5.08.13

Dioses falsos y Dios

En el Continente descubierto por Colón, las expresiones religiosas, aunque no pueden universalizarse tenían algunas características que son ciertamente especiales:

  • Se da bastante crueldad, especialmente en los aztecas en México.
  • Tienen principios y leyes severas para castigar los vicios y abusos como la embriaguez, homosexualidad, incesto y otras incontinencias. Los incas castigaban el aborto.
  • Sin embargo, en los cultos se practican el descuartizamiento de niños y personas vivas. Ellas y los que perecen en el combate “gozarán de la felicidad en otro mundo”.
  • Los dioses tienen poder sobre las cosechas, la vida del pueblo y la guerra. A estos dioses hay que aplacarlos (CIC, C, Historia de las religiones, pp. 71-62)

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1.08.13

El «Credo del Diablo»

Hay muchas personas que parecerían vivir en el Limbo, y se extrañan de que existan sectas diabólicas que tienen permanente contacto con el diablo, y que verifican funciones religiosas en las que invocan la presencia y la actividad de Satanás. Alguien me dijo lo siguiente: Es que yo pensaba de que todo lo que se refiere a Satanás es simplemente un argumento para mover a los cristianos a huir del pecado.

Bastaría con que esta persona leyera con atención el Nuevo Testamento que tiene como fondo la figura de Satanás para descubrir su identificación con Jesús, y el descubrimiento de los males que el diablo provoca en la humanidad.

Porque Jesús destaca la presencia trágica del diablo al que llama ser malo, espíritu contrario al hombre, etc. Según Jesús es el Príncipe de este mundo  (Jn 12, 31), y siembra el mal en el campo de Dios,

Sus obras son la posesión diabólica, la enfermedad y la muerte. Satán lucha continuamente con el hombre, atacándole de codicia, de cólera, de soberbia, de maledicencia, con los que desea arrastrar al hombre a la perdición. Son ideas expresadas por Jesús. Precisamente la acción salvífica de Jesús se dirige en el fondo contra el diablo.

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29.07.13

¿Somos trigo o cizaña?

En uno de los viajes de Jesús a Jerusalén, no quisieron los samaritanos darles alojamiento porque odiaban a los judíos, los dos hermanos Juan y Santiago se acercaron a Jesús y le dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo que los consuma? Pero Jesús  dándose vuelta los reprendió, y pasaron a otra aldea (Lc 9, 54-55).

La petición era ridícula, porque no hacía falta que ellos pidieran nada, pudiendo hacerlo el mismo Jesús. La mansedumbre es la característica de Jesús, pero no de sus apóstoles, y a modo de los apóstoles muchos afirman también: Hay cantidad de malvados, ¿por qué Dios no los elimina?.

Jesús dio una respuesta indirecta en la parábola de la cizaña (cf. Mt 13, 24-29). El propietario del terreno que ve crecer la cizaña y el trigo, no la arranca inmediatamente, les da tiempo para que ambos crezcan, cuando ya están maduros se distinguen muy bien las dos espigas, por lo que es más fácil cegar el trigo y llevarlo a los graneros y quemar la cizaña.

Dios ha dado libertad a cada persona, para que se guíe según su voluntad, y le da un tiempo medido para que lo aproveche en beneficio de su alma. Durante ese tiempo, toda persona puede ser fiel y seguir a Dios y alcanzar su felicidad eterna, puede ser un malvado que pisotee los dones de Dios y los destruya desgraciadamente, toda vida tiene un final cuya fecha se ignora, y Dios concede a cada uno la posibilidad de una conversión aunque a lo largo de toda su existencia haya sido un malvado. Mientras dure su vida puede buscar y alcanzar el perdón, el buen ladrón lo alcanzó en la última hora de su existencia.

Jesús reprende a los Doce porque ellos quisieron terminar inmediatamente con los malvados, antes de finalizar el tiempo útil que Dios les concediera para su salvación.

Siempre tendemos a juzgar a Dios con nuestro corazón mezquino, más inclinado a la venganza que al perdón, y Dios es diverso como lo mostró en el amplio y desinteresado perdón que concedió hasta a quienes le condenaron y a los que le clavaron en la Cruz.

