José Manuel, me alegro de que quieras ser católico

José Manuel Vidal ha respondido al post que escribí sobre él el pasado viernes. Y me temo que su respuesta implica que no ha entendido bien lo que le quise decir. Al menos en sus palabras no da un solo argumento a las razones que le expuse para pedirle que se uniera a una comunidad eclesial protestante. Dichas razones se resumen en una: está de forma clara y nítida más cerca de la visión del cristianismo que se da en el protestantismo que la propia del catolicismo.

Es más, no lo digo yo. Lo dice él mismo. Cuando uno afirma que el protestantismo es un mosaico multicolor y el catolicismo (ahora matiza que el “español” y sobre todo en la jerarquía) es un cristal pálido monocolor y gris, lo normal es hacerse protestante. Dice Vidal:

Y son precisamente ellos, los fundamentalistas, los que lo quieren ocultar y manchar, condenándolo al ostracismo y al ninguneo. En estos momentos, en la Iglesia española, sólo tienen visibilidad los nuevos movimientos. ¿Más pruebas? Tras la venturosa salida de Losantos, en la Cope desembarcaron los “cristianos”. Pero sólo los de los movimientos: CL, Kikos, Opus, Focolares, Cruzados, Legionarios…Sólo se les oye a ellos desde la cadena de los obispos. Las demás “sensibilidades” (parroquias, vida religiosa, movimientos de Acción Católica) no tienen voz. Simplemente no existen en la radio de la Iglesia. ¡Por qué será!

O sea, del cristal monocolor hemos pasado a un cristal en el que hay al menos seis movimientos. Quizás para Vidal sea lo mismo ser cielino, kiko, carismático o focolar. Para él todos son grises. Lo que yo sé es que todos coinciden en ser católicos fieles a la Iglesia -esa es la clave- pero con carismas muy distintos. En todo caso, como no escucho la Cope (prefiero Radio María para oír programación religiosa), pues no puedo desmentir ni afirmar que tenga razón en relación a lo que él llama “otras sensibilidades".

Vidal me interpela directamente:

Pues bien, por decir eso, algunos quieren echarme de la Iglesia católica. Entre ellos, Luis F. Pérez Bustamante, que comenzó en RD, aquí creció, de aquí salió y aquí volvió cuando las cosas se le pusieron feas. ¿Echarme, por qué, Luis Fernando? ¿Por decir lo obvio? ¿Por creer que Iglesia somos todos? ¿Por no excluir a nadie? ¿O por progre, nostálgico del Vaticano II y, por lo tanto, hereje?

¿Que yo quiero echarte? No, hombre no. Te pedí que te fueras para que seas consecuente con tu visión sobre la Iglesia y sobre la realidad del protestantismo. Pero no tengo capacidad de echar a nadie. Como mucho puedo pedir a nuestros pastores que sancionen o echen a quienes desde el sacerdocio y/o la vida consagrada se dedican a llevar la contraria a la Iglesia en asuntos de fe y de moral. Pero tú, sacerdote secularizado y por tanto no sujeto a la disciplina eclesial -o sujeto como cualquier laico- no entras dentro de esa categoría.

Dices que la Iglesia somos todos. Pues yo te digo que somos todos los que profesamos la fe de la Iglesia en su integridad. No los que profesan sólo aquello que creen bien y rechazan aquello que no les gusta. De hecho, no soy yo el que ha escrito lo siguiente:

Una expresión de los errores eclesiológicos señalados es la existencia de grupos que propagan y divulgan sistemáticamente enseñanzas contrarias al Magisterio de la Iglesia en cuestiones de fe y moral. Aprovechan la facilidad con que determinados medios de comunicación social prestan atención a estos grupos, y multiplican las comparecencias, manifestaciones y comunicados de colectivos e intervenciones personales que disienten abiertamente de la enseñanza del Papa y de los obispos. Al mismo tiempo reclaman para sí la condición de cristianos y católicos…
…. Estos grupos, cuya nota común es el disenso, se han manifestado en intervenciones públicas, entre otros temas y cuestiones ético-morales, a favor de las absoluciones colectivas y del sacerdocio femenino, y han tergiversado el sentido verdadero del matrimonio al proponer y practicar la “bendición” de uniones de personas homosexuales. La existencia de estos grupos siembra divisiones y desorienta gravemente al pueblo fiel, es causa de sufrimiento para muchos cristianos (sacerdotes, religiosos y seglares), y motivo de escándalo y mayor alejamiento para los no creyentes.

