(121) Sobre la modestia en los templos, y una presunción diabólica
“No pedimos a los obispos que sean todos varones santos;
les pedimos solamente que parezcan varones.” P. Castellani
A medida que pasa el tiempo, se hace cada vez más patente el martirio que representa para cualquier católico el querer permanecer fiel a las enseñanzas de la Iglesia, y sobre todo, el anunciarlas.
Pero lo más lacerante es, sobre todo en Occidente, que este martirio lo vamos viviendo no sólo de cara al mundo, siempre hostil a la Cruz, sino también frente a quienes más deberían alentarnos y fortalecernos en el testimonio.
Días atrás, ha puesto el dedo en la llaga una noticia ante la cual gracias a Dios, ha habido reacciones con sentido común, pero no fueron las más numerosas ni publicitadas. El “marco” de la situación nos lo brinda con notable fidelidad en este mismo portal un feligrés de la comunidad parroquial San Isidro Labrador, en Lima, Pcia de Bs. As.. Su párroco, el p. Carlos Scarlata, visiblemente, harto -como tantos cristianos- de presenciar un desfile de impudor en su parroquia, optó por explicitar gráficamente el modo en que se debería tratar de acceder a la casa de Dios. La crucifixión mediática no se hizo esperar, porque…¡la Moda, señores!, ¿cómo va a osar un insignificante sujeto -sobre todo si es católico- poner en tela de juicio nada menos que a la Moda, la intocable, la infalible, la “divina”??
Me ha parecido útil volver sobre esta noticia porque las “semillas” sembradas van germinando aquí y allá, más allá de lo anecdótico.