Misa por los Reyes y por España
Quienes han dispuesto la organización de la proclamación de don Felipe VI como rey de España no han considerado oportuno ningún acto, ceremonia o referencia a la religión católica, patrimonio histórico el más valioso de nuestro pueblo español, de nuestra patria España y de sus instituciones milenarias.
Por la obligación moral que nos impone la Historia y siguiendo el consejo paulino y la tradición apostólica recibida, además de toda la enseñanza bíblica y eclesial, explicitadas en las invitaciones recientes del papa Francisco a rezar por nuestros gobernantes, y de la conferencia episcopal española, exhortando expresamente estos días a ofrecer misas por el rey, y votivas por los gobernantes, fieles cristianos de diversa procedencia eclesial os invitamos a asistir el día 30 de junio, lunes, a las 19:00 horas, en la Basílica pontificia de la Milagrosa, de Madrid, c/ García de Paredes, 45, a una misa de desagravio y reafirmación de nuestras creencias y convicciones que se ofrecerá por España y por el rey Felipe VI y en la que se pedirá por el feliz reinado de una monarquía que sepa estar a la altura de su historia más gloriosa.

Este día de Pentecostés en la parroquia ha sucedido algo que verdaderamente creo que vale la pena hacerlo saber.
Los cristianos en general, y los católicos en particular, se han distinguido porque el seguimiento de Cristo les ha llevado a dar la vida por los demás de formas muy variadas. Unas veces literalmente dando testimonio con su martirio, otras ayudando a los necesitados. No por “buenismo humanista”, sin no por fe en Cristo Jesús, para que de una forma u otra su mensaje llegase a todas partes.
Me ha llamado mucho la atención, diría más, enfadado y entristecido, lo que ha dicho en una entrevista hablando de la Iglesia sobre que en el pasado solo nos hemos centrado en el aborto y la eutanasia. Como me siento parte de la Iglesia universal, aunque quizá usted sólo se refiriera a la de Italia, me tomo la libertad de escribirle.
Don Fernando Sebastian ha estado en su diócesis de Pamplona (*) y nos ha hablado de la transmisión de la Fe en la familia. Como siempre, desde que lo conocí, ha estado lúcido, elocuente y contundente. Tanto que, por momentos, me imaginaba a mí mismo diciendo lo que estaba escuchando y, al instante, sintiéndome recriminado por diversos laicos y clérigos. Pero la autoridad con la que habla D. Fernando no tiene parangón. Es bueno y necesario que saquemos conclusiones y obremos en consecuencia.