Como te digo, eso no lo he escrito yo. Forma parte de una Instrucción Pastoral de nuestros obispos. Que además ha sido alabada por miembros destacados de la curia en Roma. Tú apoyas a todos esos grupos. Yo afirmo que son la cara visible del cisma que afecta a la Iglesia desde hace décadas y que cuanto antes se reconozca oficialmente por la propia Iglesia, antes podrá empezarse a trabajar para acabar con él. En otras palabras, lo que yo digo a lo bruto, lo llevan sugiriendo y diciendo “suavemente” nuestros pastores desde hace tiempo. Y no me hables del Vaticano II. Yo sí me creo TODO lo que dice. Tú no. Por ejemplo, no aceptas esto:

Procuren los seglares, como los demás fieles, siguiendo el ejemplo de Cristo, que con su obediencia hasta la muerte abrió a todos los hombres el gozoso camino de la libertad de los hijos de Dios, aceptar con prontitud y cristiana obediencia todo lo que los sagrados pastores, como representantes de Cristo, establecen en la Iglesia actuando de maestros y gobernantes.
(Lumen Gentium 37)

Ni esto:

Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su Obispo en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo. Esta religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento de modo particular se debe al magisterio auténtico del Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se adhiera al parecer expresado por él según el deseo que haya manifestado él mismo, como puede descubrirse ya sea por la índole del documento, ya sea por la insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por las fórmulas empleadas.
(Lumen Gentium 25)

¿Puedes citar un solo texto del Concilio Vaticano II que yo no admita? No, no puedes. Por tanto, no uses el concilio como escudo o excusa. Eso os ha podido valer a muchos durante bastante tiempo, pero ya se acabó. Los verdaderamente conciliares somos los que aceptamos el Vaticano II en su integridad y en el espíritu de la Tradición precedente. Porque no existe ni el católico de un solo concilio ni el católico de todos los concilios menos uno. Si se es católico se admiten TODOS los concilios. Desde el primero hasta el último, siempre bajo la interpretación adecuada que le dé el Papa, que para eso es el Vicario de Cristo y quien tiene autoridad plena sobre toda la Iglesia. Y si esto que escribo te suena fundamentalista, te vuelvo a decir que eso es catolicismo y que lo contrario es protestantismo en cualquiera de sus multicoloridas variantes.

Una cosa sí te reconozco y hasta la alabo. Quieres seguir siendo católico. Aunque estás más cerca del protestantismo, te rebelas contra la acusación de no ser fiel a la Iglesia y con la petición de que la abandones “visiblemente". Quieres acabar tus días con las palabras de Santa Teresa de Jesús: “Por fin, muero, hija de la Iglesia". Me alegro de ello. Pero entonces, conviértete de verdad a la fe católica. Acepta el papel del Papa, de los obispos, del magisterio. Acepta íntegramente y sin reservas lo que enseña la Iglesia sobre el depósito de la fe, sin esperar siquiera a tener experiencias sobrenaturales que te demuestren que lo que te parecía algo propio del medievo es una realidad “palpable". Lo que no puedas creer hoy por la razón, créelo por obediencia, que antes o después la fe y la gracia de Dios ayudarán a tu razón a entender. Ponte de lado de la Iglesia y de sus pastores en la denuncia de la cultura de la muerte. Ponte de lado de la Iglesia y de sus pastores en la predicación del evangelio. No temas la reacción del mundo sino el no estar en la verdad que nos salva. Y si así lo haces, podrás ayudar a otros a dar los mismos pasos. Serás instrumento de conversión y no de confusión. Porque, como dice la Escritura, “si alguno de vosotros, hermanos míos, se desvía de la verdad y otro le convierte, sepa que el que convierte a un pecador de su camino desviado, salvará su alma de la muerte y cubrirá multitud de pecados” (Stg 5,19-20).

Y si en algo te he ofendido, te pido disculpas. Perdóname especialmente por mis ramalazos de soberbia, que a veces ensombrecen el mensaje que quiero dar. Pido a Dios que te conceda la gracia de la conversión plena a la fe de su Iglesia. Pide tú también por mí, que soy pecador.

En Cristo y su bendita Iglesia,

Luis Fernando Pérez