¿COMULGAR SIN CONFESAR? Comulgar bien: Un objetivo pastoral prioritario y permanente (2)
Enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1457):
“Según el mandamiento de la Iglesia todo fiel llegado a la edad del uso de razón debe confesar al menos una vez la año, los pecados graves de que tiene conciencia. Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave que no celebre la misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental a no ser que concurra un motivo grave y no haya posibilidad de confesarse; y, en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes. Los niños deben acceder al sacramento de la penitencia antes de recibir por primera vez la sagrada comunión.
En la primera parte de la reflexión hemos observado que la primera condición para una buena Comunión es la recta fe: saber a Quién vamos a recibir. Yo creo que si se tuviera una conciencia clara y meditada de esto, muchas otras cosas vendrían como lógicas consecuencias. Si fuéramos verdaderamente conscientes de que vamos a recibir a nuestro adorable Redentor, al Hijo eterno del Padre, encarnado en el seno virginal de María, crucificado a favor nuestro, resucitado y que retornará un día glorioso como Juez de vivos y muertos… ¿cómo no haríamos lo posible para recibirle dignamente?
Consiedro que las palabras que pronunciamos antes de comulgar cuando decimos “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa…” contendrán siempre una verdad mayor que lo que podemos imaginar. Sólo la bondad y amor del Señor nos dan fuerzas para tal audacia. Su palabra basta para sanarnos. Y podemos acercarnos a recibirle, eso sí, con el vestido de fiesta que se requiere. El vestido de la justicia y de la inocencia que Él nos ha obtenido y que hemos recibido en nuestro bautismo. Así, un niño recién bautizado, como es costumbre en las iglesias de Oriente, recibe dignamente el Cuerpo del Señor.
Pero ¿y los que hemos recibido el bautismo ya hace años y perdemos la gracia a causa del pecado? ¿Podemos acercarnos sin estar en gracia de Dios al Santo Sacramento?
En el debate y coloquio habido a partir de mi anterior artículo, alguno de los comentaristas casi se enfadaba porque pudiera dudarse de la respuesta a la pregunta planteada.
Efectivamente, hasta hace unos pocos decenios, todos sabíamos por la catequesis más elemental, que nadie debía acercarse a la Sagrada Comunión si, consciente de pecado mortal, no se había confesado
Yo recuerdo de niño, que si algún domingo, entretenido en mis juegos, me había saltado la Santa Misa, debía confesarme, pedir perdón, antes de volver a comulgar. No hacían falta doctos discursos teológicos para ello.
Sin embargo, ¿quién observa hoy esta praxis? Sin entrar en juicios de conciencia que sólo competen a Dios, yo, como sacerdote, contemplo despavorido, cómo se acercan a la Sagrada Comunión tantas personas que no frecuentan casi nunca la Misa por no citar otras situaciones que son públicamente conocidas. La verdad es que hemos de predicar mucho al respecto, con tacto y oportunidad, pero también con determinación.
La pérdida del sentido del pecado producida por el oscurecimiento o la ignorancia de la fe, el olvido casi perpetuo de muchos por el sacramento de la Penitencia y las Comuniones mal hechas son un pesado lastre en la vida de muchos cristianos y del conjunto de la Iglesia, una causa importante de muchos males que nos afligen.
Una visión mínimamente realista de la vida cristiana nos hace ver la inviabilidad de la misma sin el recurso frecuente a la Confesión. En este año sacerdotal es oportuno redirigir nuestra mirada al Santo Cura de Ars y constatar su dedicación ejemplar a la administración del sacramento de la Confesión. Como nos ha dicho el Papa, no podemos resignarnos a ver vacíos nuestros confesionarios: vacíos de sacerdotes y vacíos de penitentes. Nos va en ello lo más precioso de la misión de la Iglesia: la salus animarum, suprema lex.
Debemos acudir frecuentemente a la Confesión sacramental para recibir dignamente la Comunión y dar frutos de santidad. Al menos debemos acudir a la Penitencia una vez al año, en peligro de muerte y siempre que deseemos comulgar.
39 comentarios
Estoy harta de escuchar de los católicos esto que digo y creo que en más de alguna ocasión, ello es alentado por algunos sacerdotes, quienes incluso "invitan" a acercarse a la comunión a aquellos que por sus circunstancias públicas y notorias (v.g. vivir en adulterio) deberían estar excluidos del sacramento.
A mayor abundamiento, a los pocos que aún "usamos" tal sacramento, se nos presentan todo tipo de trabas. Hay parroquias en las que jamás he visto a un sacerdote confesando , muchas de las cuales no tienen siquiera un confesionario. En otras, el tiempo reservado para la administración del sacramento es tan corto que debe uno disparar los pecados al confesor como si participara en el concurso de "quien dice más pecados en menos tiempo". En fin, no me quiero extender, pero opino que el sacramento de la penitencia debería ser objeto de una especial catequesis, dirigida tanto a los fieles ,como a los propios administradores del mismo.