Perdonó a la Magdalena de tan escandalosa vida, perdonó a cuantos reconocían sus extravíos y estaban dispuestos a solicitar el perdón. Los hombres en cambio pedimos inmediatamente un castigo de destrucción para los demás, pero no lo quisieran para sí.

Santiago y Juan hubieran aniquilado a la población samaritana por venganza, Jesús los condenó porque no habían adquirido su espíritu de comprensión y de mansedumbre.

Si uno examina su propia vida, captará pronto que a pesar de tantas transgresiones como ha tenido para con Dios, Él le ha esperado largamente, porque siempre cabe una sincera conversión en el último momento como el del ladrón en el Calvario y eso es lo que Dios busca, la salvación de todos. Hasta de los más malvados.

De todas sus virtudes nuestro Señor Jesucristo nos pidió que emuláramos dos: su amabilidad y su humildad (Mt 11, 29). Cuando uno de los guardias del Templo abofeteó al Mesías, Jesús simplemente le dijo: Si he hablado mal, muéstrame en qué, pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas? (Jn 18, 23).

El Aquinate coloca a la mansedumbre entre una de las hijas de la virtud de la templanza, así la mansedumbre es una virtud que modera los ímpetus de la ira, inspira sentimientos de paz, tiene en sosiego y tranquilidad al alma, destierra del corazón toda aspereza, todo mal humor, hace tratar al prójimo con humanidad y bondad, y excluye toda dureza de nuestros modales y palabras.

A los violentos que exigen venganza inmediata, Cristo les dirá: aprendan de Mí a ser mansos, a dominar sus pasiones, a amar a los enemigos, a desear que ellos no sean destruidos sino salvados, denles tiempo para que recapaciten y se vuelvan a Dios, solamente cuando hayan desaprovechado todo el tiempo que se les concedió, y suene la hora de su muerte, mientras permanezcan en pecado será la ocasión de destruirlos.

El famoso Padre Fáber dijo: Atacar los defectos de otros hombres equivale a hacer el trabajo del diablo; hacer el trabajo de Dios consiste en atacar los nuestros.

Siete reglas para lograr el auto-control:

  1. Niégate a ti mismo. El temperamento airado busca hacer siempre las cosas a su manera. Buscar la propia conveniencia, la facilidad, la comodidad y el placer engendran el mal humor.
  2. Sé una persona calmada, tranquila o sosegada. No esperes que la gente sea perfecta, ¡tú mismo no lo eres! No maximices las pequeñas fallas. “Una respuesta suave calma el furor” (Prov 15, 1).
  3. En ocasiones pon pies en polvorosa.
  4. Quédate callado. ¡No esperes que todo el mundo piense, sienta o actúe como tú!
  5. Haz concesiones. Da a los demás el beneficio de la duda, es importante saber si algo fue hecho intencionalmente o no.
  6. Cuenta hasta diez. El remedio más grande para la ira es la demora (Séneca).
  7. ¡Ora, ora, ora! Sólo Jesús puede traer paz al alma que es agitada por la tormenta (Jn 16, 33).

25.07.13

Hay una juventud decente

Desde 1984, se han verificado 28 versiones de la Jornada Mundial de la Juventud, que son encuentros de fe convocados por el Papa. Como sabemos, durante estos días el Brasil es el escenario escogido por el Romano Pontífice para reunirse con los jóvenes de más de 180 países que se han dado cita en Río de Janeiro.

Hay quienes critican estos encuentros por las posibilidades de laxitud que se puedan dar por parte de grupos minoritarios, o quien sabe de infiltrados que nunca faltarán, buscando desvirtuar y desprestigiar.

Este fenómeno ya lo había profetizado Jesús: muchos son los llamados, pero pocos los elegidos que llegan hasta la meta. Muchos los que reciben la invitación personal, pero escasos los que se entregan a Él para ser enviados como apóstoles salvadores de la humanidad. Abundan las promesas y los propósitos, pero no sirven de nada. Ya lo manifestó Jesucristo: No todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos.

Obviamente en estas grandes concentraciones, como sucede en toda forma de reunión, por más religiosa que pueda ser, habrá quienes se aparten del camino o del objetivo. El mismo Jesús se encontró con esas situaciones, como cuando algunos de sus apóstoles disputaron y pidieron los primeros puestos. Judas traicionó a su Maestro por dinero. También de las JMJ unos sacaran mucho provecho, y otros pasarán sin que la sombra del Sucesor de Pedro les haya servido de nada pues habrán desaprovechado esa gracia.

