Debemos ser positivos
Quién no ha oído decir de alguna persona que es “negativa”, que solo sabe quejarse, que ve la botella medio vacía y no medio llena como la ven las personas optimistas, las positivas.
Hoy, en España, no se admite de ningún modo una intervención directa de la Iglesia en el ámbito político y, en cambio, en nombre del pluralismo hay personas, como nuestros gobernantes, que imponen una perspectiva atea con una fuerza cercana al fundamentalismo. Ante esta actitud, deberíamos preguntarnos el por qué los cristianos nos sabemos vender mejor nuestras ideas.
Los católicos deberíamos hablar más de lo positivo, de la belleza del mensaje cristiano en el ámbito social. No basta señalar lo que está mal quejándonos en vez de hablar de lo positivo. Ya sabemos que la doctrina de la Iglesia molesta a estos “progres de la ceja”, porque se la ve como un freno al hedonismo, a la explotación del hombre… El resultado es que una élite poderosa se impone a una mayoría silenciosa callada.