Paracuellos, el obispo Reig Plà y la desvergüenza de la izquierda

Era de esperar. Cuando se supo que el obispo de Alcalá, Monseñor Juan Antonio Reig Plà, había presidido una misa en Paracuellos, todo indicaba que la izquierda se le iba a tirar encima. Usan como excusa que en la misa había una bandera de España con el Águila de San Juan como escudo y que, fíjense ustedes qué escandalazo, a la misma asistió Blas Piñar. Se ve que esa izquierda que cada vez tiene más afición a exhibir banderas de la II República en sus mítines tiene repelús por un escudo que, vaya por Dios, figura en el ejemplar de la Constitución que firmó el Rey tras ser aprobada en referéndum por los españoles. O sea, los que se enorgullecen de una bandera que llevó a España a la Guerra Civil se rasgan las vestiduras por un escudo que forma parte de la historia de España mucho antes de que los tatarabuelos de Franco nacieran. Dicho lo cual, también creo que no era necesario que esa bandera estuviera al lado del altar. Las misas no deben servir para hacer exhibición de símbolos que no son litúrgicos, por muy respetables que sean. Eso debería de haberlo tenido en cuenta el obispo de Alcalá.

Respecto a la presencia de Blas Piñar, conviene recordar que él no ha matado a nadie. No puede decir lo mismo la izquierda española, que cuenta entre sus filas a Santiago Carrillo, el tipo que precisamente fue uno de los principales responsables de la matanza de Paracuellos. Las manos de Blas no están manchadas de sangre. Las de Carrillo sí. Así que mejor es que no quieran rememorar la historia dando a luz nuevas checas mediáticas. Que el PSOE y los comunistas arremetan contra un obispo católico por honrar a los mártires que fueron asesinados por orden de uno de sus camaradas todavía vivo, es una muestra más de la poca vergüenza, de la indecencia, de la miseria moral y humana de la izquierda que nos gobierna.

Pues que sepan toda esa panda de rojos anticlericales del siglo XXI que la Iglesia ha honrado, honra y honrará las veces que sea necesario a quienes dieron su sangre por Cristo y por España. Por ese orden, además. Don Juan Antonio tenía toda la razón cuando dijo que Paracuellos es una de las más grandes catedrales de los mártires católicos de toda la historia. De hecho, mientras que la falsa memoria histórica que quieren imponernos desde la izquierda no llegará más allá de esta generación o de la próxima, pasarán los siglos y la Iglesia seguirá honrando a los mártires de Paracuellos y de toda la Guerra Civil. Esa guerra que, como han demostrado de forma clara y rotunda historiadores que lo son de verdad -Ricardo de la Cierva, Pío Moa, César Vidal, etc-, fue buscada, alentada y provocada por los antepasados políticos del actual PSOE.

Vaya desde aquí mi cariño y apoyo a Monseñor Reig Plà. Sé de muy buena tinta que es un obispo que intenta servir a Dios sin obsesionarse con su carrera eclesiástica. Ha demostrado que no tiene pelos en la lengua y que no se avergüenza de ser pastor de unas ovejas que han sufrido no poco menosprecio eclesial, no digamos social, por mantener viva la memoria de alguien que, guste más o guste menos, salvó a la Iglesia en España de perecer bajo el comunismo. La Iglesia tiene el deber moral de reconocer tal hecho, sin que ello suponga un deseo de regresar a un régimen que cumplió su papel en la historia de este país. La nostalgia sirve de poco y es un lastre que debe ser soltado. Pero dar honra a quien honra merece es un deber cristiano. Y los que están enterrados en Paracuellos la merecen. Que un sucesor de los apóstoles así lo entienda es de agradecer y de alabar.

Luis Fernando Pérez

PD: Esquela por los fallecidos en Aravaca, Paracuellos y Torrejón de Ardoz