Datos a tener en cuenta con la llegada de los anglocatólicos
Sin la menor duda el patio está muy alterado desde que ayer se hizo público que el Papa abre los brazos de la Iglesia Católica a los anglicanos que quiere formar parte de la misma, sin perder por ello todos los rasgos de la tradición religiosa a la que han pertenecido. La alegría de la mayoría de los católicos de bien contrasta con las quejas que ya se están produciendo desde sectores “progre-eclesiales“, que ven con preocupación el hecho de que los anglocatólicos que van a entrar en la Iglesia son ciertamente conservadores en lo moral y en lo litúrgico. No olvidemos, por ejemplo, que la Traditional Anglican Communion se separó de la Comunión Anglicana, entre otras razones, por la aprobación de la ordenación de mujeres como presbíteras en el seno del anglicanismo. No hace falta que expliquemos cómo consideran la cuestión del avance del lobby gay en el anglicanismo esos anglocatólicos que pronto estarán en plena comunión con el resto de católicos. En otras palabras, los futuros católicos procedentes del anglicanismo representan mejor el “ethos” católico que aquellos que estando hoy en el seno de la Iglesia Católica viven apartados de su magisterio.
Existe también una preocupación legítima en algunos católicos que no entienden cómo se puede conjugar bien el hecho de que los anglocatólicos, cuyo rito se puede decir que es latino, van a mantener su tradición de poder ordenar sacerdotes a hombres casados. Eso ya ocurre en los católicos de ritos orientales que están en comunión con el Sucesor de Pedro, pero los anglocatólicos no son orientales sino hijos de una tradición “occidental", por decirlo de alguna manera. Yo creo que lo que se va a producir a partir de ahora es, introducidas las modificaciones necesarias que garanticen la aceptación de todo el corpus doctrinal católico, la asunción del rito anglicano dentro de la Iglesia Católica como “nuevo rito". Debemos esperar a ver cómo soluciona el Papa esa cuestión en la Constitución Apostólica que se nos ha anunciado. Si se me pregunta si creo que este tema va a afectar a la cuestión de la obligatoriedad del celibato para los sacerdotes católicos de rito latino, mi respuesta es que a corto y medio plazo no afectará pero que, en todo caso, y aun siendo yo partidario de que las cosas se queden como están, tampoco supondría ningún drama que afectara.
En relación a cómo puede afectar todo esto a la propia Comunión Anglicana, lo cierto es que tengo una verdadera curiosidad por saberlo. La antigua High Church, esa rama del anglicanismo más cercana al catolicismo y a las iglesias ortodoxas que al protestantismo, tiene ya las puertas abiertas de la Iglesia Católica. Veo previsible que los anglocatólicos acaben entrando de forma muy mayoritaria en la comunión católica, conservando su propia tradición eclesial. Eso puede suponer, ironías de la historia, que la Iglesia Católica será la tabla de salvación de un modelo de anglicanismo que hoy está en claro peligro de extinción dado el avance del liberalismo y del protestantismo reformado dentro de la propia Comunión Anglicana. No olvidemos que esta comunión eclesial ha estado a punto de estallar en pedazos por la guerra abierta entre los anglicanos de tendencia protestante evangélica (a esa pertenece el único obispo anglicano de España) y los anglicanos liberales, esos que defienden prácticamente cualquier barbaridad que se aleje de la Revelación y la Tradición de la Iglesia. Los anglocatólicos, que aun siendo minoritarios siguen teniendo un peso no pequeño en el anglicanismo, estaban en una especie de tierra de nadie, así que ahora que Roma les acoge en su seno, puede que solucionen sus dudas acogiéndose a la generosidad del Vicario de Cristo. Eso dejaría a la “iglesia” anglicana ante la tesitura de tener que elegir entre ser una denominación protestante más (low church), que en realidad es lo que son ya la mayor parte de los anglicanos del mundo, o convertirse en un engendro liberal -al que yo llamaría “not church at all"- que vaya de cabeza hacia su autodisolución debido a la falta de fieles.
En defintiva, la Vía Media, como tal, ha dejado de existir, si es que alguna vez existió. El anglocatólico puede ser ya católico en plena comunión con la Sede Apostólica; el anglicano protestante será un protestante más; y el anglicano liberal pasará a no ser considerado ni siquiera cristiano por católicos, protestantes y ortodoxos. Rowan Williams, del que no se sabe si sube o si baja, si viene o si va, asiste atónito a lo que está ocurriendo. Su falta de determinación para poner coto a los desmanes de los liberales le pueden convertir en el primado de la nada, en el primus inter pares de los que quieren ser impares. Sólo falta que un rey británico decida en un futuro seguir el camino de los anglocatólicos y pida entrar en la comunión con el Obispo de Roma. Ese día, quizás no tan lejano como pueda parecer, el cisma que empezó en el lecho de un rey adúltero habrá llegado a su fin. Ese día John Henry Newman, quizás para entonces santo, dará saltos de alegría en el cielo.
Un último punto, ciertamente importante. El mismísimo Rowan Williams ha asegurado sorprendentemente que lo que ocurre ahora es fruto del diálogo ecuménico en los últimos cuarenta años. Pues le doy la razón. El mejor fruto de ese diálogo es que los que estaban fuera de la comunión plena con la Iglesia de Cristo, vuelvan a su seno. Estos anglocatólicos muestran el camino a sus hasta ahora hermanos. No sé yo si esto es lo que esperaba el cardenal Kasper, pero es lo que el Espíritu Santo, quien sin duda ha iluminado a Benedicto XVI, ha dispuesto.
Luis Fernando Pérez