentación que quizá podamos tener nosotros y que muchos tienen, de conectar el anuncio del Evangelio con bastonazos inquisitorios, de condena. No, el Evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor".
Porque, que yo sepa, hoy en día lo que abunda no es la actitud inquisitorial, sino todo lo contrario: Se calla ante el error, la herejía y el pecado. Hay, desgraciadamente, un incomprensible silencio y tolerancia ante el mal que está haciendo estragos en el rebaño de Cristo. Pastores que son mudos ante el gran desconcierto que nos domina.
Con todo amor y respeto por Ud., Santo Padre, ¿a qué se está refiriendo?, ¿qué gigantes? Yo lo que veo es mucha mala y falsa doctrina, y mucho escándalo al que nadie pone remedio. Y, mientras tanto, las pobres ovejas del rebaño dejadas a su suerte. Aquí los que usan el bastón para golpearlas (a las ovejas), son los que campan por sus anchas esparciendo el veneno de la herejía.
En fin, gracias por tu artículo y por dejarme opinar.
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LF:
Sospecho que no sabe usted a qué me refiero. El post es "generalista". Vale para muchas circunstancias, personales y concretas, pero por lo general, cuando escribo algo así, en quien primero pienso es en mí mismo. Por ejemplo, mientras lo escribía esta pasada noche, me acordaba de ejemplos muy evidentes en los que se me podría aplicar punto por punto lo que estaba diciendo.
Luego ya el lector lo aplica a aquello que estima oportuno, pero eso no depende de mí.
Con razón les tiran tan duro.
Que el gigante a veces se equivoque tal como el Quijote es normal.
Su tamaño no quita el que sea humano.
Una vez más coincido contigo, hay molinos que parecen gigantes sólo para que les aplaudan... No hay que darle más vueltas.
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LF:
Pues yo ayer no vi la tele. ¿A qué entrevista te refieres?
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LF:
Madre del Amor hermoso... buscaré el vídeo.
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LF:
Vale, has captado el sentido de mi post, :-). De todas formas, un cura con tan buena repercusión social, sí que se puede convertir en un gigante peligroso para la fe si públicamente dice cosas contrarias a la misma. Es decir, no es un cura de una parroquia perdida que no conoce casi nadie. Y, no sé ayer, pero el P. Ángel ha hecho eso en el pasado.
Y también lo contrario, como se recuerda en Mt 23,24: "¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello!" No pocas veces se esconde un mal enorme en realidades banales.
Hay que saber discernir. Nada más y nada menos.
Saber con cuánta pólvora hemos de cargar nuestros cañones para que los tiros no se queden cortos ni se pierdan en el espacio, es algo que algunos debemos ponderar a diario, y a veces teniendo entre manos cuestiones importantes, que afectan a otras personas o a nuestra relación con Dios.
Los cuidadores de almas deberían ejercer esa virtud con un celo extremo, habida cuenta de lo que se juega con sus decisiones o con sus omisiones.
Cuando los seglares vemos que se castiga a unos muy duramente por cuestiones litúrgicas opinables, mientras que a otros que son profesionales de la herejía y monstruos para la Fe se los trata como a niños traviesos, sospechamos que eso de que "filtráis el mosquito y os tragáis el camello!" es lo que se está dando en ciertos niveles.
Lo de los amigos de la foto desde luego no iba por usted y sí por los verdaderos amigos de la foto que empezaron a aparecer.
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LF:
Sin conocer más o menos el texto de Cervantes es un poco difícil captar el mensaje, así que no te preocupes.
Y
Páginas 34 y 39 de revista Tiempo de Hablar Moceop, número 133 en moceop.net
Pobres niños los que participan en ese aquelarre.
www.sirelion.com
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