Pero hay una juventud valiente, noble, luchadora por los valores humanos. No todos los jóvenes han heredado de sus padres y familiares el amor al juego, al sexo, a la droga, al alcohol. Hay jóvenes limpios, con elevados ideales aunque viven en un mundo de tentaciones provocadas por sus mismos engendradores.

La prueba la están dando estos días los más de 350.000 jóvenes que se han dado cita en la JMJ 2013, además de los 60.000 voluntarios que apoyan a la digna verificación del evento.

Durante los días previos, los peregrinos, no turistas, han estado en diferentes diócesis de ese país continente, y además de concurrir a los magnos actos de fe juvenil, participan cada día de las diferentes catequesis que se imparten en 26 idiomas y en 273 sub sedes, en las que los jóvenes oyen hablar de Jesús y de su seguimiento en su propia lengua y con el gozo de un encuentro amistoso entre desconocidos, pero unidos por una misma fe.

El Papa ha dicho durante su homilía en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida:

El «dragón», el mal, existe en nuestra historia, pero no es el más fuerte. El más fuerte es Dios, y Dios es nuestra esperanza. Es cierto que hoy en día, todos un poco, y también nuestros jóvenes, sienten la sugestión de tantos ídolos que se ponen en el lugar de Dios y parecen dar esperanza: el dinero, el éxito, el poder, el placer. Con frecuencia se abre camino en el corazón de muchos una sensación de soledad y vacío, y lleva a la búsqueda de compensaciones, de estos ídolos pasajeros.

José Luis Martín descalzo, sacerdote que tuvo gran experiencia humana en todos los estamentos de la sociedad, y con una lámpara como la de Diógenes, sale a visitar nuestras avenidas, y en su ensayo «Razones para la alegría» nos transcribe sus experiencias:

Es cierto que jamás se vieron tantas caras aburridas y desilusionadas. Y que parecen abundar entre los jóvenes más que entre los adultos. ¿Qué es la droga sino un último afán de escapar de la realidad, como quien, hastiado de los sabores cotidianos, solo tiene paladar para los estridentes? “Tengo un aburrimiento mortal”, nos dicen a veces. Y es cierto: viven en un aburrimiento asesino, que lentamente va asfixiando sus almas”.

Y quizás el gran error está en que hemos pensado que el aburrimiento se mata con diversiones. Y la experiencia nos demuestra a diario que las diversiones son, cuando más, un paliativo, una aspirina que calma el dolor, pero no cura la enfermedad. Quien, porque se aburre, no encuentra otra salida que irse al cine o una discoteca, tiene una gran probabilidad den seguir aburriéndose de otra manera en el cine o en el baile. Contra el vacío, la solución no está en cambiar de sitio, sino en llenarse.

Hay que llenarse de algo trascendente. Hay que hallar un ideal que sacuda el adormecimiento y excite la atención. Hay que aprender una afición que, al par que sea útil, resulte excitante para arrojarse a ella. Hay que enamorarse de un ideal permanente, relacionado con la persona misma, y entregarse a su realización.

¿Qué duda cabe de que la mayoría de los jóvenes peregrinos, desean demostrar que mientras hay muchos miles o millones de jóvenes atrapados en las redes de las drogas, del sexo, o del alcohol, existen muchos miles, para quienes la vida es esfuerzo, es lucha permanente contra los vicios, es gozo de estar unidos a Jesús, es esperanza de que existe un más allá atractivo?

(Dedicado a mi sobrino Stéfano peregrino a la JMJ 2013)

22.07.13

Torre de Babel doctrinal

Nuestro Señor Jesucristo puso de aviso a sus discípulos que así como Él ya había sido perseguido lo serían también ellos, simplemente porque predicaban una doctrina en la que condenaban al malvado.

Vemos cómo los fariseos y los escribas, especialmente en la última etapa de su predicación, no tienen más que un objetivo: desacreditarlo ante el público que lo escucha con gusto, pero no por eso debemos extrañarnos de que hoy mismo hay muchos y muy poderosos enemigos de Jesús, de su Iglesia, y de los responsables más conspicuos de la misma.

