Monjas rebeldes

Si alguien tenía alguna duda sobre la necesidad de llevar a cabo una Visita Apostólica a las religiosas de EEUU, la rebeldía abierta de buena parte de ellas contra dicha visita demuestra, por sí solo, el decadente y anti-católico estado de esas congregaciones religiosas. La Hna Mary Clare Millea está tan harta que ha denunciado públicamente la falta de colaboración de muchas de las superioras de las congregaciones religiosas norteamericanas. Y el Cardenal Rodé ha pedido que se insista en que se responda al cuestionario enviado por los responsables de dicha Visitación. Dado que en Roma tienden a ser cuidadosos con el discurso, las palabras del Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica han de ser consideradas como una especie de puñetazo encima de la mesa.

En primavera empezarán los encuentros del equipo de la Visitación con las religiosas, tanto si han respondido como si no. Supongo que el lenguaje diplomático propio de la esfera vaticana evitará reflejar la crudeza de la situación que sin lugar a dudas se va a crear cuando las religiosas hagan de forma visible lo que han hecho ya por escrito: oponerse a responder a lo que se les pregunta. Entonces, caben dos posibilidades. Una, que se opte por mirar para otro lado y dejar que las cosas se pudran del todo o echarle valor y coraje apostólico al asunto y hacer uso del bisturí para arrancar el cáncer que esas religiosas rebeldes suponen para la Iglesia.

En mi opinión, no hay caminos alternativos. O colaboran y obedecen o deben abandonar la vida religiosa. Al fin y al cabo, la Hna Mary Clare no es una Torquemada con toca y velo ansiosa de instaurar los autos de fe en la plaza pública de los pueblos y ciudades de EEUU. Desde un primer momento, sus declaraciones han buscado la concertación y el diálogo sincero. Pero quienes llevan toda su vida al margen del magisterio y en abierta oposición al carisma de sus órdenes no quieren que nadie les inspeccione.

Del resultado de esta Visita Apostólica va a depender, y mucho, el futuro de la vida religiosa en el seno de la Iglesia, y no sólo en Estados Unidos. Si Roma no es capaz de imponer el sentido común, el regreso a la verdadera religiosidad católica, no habrá quien ponga freno al desastre. Si Roma opta por coger el toro por los cuernos, quizás pasaremos un tiempo de mucho dolor y enfrentamiento, pero el enfermo acabará por sanar. No hay vías medias. O se cruza la puerta estrecha que lleva a la fidelidad con la Iglesia, y por tanto con Cristo, o se sigue abriendo de par en par la puerta ancha que, es evidente, ha conducido a muchas órdenes hacia su muerte espiritual. Y los muertos, si no se entierran, huelen mal, fatal. La rebeldía de las monjas norteamericanas es un ejemplo de ese mal olor. O se perfuman con la sana doctrina o se las echa del Cuerpo de Cristo, para que no contaminen a otros miembros. Así lo dijeron los apóstoles. Así ha de hacerse siempre.

Luis Fernando Pérez

PD:
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