Grandioso Benedicto XVI
A veces pienso que tenemos un Papa que no nos lo merecemos. Lo que hizo ayer, firmando el decreto referente a “las virtudes heroicas del Siervo de Dios Pío XII (Eugenio Pacelli), Sumo Pontífice” a la vez que un decreto similar respecto a Juan Pablo II es una de las genialidades de este pontificado. Y es que era una cuestión de justicia que la Iglesia reconociera los méritos del Papa Pacelli. Por más que un sector importante de la comunidad judía actual se oponga a la medida, la Iglesia no puede ni debe de poner las deseables buenas relaciones con esa comunidad por encima de la obligación de dar honra a quien honra merece entre sus hijos. Y más si uno de esos hijos ha sido objeto de campañas difamatorias y repelentes por parte de esa comunidad, que se separa claramente de lo que judíos muy relevantes escribieron sobre Pío XII tras su muerte.
No hace falta que repita las citas de Golda Meier y otros rabinos que alabaron al último Papa Pío y que reproducimos hoy en la noticia sobre el tema que hemos dado en InfoCatólica. No olvidemos que Pío XII consiguió del Señor la gracia de la conversión a Cristo y la fe católica del por entonces Rabino Jefe de Roma, Eugenio Zolli. Eso todavía “duele” en la comunidad judía italiana. Pero, tanto si les gusta como si no, ese es el camino que deben seguir todos los judíos si quieren ser salvos: Aceptar a Jesucristo como Mesías y entrar en comunión con su Iglesia.
El Papa Benedicto XVI puede no ser políticamente correcto en esta cuestión, pero precisamente eso le hace más grande. Y ojalá que en un día cercano podamos asistir a la beatificación conjunta de dos grandes Papas: Juan Pablo II y Pío XII. Del primero, poco puedo decir que no haya dicho ya. Es uno de los más grandes papas de la historia y, por sí solo, el ejemplo que nos dio a todos con su forma de abordar la enfermedad y el dolor en sus últimos años de vida, debería de llevarle a los altares.
Hemos de dar gracias a Dios por el hecho de que nos lleva dando un gran número de papas santos en el último siglo y medio de la historia de la Iglesia. Salvo en los primeros siglos de dicha historia, donde un gran número de papas alcanzó la santidad por vía del martirio, el papado no ha sido precisamente una fuente abundante de siervos de los siervos de Dios beatificados y canonizados. Estamos, pues, ante una era muy especial en cuanto a los sucesores de Pedro. Roguemos al Señor para que así siga siendo en el futuro.
Luis Fernando Pérez