¿Qué está pasando con el amor?
¿Qué está pasando con el amor? ¿Estamos llamando amor a lo que sólo son amoríos? Sobre el amor se han llenado muchas páginas de libros y revistas. Hay excelsos artículos, muchas veces románticos que nos hacen exultar al comprobar que la entrega es algo maravilloso. El dejarse absorber voluntariamente el yo, mi yo, por la persona amada que llega a formar así algo indivisible con la que ama, porque es parte de mi persona. Y no es una entrega ni una invasión dolorosa. Es voluntad afirmada, consciente de que ahí está la felicidad de la persona amada, que es a la vez mi felicidad al ser vivida y compartida.
Y no es una felicidad utópica o vivida como algo pasado de moda. Como una instantánea que puede ser superada por la siguiente, y no es así. El amor ha entrado en el tiempo con una sucesión de episodios que van reafirmándolo y reclama la palabra fidelidad.
Pero hoy, en la época de las citas a ciegas ( el amor es ciego pero no tanto, ni tonto) la fugacidad de lo transitorio “exige” otros tipos de amor, el amorío que siempre existió y era algo censurable, como ave extraña en el común “ gallinero” de la sociedad. Era algo execrable, algo despreciable que reprobaba la sociedad normal.