Si tú tienes un lobby, yo también
Estados Unidos es un país de contrastes. De allí puede salir lo mejor y lo peor, pero con la particularidad de que la repercusión mediática en el resto del mundo es mucho mayor de la que tiene cualquier otra nación, como la española, que tenga esa cualidad dual.
Una de las peculiaridades de la sociedad norteamericana es que se organiza civilmente que da gusto. Allí los dos partidos mayoritarios -y casi únicos- van en muchas ocasiones a rebufo de lo que la gente opina. Una simple asociación local puede reventar la credibilidad de un alcalde o un gobernador por el hecho de no cumplir lo que ha prometido o por promover una ley “polémica". Y a nivel nacional, la cosa no cambia mucho. Es sabido el peso específico del voto cristiano a la hora de elegir presidente, congresistas, senadores e incluso fiscales.
EE.UU es por ello el país ideal para los lobbies. Los hay de todas clases y colores, con todo tipo de intereses políticos, económicos, sociales y hasta religiosos. Y precisamente es en el ámbito sociorreligioso donde los hijos del Mayflower han demostrado una capacidad de movilización prácticamente inexistente en el resto de Occidente. Sinceramente, ¿alguien se imagina en España una Asociación para la Decencia?
A decir verdad en nuestro país han cambiado bastante las cosas desde la llegada de HazteOir. Esa asociación civil ha sido una especie de pionera para que la derecha social española se diera cuenta de que no puede dejar en manos de la izquierda el asociacionismo cívico. Tras HO vinieron muchas otras siglas, tipo Foro de la Familia, Profesionales por la Ética, Derecho a Vivir, España Educa en Libertad, etc. La AVT también tiene mucho que ver con la movilización pacífica de la sociedad contra un gobierno indigno.
No voy a entrar ahora en las broncas entre unos y otros, fruto de personalismos estériles o de posibles intromisiones políticas. Hay tres cosas ciertas. La primera, que al PP, partido que consigue el voto mayoritario de esa derecha social, no le debe de hacer ni pizca de gracia que surjan tantos movimientos sobre los que no siempre puede ejercer el control. La segunda es que tanto al PSOE como al resto de la izquierda tampoco les gusta que la derecha social haya sido capaz de echarse a la calle con un espíritu reivindicativo que parecía imposible de conseguir. Y la tercera es que buena parte de esos movimientos, por no decir todos, huyen del confesionalismo religioso como si el mismo fuera una especie de peste bubónica. Pareciera como si los valores que defienden surgieran del eter y no de unas raíces netamente cristianas.
El caso es que todavía estamos lejos de la capacidad de influencia de los “lobbies” conservadores del país al norte del Río Grande. Cuando allí se movilizan los cristianos, muchos se remueven inquietos en sus asientos. Si hay un lobby gay dispuesto a conseguir sus reivindicaciones, hay un lobby cristiano dispuesto a hacer lo que sea para que no las logren. Si una compañía se muestra favorable al lobby abortista, ya puede tener por seguro que contará con el boicot a sus productos por parte del lobby puritano de turno.
McDonald´s tuvo oportunidad de comprobar lo que estoy diciendo. En 2008 la compañía tonteó con el lobby gay y se encontró con asociaciones de corte cristiano proponiendo a los ciudadanos que no consumieran productos de dicha compañía. Como quiera que en EEUU hay muchísimos más cristianos que homosexuales, la cadena de hamburguesería plegó velas. Money is money. Por mucho que el poder adquisitivo de la comunidad gay sea alto, no llega para cubrir la ausencia de ingresos de las familias cristianas. Y no me extrañaría nada si los de la M retiraran su última campaña publicitaria en Francia para evitar otro boicot en EEUU. Es lo que tiene la globalización.
Aquí en España sólo hemos visto algo parecido con motivo del pseudo-boicot al cava catalán que tuvo lugar hace unos años. La irritación que el nacionalismo separatista causa en muchos españoles acabó afectando a las empresas catalanes del sector. A otro nivel, también recuerdo que hace un par de años, cuando yo dirigía Religión en Libertad, algunas empresas -Heineken la primera- retiraron la publicidad de un programa de La Sexta que representaba una burla para la Iglesia.
Es decir, los conservadores estadounidenses han aprendido cómo forzar las cosas para que se les haga caso. Los discursos están muy bien. Los argumentos en favor de los valores, también. Pero si se quiere de verdad poner nervioso al personal, la clave es tocar el bolsillo o demostrar que el voto no es cautivo de ninguna sigla política. Está por ver que eso se consiga en España.
Luis Fernando Pérez