Munilla a San Sebastián
Mons. José María Setién Alberro en 1972 fue consagrado Obispo auxiliar de San Sebastián, y titular en 1979. En el año 2000 hubo de ser sustituido por Mons. Juan María Uriarte Goiricelaya. Durante esos años José Antonio Pagola ha sido vicario general más de veinte años, profesor de Cristología, rector del Seminario, y actualmente dirige el Instituto de Teología y Pastoral. Mons. José Ignacio Munilla Aguirre, donostiarra, iniciará su ministerio episcopal en San Sebastián el próximo 9 de enero, si Dios quiere. 132 sacerdotes guipuzcoanos, diocesanos o religiosos, han firmado una carta, que ayer enviaron a todas las agencias y diarios españoles para su máxima y urgente difusión, rechazando enérgicamente su nombramiento. Pensar que una Diócesis arruinada tiene «derecho» a que le den un Obispo al gusto de los principales responsables de su ruina si no fuera trágico, sería cómico.
Los diocesanos de San Sebastián sabemos bien que en esta larga época Setién-Pagola-Uriarte la situación de la diócesis se ha ido deteriorando continua y aceleradamente. Han disminuido los bautismos, las bodas sacramentales, han casi desaparecido las confirmaciones, y la «celebración» de absoluciones colectivas dos veces al año ha terminado en muchos lugares con el sacramento de la penitencia, las vocaciones sacerdotales y religiosas se han ido acercando al cero, y también ha disminuido gravemente la asistencia de los fieles a la Misa dominical. Un panorama realmente desolador, que tiene dos claves fundamentales.
***
El nacionalismo. En el tiempo de Mons. Setién y de Mons. Uriarte, el nacionalismo vasco exacerbado ha hecho un daño muy grande, especialmente en una buena parte del clero guipuzcoano. Hace poco el P. Alfredo Tamayo Ayestarán, S. J., que celebraba funerales por las víctimas del terrorismo cuando casi nadie quería hacerlo, señalaba en una conferencia que «el clero guipuzcoano aún no ha pedido perdón a las víctimas [del terrorismo] por su lejanía, como lo han hecho en Vizcaya su obispo y un grupo de 250 sacerdotes». Esta clave primera es la que en estos días se ha señalado más, pero no es la más importante.
La mala doctrina. Me fijaré solo en que José Antonio Pagola sigue siendo hoy guía teológica y pastoral predominante, acompañado de numerosos sacerdotes, religiosos y «laicos comprometidos» afines. Pagola es el que, en su aproximación histórica a Jesús, afirma que Él nunca pensó en fundar una Iglesia, y menos en dotarla de autoridades: solo un grupo en donde «nadie está sobre los demás». Cristo no vino al mundo para convertir a los pecadores, sino a aliviar el sufrimiento de los más desgraciados. A los pecadores no les absuelve de los pecados, sino que simplemente los acoge sin condiciones como amigos. Jesús fue un hombre de fe, que nunca entendió su muerte como un sacrificio de expiación, ni tampoco en la Cena instituyó la eucaristía. Su muerte no fue voluntad de Dios providente, y muerte y resurrección fueron simultáneas. Etc.
***
Los candidatos al sacerdocio que «escapaban» de su propia Diócesis guipuzcoana y se iban a Toledo, Valencia, Madrid o a otros seminarios huían del nacionalismo de Mons. Setién y de la mala doctrina de Pagola y de otros muchos docentes de su tendencia. Si la mitad de los fieles guipuzcoanos que han llegado al sacerdocio lo han conseguido escapando de su propia Iglesia local, eso, digan lo que digan «los abajo firmantes» de la carta aludida, indica claramente que la Diócesis de San Sebastián requiere una «reforma» urgente y profunda.
***
La renovación de nuestra diócesis de San Sebastián tendrá que hacerse con muchos sufrimientos. Pero así ha sido siempre en la historia de la Iglesia. Recordaré algunos casos.
San Atanasio, en sus años de Obispo de Alejandría (328-373), por afirmar la fe católica en la divinidad de Jesucristo, fue expulsado de su sede por los arrianos cinco veces, hubo de padecer cinco duros exilios. Arrio había sido alejandrino, y dejó huella profunda de su herejía en su Iglesia local y en muchas circundantes.
