Salus in familia
El 21 de diciembre de este 2012 que ya expira, cuando según algunos debía acabar el mundo, el Papa Benedicto XVI tuvo un discurso que podríamos calificar de aquellos que marcan época.
Entre los temas tratados destaca la atención a la familia. No hace mucho, el Presidente Monti afirmaba ver con tristeza como Italia caminaba hacia su autodestrucción. Lo mismo podríamos decir, mutatis mutandis, de España y muchos países de occidente.
Las cifras del aborto en nuestro país deberían hacer saltar las alarmas a cualquier mente sensata. La falsificación de matrimonio y la familia, la destrucción en aumento constante de tantas familias y la dejadez de muchas en temas tan trascendentales como la educación de los hijos son fenómenos que causan profunda y justificada inquietud.
Es verdad, gracias a Dios, como dice el Papa, que la familia sigue siendo fuerte y viva también hoy, como se constató en Milán, en el encuentro mundial de las familias. No obstante, el Papa habla de una crisis de “fundamentos”: “Sin embargo, es innegable la crisis que la amenaza en sus fundamentos, especialmente en el mundo occidental”.
No se trata pues de una crisis de “fachada”. Afecta a los fundamentos, a la identidad misma de la institución básica de la sociedad. En el tema de la familia, observa Benedicto XVI, se hace patente que no se trata únicamente de una determinada forma social, sino de la cuestión del hombre mismo; de la cuestión sobre qué es el hombre y sobre lo que es preciso hacer para ser hombres del modo justo.
Un primer desafío proviene de cuestionar la capacidad y conveniencia por parte de las personas de establecer compromisos definitivos. La familia de constituye precisamente por la unión con voluntad de permanencia indisoluble de un hombre y una mujer, en una comunidad de amor fiel abierto a la vida. La proliferación del concubinato en nuestra sociedad así como de las dolorosas y cada vez más abundantes rupturas ponen en evidencia el trabajo demoledor de una determinada ingeniería social contraria a Dios y al hombre.
Dice el Papa que el rechazo de la vinculación humana, que se difunde cada vez más a causa de una errónea comprensión de la libertad y la autorrealización, y también por eludir el soportar pacientemente el sufrimiento, significa que el hombre permanece encerrado en sí mismo y vive sólo para sí. Es el drama de una generación que ha recibido mucho y no es capaz de dar nada. Pero el hombre, como bien dice el Papa, sólo logra ser él mismo en la entrega de sí mismo, y sólo abriéndose al otro, a los otros, a los hijos, a la familia; sólo dejándose plasmar en el sufrimiento, descubre la amplitud de ser persona humana. La paradoja evangélica se cumple una vez más: Aquél que se reserva la vida, la pierde; en cambio el que entrega su vida con generosidad la construye auténticamente.
Alude también el Papa en su discurso a la nefasta ideología de género que es, a mi parecer, el error más grave de nuestros tiempos. Es importante la referencia que hace el Papa al gran rabino de Francia, Gilles Bernheim sobre este tema que también advierte como en la crisis de la familia está en juego la visión del ser mismo, de lo que significa realmente ser hombres.
Según la nueva filosofía de la sexualidad que llamamos ideología del “género” el sexo ya no es un dato originario de la naturaleza, que el hombre debe aceptar y llenar personalmente de sentido, sino un papel social del que se decide autónomamente, mientras que hasta ahora era la sociedad la que decidía.
Nos enseña el Papa como la falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella es evidente. El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear.
El hombre niega su propia naturaleza. Ya Ratzinger dijo que se trataba de la mayor rebelión de la creatura a su Creador. Y si no existe la dualidad de hombre y mujer como dato de la creación, explica el Papa, entonces tampoco existe la familia como realidad preestablecida por la creación.
Y continúa diciendo: “ Pero, en este caso, también la prole ha perdido el puesto que hasta ahora le correspondía y la particular dignidad que le es propia. Bernheim muestra cómo ésta, de sujeto jurídico de por sí, se convierte ahora necesariamente en objeto, al cual se tiene derecho y que, como objeto de un derecho, se puede adquirir. Allí donde la libertad de hacer se convierte en libertad de hacerse por uno mismo, se llega necesariamente a negar al Creador mismo y, con ello, también el hombre como criatura de Dios, como imagen de Dios, queda finalmente degradado en la esencia de su ser. En la lucha por la familia está en juego el hombre mismo. Y se hace evidente que, cuando se niega a Dios, se disuelve también la dignidad del hombre. Quien defiende a Dios, defiende al hombre”.
Así son y están las cosas. El Papa lo ha explicado con inexorable claridad. Hay que salvar la familia para salvar el hombre y son muchas ya las mentes lúcidas que lanzan este grito: “¡Salvemos la familia!”.
Acabo esta reflexión con un hermoso pensamiento de San José Manyanet, hijo excelso de mi Parroquia, apóstol y profeta de la familia: “Haced un Nazaret en cada hogar”. Este es el camino: construir familias sólidas y fuertes, familias basadas en el amor fiel y constante, familias que son escuela de vida, de fe y de virtud, familias que, en definitiva, serán las que van a regenerar el tejido social y nos harán salir del abismo en que vamos cayendo.
Afortunadamente estas familias existen y será muy bueno que se unan y trabajen conjuntamente. Empezando en las parroquias, llamadas a ser “familia de familias” y en las Iglesias particulares.
El pasado sábado, vigilia de la Sagrada Familia, tuvimos en nuestra hermosa Catedral románica de Seu d’Urgell una gran fiesta de la familia donde se encontraron con nuestro Arzobispo-Obispo numerosas familias de la diócesis en un testimonio alegre y esperanzador de la vitalidad de la familia. Y ya no digamos de la gran fiesta de la familia en Madrid el domingo. Nuestra sociedad necesita, más que nunca, estas manifestaciones y testimonios que hagan ver que la belleza de la familia es real y posible.
Con mis mejores deseos para el año 2013. Que el Señor nos ayude a hacerlo más luminoso que el que dejamos atrás.
Juan Antonio Mateo García
Delegado Diocesano para la Pastoral de la familia y la vida. Urgell
4 comentarios
El fundamento es Dios.
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Efectivamente. Dios ha diseñado la familia y en vano se esforzarán los "constructores" si no edifican sobre este fundamento.
Eso es una muestra clarísima de que si el Papa clama pero los obispos callan, el mensaje no trasciende. La Iglesia habla a través del Papa, pero el mensaje llega al pueblo a través de los obispos.
Cuando llega...
En fin.
Felicitaciones a don Demetrio, obispo ejemplar.
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