Me da vergüenza y apuro parecer severo, porque yo soy un laico, pero lo cierto es que, incluso en mis etapas de mayor penuria espiritual, de crisis diversas, de rebeldías incluso contra la madre Iglesia, nunca he abandonado el sacramento de la penitencia. Incluso habiendo tenido la experiencia de confesar con sacerdotes un tanto impacientes, severos, duros, ácidos; en realidad, una vez conocidos lo que he hecho no ha sido otra cosa que acudir a otros sacerdotes.
Incluso pensando a menudo que las confesiones y absoluciones comunitarias, sin dejar de ser excepcionales, pueden ser más frecuentes, o que el sacramento de la confesión individual y auricular como hasta ahora se viene pacticando pueda ser en alguna medida modificado, mejorado, no sé, nunca he dudado de la centralidad del sacramento de la reconciliación o penitencia en la vida de fe.
Sin confesión casi imposible que pueda haber conversión a Cristo y a su Iglesia.
QUe los curas metan horas rezando en el cofesionario y la gente se acercará.
QUe los laicos y catequistas se mojen , prediquen y practiquen esta doctrina.
Quiero ser solamente un pobre fraile que ora… Dios ve manchas hasta en los ángeles ¡cuanto mas en mi!
Yo no me cansaré de orar a Jesús, es verdad que mis oraciones son mas dignas de castigo que de premio, porque he disgustado a Jesús con mis incontables pecados; pero al final, Jesús se apiadara de mi.
La confesión es la purificación del alma, hay que hacerla a mas tardar cada ocho días; yo no me puedo resignar a tener a las almas mas de ocho días alejadas de la confesión.
Padre que bueno es usted!
-Yo no soy bueno. ¡no se como este hábito de San Francisco que visto, no huye de mi! El mayor delincuente de la tierra es oro comparado conmigo.
Del libro Buenos días, un pensamiento para cada día del año.
Y a "Difunta" le diría: Haces honor a tu nombre. El que no se confiesa acaba muerto por dentro.
Muchas gracias
Jorge: Depende del pecado. Si es un pecado mortal, no debe comulgar hasta después de haber confesado. Por ejemplo: Si uno comete pecado de fornicación, por poner un caso, no debe comulgar sin confesarse. Para detalles concretos consulte a su confesor qye preferentemente debería ser habitual.
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Padre, si hiciesen eso saltarían chispas el primer mes, por culpa de la dejadez anterior, pero luego ya está todo entendido de nuevo y rapidito.
Más vale una vez colorados que cientos amarillos como estamos ahora, qué refrán más bueno ese y qué útil para épocas de desvaríos.
"Velad y orad", decía Jesús, "para no caer en la tentación".
Decía Santa Teresita del Niño Jesús, que no había que aplazar, ni siquiera para el día siguiente, la determinación de comenzar a ser santo uno.
Y la frase de que Dios te promete la salvación, pero no el que exista un día siguiente, en el que puedas salvarte.
Dios es el más misericordioso y el más exigente, precisamente porque nos quiere.
El dejar a la persona en el error, no es bondad.
Hay que tener cuidado y fijarse más en el ejmplo de Jesús con los pecadores, no vaya a ser que caigamos en reacciones inquisitivas más propias d elos fariseos.
Dado que en la Iglesia latina se valora y recomienda tanto la comunión frecuente es cierto que una práctica estricta análoga a la deoriente no es factible.
Ahorabien, probablemente los Domingos habría que repensarlo. No sólo el hecho de la confesión sino la propia preparación para la Eucaristía, que atañe a cada creyente de forma completa, en todos los planos de su existencia: el ayuno, la confesión sacramental, las oraciones (¿cómo puede alguien que rece la oración de san Ambrosio no desear la confesión antes de la misa?) antes de la misa, ese tan prudente ejercicio de cosiderar que esa misa puede ser la última que celebrmos en la tierra (con lo que de temblo y a la vez gozo implica)...
A todo esto el Padre Nicolás nos dejó cn las ganas de un post en el que iba a explicar la preparación a la misa en la ortodoxia. Sería iluminador.
El catecismo de la Iglesia Católica, 1756, dice: "Es un error juzgar la moralidad de los actos humanos considerando solamente la intención que los inspira, o las circunstancias. Existen actos que independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre graves e ilicitos por razón del objeto. Así la blasfemia i el perjurio, el homicidio, el adulterio. Nunca es lícito hacer el mal para justificar un bien".
