¿Piensan los Cristianos Socialistas que los demás somos imbéciles?

Yo entiendo que debe ser difícil ser católico de verdad y pertenecer a un partido que está llevando a cabo un programa de ingeniería social radicalmente contrario a la moral y a la cosmovisión católica. Ahora bien, no creo que sea tan difícil el no tomar al personal por imbécil, por estúpido, por gilipuertas. Y sin embargo, eso es lo que acaba de hacer uno de los portavoces de Cristianos Socialistas, un tal Jordi López Camps. El tío va y dice que la nueva ley del aborto “no reconoce el derecho al aborto; es decir, no reconoce el aborto como derecho, porque entra en conflicto con el derecho del ‘nasciturus’. Ni en la exposición de motivos ni en la propia ley se dice que el aborto sea un derecho; se habla del derecho de una mujer a interrumpir su embarazo, no de que el acto en sí del aborto sea un derecho. El matiz es diferente“. Ahí queda eso, sabueso. Tócate las narices. Y si no te lo crees, revientas.

Lo que es evidente es que estos “cristianos socialistas” son muy socialistas y nada cristianos. Un cristiano jamás puede estar a favor de la nueva ley del aborto, por mucho que lo disfracen de “derecho de la mujer a interrumpir su embarazo“. Pero estos mercenarios de la política pretenden presentarse a sí mismos como católicos. Es por ello que, como llevo diciendo desde antes de que se reabriera la polémica sobre el aborto en España, creo que la Iglesia debería de ir más allá. No basta con que se les niegue el acceso a la comunión eucarística a los políticos católicos que votan esas leyes. Habría que cambiar el Código de Derecho Canónico y decretar su excomunión. Ellos, al dar razones para que la conciencia de muchos se corrompa, hacen mucho más daño a la causa de la vida que los particulares que abortan. Si se excomulga a la mujer que aborta, que se excomulgue al político que afirme que eso es un derecho. Y una vez excomulgados, ya no cabe duda alguna sobre si pueden comulgar o no. Ahora bien, eso sólo lo puede decidir Roma.

Creo oportuna una reflexión final. Si estos cristianos socialistas, y toda la chusma progre-eclesial que les apoya, son capaces de plantar cara a la Iglesia en un asunto tan grave como el del aborto, ¿qué no harán con otros temas, con otras doctrinas, con otros dogmas? Dije, y vuelvo a decir, que estamos ante una situación clara de cisma. Esta gente no forma parte de la misma Iglesia a la que pertenecemos los que somos fieles al Magisterio. Pueden estar en nuestras misas, pueden incluso tomar la misma comunión, pero no son de nosotros. Si los Masiá, Bono y cía son católicos, entonces también lo son Rowan Williams, César Vidal y Obama. Y entonces nadie es católico, porque ser católico se habrá convertido en formar parte de una confesión donde da lo mismo pensar una cosa que la contraria. En mi opinión, sujeta al mejor juicio de los sucesores de los apóstoles con el Vicario de Cristo a la cabeza, la Iglesia debería de tener el coraje de llamar a las cosas por su nombre. Y si hay cisma, pues digamos que hay cisma. Clarificar las cosas es el primer paso hacia la resolución de los problemas. Tapar el sol con un dedo no conseguirá evitar que nos quedemos ciegos. La Iglesia siempre tendrá la puerta abierta para que regresen a su seno los que se han alejado. Pero difícilmente volverán aquellos a los que ni siquiera se les ha dicho que están fuera, aunque lo estén.

Luis Fernando Pérez