El nacional-catolicismo catalán echa el resto

Por si no había quedado claro que el cardenal Sistach apoyaba el “Estatut” de autonomía de Cataluña, este fin de semana se ha publicado por parte del semanario socio-religioso Catalunya Cristiana un editorial de apoyo total a la iniciativa de los doce periódicos catalanes a favor de dicho texto legal, que en realidad es una especie de pseudo-constitución que situaría a esa comunidad autónoma en un situación muy cercana a la de la independencia de España. Como quiera que el director del semanario es nombrado por el cardenal Sistach, es de suponer que el prelado está totalmente de acuerdo con él. En otras palabras, en un ejercicio de cesaropapismo moderno sin igual, Catalunya Cristiana pone por escrito de forma más “bruta” lo que el Cardenal Sistach dijo el otro día.

El caso es que el nombre del semanario implica a toda la Iglesia Católica en Cataluña. Es decir, la totalidad de los obispos catalanes, sean nacionalistas o no, se ven implicados por ese editorial. Si a alguno de ellos le parece que va más allá de lo que es prudente, normal y hasta cristiano, lo normal es que levante la voz y se desmarque del mismo. No olvidemos que ese estatuto fue votado afirmativamente sólo por un tercio del censo electoral -la mayoría no votó-. Y además, hubo al menos dos partidos políticos que votaron en contra del Estatut. ERC, que lo considera insuficiente porque ellos buscan la independencia, y el PP, que lo considera inconstitucional.

Con este posicionamiento “oficioso” -¿quizás oficial?- de la “iglesia catalana", la situación que se puede crear en caso de que, como cabe esperar, el Tribunal Constitucional declare que el Estatut no encaja en la Constitución, puede ser tremenda. Catalunya Cristiana apela a la dignidad de Cataluña en relación con dicho texto legal. Por tanto, si el texto se anula o se modifica esencialmente por el TC, la “iglesia catalana” lo consideraría una afrenta contra su “nación". Lo que eso implicaría es algo que todavía no podemos saber, aunque sí intuir. Y no parece que vaya a ser nada bueno.

Como ya dije el otro día, la unidad de España no es un dogma de fe. La de Cataluña, dicho sea de paso, tampoco. Es mucho el tufo a nacional-catolicismo separatista que desprende el editorial de Catalunya Cristiana. Si los obispos catalanes creen que Cataluña es una nación, entonces pueden pedir, tranquilamente, que sea también un Estado independiente. Sin embargo, si Cataluña, por historia y por la Carta Magna de España, no es una nación, lo que están haciendo es dar alas a un tipo de nacionalismo que el magisterio papal, en especial el de Juan Pablo II, ha condenado. Y además, están poniendo en grave peligro la paz social y el bien común de toda España. Por tanto, no caben silencios cómplices ni estrategias del avestruz: Monseñor Jaume Pujol Balcells, arzobispo de Tarragona, Monseñor Joan Enric Vives Sicilia, obispo de Urgell, Moseñor José Ángel Saiz Meneses, obispo de Terrassa, Monseñor Javier Salinas Viñals, obispo de Tortosa, Román Casanova Casanova, obispo de Vic, Monseñor Jaume Traserra Cunillera, obispo de Solsona, Monseñor Agustín Cortés Soriano, obispo de Sant Feliu de Llobregat, Monseñor Francesc Pardo Artigas, obispo de Gerona y Monseñor Joan Piris Frígola, obispo de Lleida, deben de manifestar su aprobación o desaprobación de ese editorial. Su silencio habrá de ser entendido como una aprobación del mismo, siquiera por la norma de que el que calla, otorga.

El resto de españoles, en especial los católicos, estaremos atentos a lo que ocurra a partir de ahora. Por ejemplo, algunos podemos empezar a pensar que si los obispos de las diócesis catalanas se sitúan al borde del independentismo, quizás ha llegado la hora de pedir a la Conferencia Episcopal Española y, ¿por qué no?, a Roma que digan algo al respecto. A lo largo de la historia se ha demostrado que los silencios sólo sirven para empeorar la situación. Tampoco pedimos imprudencia. Esa se la dejamos a los que han publicado ese editorial. Pero nada de quedarnos cruzados de brazos. Es hora de que se decida de una vez por todas si España seguirá siendo lo que lleva siendo desde hace siglos o si puede fracturarse en varios estados independientes. Si desde la jerarquía de la Iglesia no se puede dar ahora una opinión al respecto, que luego no se extrañe si no se la tiene en cuenta cuando la situación sea ya irreversible.

Luis Fernando Pérez