Anticlericalismo a la volteriana

En una España en la que el laicismo se viste de modernidad y ésta a lar par se disfraza de templanza, parece lógico que se tilde a los laicos auténticos de «regres» y a los fieles católicos de fundamentalistas.

Al compás de lo dicho y como no podía ser de otra manera, el Gobierno ya se está encargando de cocinar una ley para desinfectar los edificios públicos de toda simbología de corte católica. Su modo de concebir el liberalismo se asemeja al de Voltaire cuando apodaba a los jesuitas como «La Infame». En cambio, se olvida de que la presencia de un símbolo religioso no obliga a la devoción, de que el catolicismo es la nota definitoria más antigua de nuestra nación y por lo tanto, la ausencia de insignias de esta índole resultaría un atentado contra nuestra cultura, de que su notorio arraigo en España viene amparado por la Carta Magna, y de que en los Estados Unidos de América —el paradigma del liberalismo— el nombre de Dios goza de una mayor vida en las instituciones.

Menos mal que todavía quedan políticos de izquierda como el alcalde de Baena y Senador del Partido socialista Luis Moreno.

Ignacio Crespí de Valldaura de Gonzalo
Madrid