Misericordiosos
Los «obispos catalanes», reunidos en una sedicente Conferencia Episcopal Tarraconense, que no existe, han elaborado un escrito, bastante pobremente redactado, en el que, entre otras cosas, dicen mostrarse «convencidos de la fuerza que tienen el diálogo y las medidas de gracia en todas las situaciones de conflicto». … «además, avanzar teniendo sentimientos de misericordia y perdón sinceros, respetando la justicia, ayudará a que los acuerdos que todos esperamos se logren pronto». En fin, afirman que «hay que imaginar una solución satisfactoria que se aleje de actitudes inamovibles que no ayudan a construir armónicamente la sociedad». Un lenguaje sibilino, que parece no decir, pero afirma, falsamente conciliador, pero abiertamente partidario de determinadas soluciones en el plano político.
En lenguaje más claro les digo:
- Que, como ciudadanos individuales, pueden opinar lo que les venga en gana en asuntos políticos, y yo valorar sobre sus propuestas como considere oportuno.
- Que, como cuerpo eclesial, no tienen nada que decir en este asunto.
- Que, si intervienen como eclesiásticos, respeten, al menos, las normas establecidas al efecto por la Iglesia. Es decir, que, para otorgar un perdón, el penitente debe: reconocer su falta, estar arrepentido de ella, tener el firme propósito de no reincidir, pedir perdón, cumplir la penitencia y dar oportuna satisfacción. Pregunto: ¿concurre alguna circunstancia en el caso presente?
- Si no se cumplen las anteriores condiciones, ustedes, tarraconenses episcopi, se han equivocado o, lo que es peor, son colaboradores.
Para mayor sufrimiento de los fieles cristianos, una viscosa información del portavoz de la Conferencia Episcopal Española, organismo que nunca existió en el organigrama de la Iglesia, afirma que, aunque con matices, «nosotros estamos, como los obispos catalanes, por el diálogo», ¿y la unidad de España como valor moral?
Yo les digo:
- A todos en conjunto, que nos desalientan, escandalizan a muchos, y, en mi opinión, no cumplen su misión pastoral.
- Harto de esta situación, maldigo a los que adoran al becerro de oro del nacionalismo; a los que colaboran con aquellos adoradores y también a los que, pusilánimes, no osan enfrentarse a los supuestos dialogantes, misericordiosos, simples supremacistas opresores de los fieles que pueden soportar su aviesa pastoral y debeladores de la Iglesia.
Ahíto de lo torcido del pensamiento de unos y de la debilidad de los otros, no puedo sino expresar mi vivísimo deseo; lo haré en latín, en una formula tantas veces usada por la Iglesia: «Ut, cum Datam et Abiron, quos terra vivos absorbuit, y cum Iuda, Domini proditore, partem habeatis».
Como probablemente andan un poco flojos de la lengua otrora oficial de la Iglesia, se lo traduzco, muy breve y castizo: «Que les den».
Vicente Álvarez Palenzuela.
Catedrático de Universidad.
2 comentarios
"Y que compartan la suerte de Datán y Abirán, a quienes la tierra tragó vivos, y de Judas, traidor del Señor." Ver: Núm 16, 1-35
(No quiero estar en sus independentistas y rebeldes zapatos)
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