Campaña «40 días por la vida» en Vitoria
¿Hay un solo lugar para rezar?
La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a rezar en iglesias, templos,… Eso es lo habitual. Y es lo políticamente correcto.
Antes se oraba en los colegios, en las familias se bendecía la mesa y se rezaba el rosario, se hacían oraciones en las romerías. Había un dicho que decía así: Todo empieza con una misa y acaba con una comida. Pero esto cada vez está más obsoleto.
Hoy parece que sólo nos han dejado los lugares privados (casa e iglesias) para dirigirnos a Dios. Cualquier manifestación religiosa está mal vista. Se han quitado los crucifijos de los lugares públicos, casi nadie usa la biblia para hacer un juramento, se vacían de sentido las procesiones,…
Y estando adormecidos y acomodados en esta situación socio-religiosa, aparecen unas personas que rezan en silencio en la calle. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hacen? ¿Estos, de donde han salido? ¿Qué hacen aquí tantas horas y tantos días?
Son los voluntarios de la campaña de 40 días por la vida. Es la primera vez que se realiza esta iniciativa en Vitoria, pero en el mundo las campañas se han repetido desde hace muchos años. Hoy, hay 612 ciudades rezando a la vez.
Ellos sólo rezan en silencio con unas armas inofensivas, un cartel y un rosario. Pero son armas poderosas. El cartel con el lema «Rezamos por tí y tu bebé» remueve conciencias, despierta a la sociedad de su letargo y motiva comentarios e insultos. El rosario cambia corazones y obra milagros.
Ellos creen que no existe un único lugar para rezar. Que se puede rezar en cualquier sitio, incluido en la calle.
Ellos creen en la libertad religiosa, en la libertad de expresión y en la libertad de conciencia y por eso están ahí tantas horas en la acera de enfrente de una clínica que realiza abortos, pasando frío y calor.
Ellos creen que con el poder de la oración se puede todo, incluso cambiar los corazones de los que pasan por la acera y de los sanitarios de la clínica.
Ellos creen que con cada avemaría salvan algún bebé en alguna parte del mundo.
Por eso están ahí. Reivindicando su derecho a rezar en cualquier parte, a rezar por todas las injusticias. Hoy es por la defensa de la vida, mañana por la pobreza, pasado por la guerra,…
Como Jesús en la Cruz
Hay un texto del profeta Isaias 53 que siempre me ha estremecido.
«Despreciado, desecho de los hombres.
Varón de dolores, conocedor de todos los sufrimientos.
Como alguien ante quien se vuelve el rostro.
Tan despreciado que lo tuvimos por nada.»
Lógicamente este versículo habla de Jesucristo cuando estaba sufriendo en la Cruz. Después de estar rezando estos días delante de una clínica donde se practican abortos, cobra un nuevo sentido.
Siento en mis carnes ese dolor que sufren los bebés abortados, que han sido despreciados y que son un desecho porque acaban en la basura o en un incinerador o a saber dónde, porque sólo son restos.
Siento en mis carnes el dolor que han vivido esos bebés que también son conocedores de todos los sufrimientos, como lo fue Jesús. Ellos son cortados, triturados, aspirados, decapitados,…
Siento en mis carnes el dolor de esos niños y niñas a los que todos han vuelto el rostro, no queriendo ver si son personas o cosas. Porque cuando se vuelve la cara, se da la espalda al problema. Porque si se les pone rostro, se ve que son personas y es más difícil legitimar su muerte.
Siento en mis carnes que esos bebés han sido considerados como nada. Sólo un puñado de células. Igual que un grano con pus o un tumor que se puede extirpar.
Quiero ponerme en la piel de esos niños y niñas y sentir su dolor. Por eso sigo rezando en la calle. No quiero ser indiferente a su dolor.
Nos han insultado, nos han hecho fotos y videos, han hecho noticias ofensivas sobre nosotros, nos miran con odio, nos mandan a la policia, nos humillan, nos gritan y salen corriendo en el coche.
Unimos este dolor al que sufrió Jesús mientras moría en el calvario.
El estaba quieto, clavado en la cruz, callado. Nosotros estamos en silencio, clavados en nuestro lugar de oración.
El fue insultado, escupido, despreciado, igual que nosotros. Ante los insultos, no devolvemos mal por mal, sino que callamos como Jesús.
Ante Jesucristo, todo el mundo volvía el rostro porque daba pena y miedo ver a un crucificado. A nosotros la gente nos esquiva, nos vuelve la cara o fingen no conocernos.
A Él le despreciaron, le consideraron un malvado y por ello le condenaron a muerte. A nosotros también nos condenan y consideran que somos malvados con las mujeres que entran a la clínica a abortar.
Todo esto me ha hecho sufrir, pero lo que más me ha dolido en estos días, no han sido los insultos o los desprecios sino la indiferencia de la gente que pasa a tu lado y no te mira.
A casi nadie le importa lo que reivindicas o por lo que rezas. Son pocos los que se acercan a que les expliques qué estás haciendo allí. Un día eres novedad y al día siguiente ya eres historia.
A casi nadie le importa si has ido sin comer a hacer tu turno de oración o si has dejado a tus hijos para ir allí a rezar o si has estado corriendo todo el día para sacar un hueco de una hora y estar con una anciana que estaba sola rezando.
Al menos, los que nos insultan nos han mirado y han leido nuestro cartel. Y no les somos indiferentes.
Creo que el mayor sufrimiento que tuvo Jesús en la cruz fue estar dando su vida por nosotros y nosotros siendo indiferentes a lo que Él hacia.
A semejanza de Jesús, estamos allí para acabar con la indiferencia y la anestesia social.
¡Despierta Vitoria! ¡Están muriendo tus hijos! ¡Están matando a tus hijos!
Jesús en la cruz dijo: «Perdónales Padre, porque no saben lo que hacen». Yo me atrevo a poner en boca de mi Señor Jesús estas palabras: «Perdónales Padre, aunque saben lo que hacen».
Mi esperanza está en que Jesucristo con su sufrimiento y muerte nos dió la Vida eterna y nos abrió las puertas del cielo.
Nosotros, con nuestra oración y ayuno queremos también dar vida a los bebés que mueren, a sus madres y padres, a los sanitarios que saben lo que están haciendo en un aborto, a la sociedad que dormita.
Equipo de coordinadores Campaña 40 días por la vida-Vitoria
5 comentarios
Es desalentador y triste ver a Monseñores unos que interpretan que los causantes de que estas personas recen oraciones pueden comulgar porque la comunión les fortaleza en el camino de la santidad ( esto es una exageración mía) por argumentaciones que ignoran las normas y pecan de exceso de caridad y del que diran al que se le niega la comunión y la carga que supone al sacerdote y otros mas acordes con las normas creen que se debe aplicar el artículo 915 del Código de Derecho Canónico y no debe comulgar, no por estar excomulgados sino por el punto siguiente.
Estamos rezando todos los días de 15 h a 21 h en la calle Rioja 6 de Vitoria
Muchas gracias por la información. Gracias por esa iniciativa.
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