A propósito del actual debate respecto de la despenalización del aborto, en una página web de grupos feministas radicales, que junto a otros lobbies, agitan aguas para lograr sus perversos objetivos, un comentario dice lo siguiente:

«Basta ya de tantas encíclicas y recomendaciones, ya somos bastante mayorcitos y tenemos la suficiente conciencia para hacer lo que nos permite nuestra libertad y voluntad. El matrimonio, el aborto y la utilización de métodos anticonceptivos tan sólo dependen de nosotros mismos, y de nadie más. Que el Papa se jubile y nos deje en paz».

Pienso: quien ha escrito ese comentario o no es católico, o es católico. Si no es católico no debiera molestarse porque el Papa escriba encíclicas y recomendaciones que sirven muchísimo a quienes desean seguir a Cristo en la actual confusión doctrinal de la sociedad.

Nos hacen un gran favor los Papas, señalándonos las situaciones contrarias a la moral de Jesús. Es asunto de la Iglesia Católica, y a quien no desea ser seguidor de Jesús, no debiera importarle ni molestarle que el seguidor por Él elegido  que es el Papa, recuerde a sus fieles cuál es el camino del Evangelio, y de qué doctrinas y prácticas ha de apartarse.

Pero, ¿si quien escribió el comentario es católico? Su actitud resulta bastante preocupante y condenable. Ningún seguidor de Cristo puede afirmar ser fiel a su doctrina, admitiendo una concepción distinta del matrimonio: Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó (Gen 1, 27), o admitiendo el divorcio que Cristo ya condenó: Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. No puede ser fiel a su bautismo, defendiendo el aborto, crimen abominable, según el Concilio Vaticano II.

Afirma que la moralidad de sus actos depende simplemente de su voluntad. Si leyere las encíclicas y documentos de los Papas, no los lea, no escuche sus discursos, cambie de cadena televisiva cuando aparece el Papa, pero recuerde que la interpretación tan libre de las leyes divinas, le coloca fuera de la Iglesia.

Querer ser dios y vivir sin Dios lleva al ser humano a la ruina total. La edificación y el derrumbe de la Torre de Babel, nos presentan claramente hacia dónde conduce el alejamiento del hombre de Dios y sus semejantes, y nos muestran también, que el intento del hombre por llenar su nada, por crearse a sí mismo, haciéndose de ese modo dios, nunca prosperará.

La Biblia nos muestra el drama humano en toda su realidad, el bien y el mal, las pasiones, el pecado y sus consecuencias. Cuando el hombre quiere afirmarse a sí mismo, encerrándose en su propio egoísmo y poniéndose en el puesto de Dios, acaba sembrando la muerte (…) Pero, con frecuencia, lo sabemos por experiencia, el hombre no elige la vida, no acoge el «Evangelio de la vida», sino que se deja guiar por ideologías y lógicas que ponen obstáculos a la vida, que no la respetan, porque vienen dictadas por el egoísmo, el propio interés, el lucro, el poder, el placer, y no son dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del otro. Es la constante ilusión de querer construir la ciudad del hombre sin Dios, sin la vida y el amor de Dios: una nueva Torre de Babel; es pensar que el rechazo de Dios, del mensaje de Cristo, del Evangelio de la Vida, lleva a la libertad, a la plena realización del hombre. El resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad, pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte“(Francisco, 16-VI-2013, Jornada “Evangelium vitae”).

La Iglesia tiene tanto el derecho como el deber de formular y enseñar su doctrina social, y por ello nunca ha aceptado la pretensión de querer reducir el hecho religioso a la esfera meramente privada (Juan Pablo Magno, 2-XII-78, Mensaje a la ONU). Ciertamente el hombre puede organizar la tierra sin Dios, pero al fin y al cabo, sin Dios no puede menos que organizarla contra el hombre (Paulo VI, Populorum progressio, 42).

Al joven que le pregunta qué debería hacer para entrar en el Reino de los Cielos, Jesús respondió escuetamente: Guarda los mandamientos. Lo que significa: aprende los mandamientos, respeta los mandamientos, trata de cumplir con perfección los mandamientos, con una actitud de sincera sumisión, y no, con esa infatuada soberbia de quien se considera tan importante como el mismo Dios.