La confesión antes de comulgar permite recibir a Cristo con limpieza de espíritu y una buena conciencia delante de Dios.
Me parece que hoy es peligrosa la confesión de ser pecadores que hacen muchos, que se declaran pecadores (así en abstracto, por supuesto), con mucho acomodamiento y sin ánimo alguno de mejorar.
El declararse pecador no puede estar al servicio de pretender justificar el pecado.
Cuando hay motivación, cuando hay caridad, cuando hay amor, se superan muchas cosas, y sin ellos, ninguna.
Además, no consta en ninguna parte que la mujer adúltera del evangelio fuera María Magdalena. Infórmate mejor.
El declararse pecador no puede estar al servicio de pretender justificar el pecado. Cuando hay motivación, cuando hay caridad, cuando hay amor, se superan muchas cosas, y sin ellos, ninguna
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Menos mal que en los confesionarios no te encuentras estos juicios de intenciones tan temerarios. Una buena dosis de volunarismo para echar en cara al común de los fieles que si pecan es, en definitiva, por falta de "motivación". Supongo que tú no pisas un confesionario porque, total, estás sobrada de motivación y caridad y superas con creces todos los obstáculos.
Con lo anterior pretendo señalar que muy a menudo la más que obvia crisis por la que atraviesa el sacramento de la penitencia, no es culpa exclusiva de la poca formación catequética o doctrinal de los fieles laicos todos, ni siquiera de su poca conciencia de pecado, sino que es consecuencia directa del desinterés de muchos curas, que no predican con el ejemplo. Máxime teniendo en cuenta que la doctrina de la Iglesia no ha cambiado al respecto, de manera que sigue exhortando a que sin una confesión frecuente no se debe comulgar frecuentemente.
Es un secreto a voces que millones de fieles católicos pasan de tales exhortaciones, como de muchas más, y nada sustancial se hace al respecto. Y cuando digo nada, quiero decir nada.
Insisto en que por mi propia experiencia personal, quiero asegurar que me parece que la praxis de la Iglesia en muchas ocasiones es flagrantemente contradictoria, equívoca: el Magisterio sigue siendo clarísimo a la hora de exhortar a una conversión permanente, que pasa, entre otras prácticas y actitudes que el fiel católico debe asumir, por la confesión frecuente; empero, el día a día nos informa, muy a las claras según se encargan de cantar los hechos, que luego no se es consecuente con la doctrina de la Iglesia.
De modo que lo que abundan son los fieles católicos que como ven que la cosa es laxa, pues se comportan como laxos, como tibios; tan tibios, que puesto que son tibios desconocen las palabras del autor sagrado: "A los tibios vomitará Dios de su boca".
http://www.mercaba.org/DOCTORES/JUAN-CRUZ/la_noche_oscura_1.htm
Y también San Francisco de Sales, en el capítulo 6 y 7 (primera y segunda purificación del pecado), y en el capítulo 19 ( sobre cómo ha de hacerse la confesión general), todo ello de su libro “Introducción a la Vida Devota”, primera parte, aunque vale la pena leerlo entero:
http://www.mercaba.org/DOCTORES/vida_devota-00.htm
p.d. Jes: en mi opinión, creo que puedes acercarte al confesionario y exponérselo así al sacerdote. Si tienes una recta intención, seguro que Dios te ayuda, aunque sea quitándote la ocasión hasta que tengas más firmes tus convicciones. Pídele al Señor que no te deje pecar, y que si no dejas de pecar voluntariamente, te lo impida de alguna forma.
En el catolicismo todo es gracia, todo viene de Dios. San agustín le rezaba así a Dios. Lo que tienes que hacer es detestar esos pecados solo porque Dios los detesta, y luego pásale a Él el fardo para que su Gracia lo carge.
Ningún padre niega nada bueno a sus hijos. Lo normal es que te ponga a prueba tu voluntad con la lucha, pero al final huirás de ellos.
Dios no te miente, Él promete que te puede liberar de cualquier pecado.
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Todo fiel (incluidos los sacerdotes) que tenga conciencia de pecado mortal, deberá cuanto antes salir de dicho estado mediante un sincero acto de contrición y la confesión sacramental. Este es el camino ordinario. Por lo demás, dejemos a Dios que juzgue quienes son mejores.
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Debe contraer matrimonio. Hable con su párroco y le facilitarán las cosas.
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No es posible la autoconfesión. Hable con un sacerdote, exponga su caso. Si es necesario, asáltelo en plena calle. Nada más importante para el sacerdote que atender a sus fieles...
Me siento terrible porque hice mi primera comunión y no me confesé. No sabía que debía hacerlo. Si supe que debía pero no sabía que fuera obligatorio. Me confesé después y en lugar de sentirme bien me siento peor.
Alguien puede decirme que puedo hacer???
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