¿Angel o demonio? A propósito de unas desafortunadas declaraciones
No tengo el placer de conocer personalmente al P. Angel. Conozco de sus beneméritas actividades y le felicito por ello. Pero no puedo menos que sorprenderme al leer sus recientes y desafortunadas declaraciones. Este sacerdote es consciente de su notoriedad y debe saber que sus opiniones no caerán en saco vacío y se propagarán mediatícamente con mucha fuerza. Supongo que también es consciente que sus opiniones sobre el uso del preservativo entrán en franca contradicción con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. ¿Qué pretende este sacerdote? ¿Descalificar la enseñanza de los Sucesores de los Apóstoles? ¿Confundir y desorientar? ¿Erigirse en un magisterio alternativo y paralelo? La fama y notoriedad pueden subirse fácilmente a la cabeza y olvidarse uno de quien es y qué misión le corresponde. El P. Angel es por encima de todo, incluso de “ciudadano del mundo” un sacerdote de la Iglesia Católica y como tal debe actuar. La discrepancia abierta con las enseñanzas de la Iglesia constituye un hecho de gran gravedad. Como sacerdote culto e instruido, el P. Angel sabe que hay un cuerpo magisterial perfectamente elaborado sobre el tema y que el Magisterio de la Iglesia evoluciona siempre de forma homogénea, no entrando nunca en contradicción. Personalmente opino que la enseñanza magisterial es enormemente oportuna. Hoy se está vendiendo a nuestra juventud la perversa idea que en sexo vale todo con tal que no se produzca un embarazo o enfermedad. Estamos en los antípodas de la antropología cristiana. Una ciénaga putrefacta de impureza está ahogando a los jóvenes desde edades muy tempranas y, lo peor de todo, les incapacita para amar de verdad, para vivir la fidelidad, para formar una familia sólida y estable con todo lo que esto comporta para la Iglesia y sociedad. Pablo VI fue clarividente, valiente y profeta. Vislumbró donde nos llevaría la manipulación artificiosa de la sexualidad humana. Si hoy levantara la cabeza, viendo el panorama, le daría un soponcio. Flaco servicio ha hecho el P. Angel con estas declaraciones. Tal vez haya logrado el plausus mundi pero no el aplauso de Cristo. Es de suponer que, después de haber conversado con la autoridad eclesiástica competente, el P. Angel rectificarà sabiamente y compartirá que la solución va por otro camino: humanizar la sexualidad, como ha dicho recientemente el Papa.
5 comentarios
Es de suponer que, después de haber conversado con la autoridad eclesiástica competente, el P. Angel rectificarà sabiamente
Pues hablando de suponer, eso que dice usted supone varias cosas que yo supongo que no es fácil que se den:
1- Que la autoridad eclesiástica competente le llame al orden.
2- Que el padre Ángel acepte rectificar públicamente. O sea, que retire la barbaridad sobre los niños "no deseados" y que diga ante los medios que el uso del preservativo no es moralmente lícito.
Por muy triste que nos pueda parecer lo dicho por el P. Ángel no es poco cierto que el ánimo de manifestarse, en ciertos sectores de la Igleisa católica, por "encima" o, simplemente, lejos, de la doctrina claramente establecida, es grande y, por eso, ni habrá rectificación ni nada por el estilo.
Aunque le digo, con franqueza, que me gustaría equivocarme.
Recibir este colectivo adolescente el beneplacito de quién ejerce el Ministerio Sacerdotal representando a Cristo, no es la manera que corresponda a los votos ejercidos por él en su consagración al servicio de Cristo y de la Iglesia siquiendo el orden al dispensar "TODAS" las enseñanzas sagradas entregadas a los sacerdotes ordenados.
Un saludo cordial: Ferran
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