San Carlos Borromeo (1538-1584), cuando fue enviado como Arzobispo a la enorme diócesis de Milán, cabeza de quince diócesis, fue decidido a renovarla según la reforma tridentina, y encontró grandes resistencias: de noventa conventos hubo de cerrar veinte; de unos umiliati que se resistían a la reforma sufrió un atentado en la capilla del Arzobispado, que milagrosamente no fue mortal.
San Francisco de Sales (1567-1622), nombrado Obispo de Ginebra, ciudad totalmente infestada de calvinistas, ni siquiera pudo poner allí su sede, porque arriesgaba su vida, sino que estableció su sede en otra pequeña ciudad próxima, Annecy. Basten estos tres ejemplos.¡Ya tiene Mons. Munilla ejemplos numerosos de Obispos santos que no han sido acogidos por sus diocesanos con satisfacción!
***
Algunos aseguran que a Mons. Munilla le van a hacer imposible el ejercicio de su ministerio episcopal. Pero están muy equivocados. Somos muchos cristianos en Guipúzcoa los que estamos deseosos de una reforma católica, que rezamos por ella hace más de treinta años, y que le ayudaremos con alma, vida y corazón. En las reacciones habidas estos días a la carta de los curas rebeldes se ha notado esto claramente. Los «enemigos» de Munilla están en su mayoría tan mayores y tan desmoralizados, que en pocos años más, ya jubilados, no estarán para darle mucha guerra. No creo que él esté ahora angustiado: los que están muy preocupados son sus «contrarios»; él, personalmente, no tiene «enemigos», como a nadie tuvo por tales en sus veinte años de párroco en Zumárraga. Muchas decenas de miles de personas escuchamos su predicación del Catecismo –del Catecismo de la Iglesia Católica, no de sus doctrinas– cada día a través de Radio María: ningún Obispo español tiene en su predicación un auditorio tan fiel, tan numeroso y tan entusiasta. Y por decirlo todo, aunque suene mal, lo diré: Mons. Munilla es omnipotente, sencillamente porque «todo lo puede en Aquel que le conforta» (Filipenses 4,13). Le conforta el envío de Cristo (in Te confido es su lema episcopal) y del Papa. Él nada teme, porque está sostenido por Cristo, que al enviarle, le dice: «ve, y nada temas, porque yo estoy contigo».
Blanca Guerrero
7 comentarios
Hace honor a su nombre y apellido: porque es "blanca" o sea: clara, conociendo muy bien los caminos de Dios, que ya ha manifestado abundantemente en la historia de la Iglesia. Y no menos es "guerrerA", porque no se deja amilanar por un clero tan desviado. Una vez más el "sensus fidelium" se está mostrando más sagaz y certero que sesudos teólogos (Pagola, Arregui, etc.), así como sucedió con el pueblo cristiano, que superó en sagacidad creyente nada menos que al Patriacta de Constantinopla, Nestorio, en su amor incondicional por María "Madre de Dios" (Theotókos}.
Recemos por el nuevo Obispo.
No soy guipuzconao,pero conozco perfetamente esa situación, por lo que felicito a las católicos guipuzconaos de verdad,por este nombramiento.
Conocí a Mons.Munilla en alguna celebración de la santa misa,pero donde más me ha impactado y admirado es en su programa de Radio Maria en el que expone con una claridad meridiana todos los puntos del Castecismo de la Iglesia Católica. Con esta referencia creo que no ha podido ser más acertada su designación como obispo de la Diocésis de Guipuzcoa, para poder cambiar el rumbo de la iglesia vasca.
El nombramiento de Monseñor Munilla, perdón por abreviar su tratamiento, me alegra; es un signo de que al Santo Padre le han llegado las voces que clamaban, voces a las que ya no podía acallar el cardenal Etchegaray y que han sido escuchadas. Benedicto XVI ha realizado un gesto valiente. Monseñor Munilla cuenta con el respaldo del Santo Padre Benedicto XVI, nuestro Papa, ¿ha de temer a unos curas que abiertamente desafían a Roma? Él será el pastor que destruya a esa iglesia vasca y todas sus falsedades y vuelva a levantar la Iglesia Católica Romana que nos amamantó de niños a tantos vascos.
Desde Londres a la sombra del recuerdo de John Cardenal Newman.
El obispo ni pio y el Papa ni mu. La Iglesia catolica es por definicion universal. Esto da asco.
Dejar un comentario