(207) Al aborto de la sociedad, por un sendero de claudicaciones...

Ante lo sucedido en estos días en Argentina, con la media sanción a la ley infanticida de los niños por nacer, más allá del desánimo que hoy a muchos paraliza, quisiéramos compartir algunas reflexiones sobre las actitudes asumidas hasta ahora por muchos católicos, y la que nos cabría en esta hora.

Pero el sector pro-vida contaba supuestamente también con cierta organización, como la hubo en las ‘Marchas’ -bastante soslayadas por los medios, como era de esperar-, que nos preguntamos por qué en ningún caso se previeron en días de semana, laborales, en vez de las placenteras tardes de domingo, tal vez más aptas para paseo familiar que para militancia…, y a veces en sitios alejados del centro comercial de la ciudad, con grandes parques, como fue en Palermo. Fue muy agradable y numeroso, es cierto, pero políticamente debemos reconocer que su eficacia fue escasa y para una grandísima porción de la población, prácticamente invisible; parecía evidente la intención de no ‘incomodar’ a nadie… Esto abonó la idea mentirosa –repetida hasta el cansancio en todos los medios de incomunicación masiva- de que ‘la gran mayoría del pueblo argentino está a favor del aborto’. Y no debemos contribuir a la difusión de esta mentira. Así, durante la noche, una y otra vez se instaba desde los micrófonos que transmitían la votación, a que los diputados miraran por la ventana al ‘pueblo’ representado en la ola verde. La percepción que se ha dado al mundo -y que de paso pretende desmovilizar a los provida, tratando de hacernos creer que somos pocos y débiles- es la que sigue:

Que se comprenda que no hago aquí apología del número, sino del testimonio público en defensa de la vida como un elemento constitutivo real del ser argentino. Es esta profunda identidad nacional lo que se pretende adulterar, torciendo el sentido común a través de la manipulación de masas.

Ahora bien: que el poder mundial es grande, fuerte, poderoso y diabólico, no debe sorprendernos, pero lo que nos preocupa es la tontería de los católicos que van claudicando dejándose llevar por las estrategias mentirosas del enemigo, y entrando en su juego: retroceder primero un poco, creyendo que con esto se nos respetará, y ante su avance progresivo, mermar cada vez más la ofensiva y defensiva…

Se ha llegado al punto donde estamos también a través de mucha prédica pacifista, ‘tolerante’ y timorata. La imagen que hace unos días viene haciendo circular Caritas, con el dibujito de ‘unidad’ entre verdes y celestes, es simplemente ridícula y nauseabunda: no sirve a la paz, porque alimenta la confusión: al que yerra -y gravemente- no basta con abrazarlo sino que urge corregirlo, aunque esto nos cueste el sacrificio de la componenda, mucho más cómoda y tranquilizadora.

Me explico: en un momento de la noche, sobre una de las calles frente a la Plaza en que se habían colocado las vallas de división, avanzó un grupo numeroso de ‘verdes’ que amenazaron derribarlas, notando la casi completa desprotección del sector, pues como dijimos antes, la gran mayoría de los provida estaban bailando junto al escenario, a unas tres cuadras del Congreso –por la calle Entre Ríos-. La policía misma nos dijo que estaban superados, y que si sucedía algo, sería conveniente que hubiese más hombres para ayudar a resguardar las vallas. Pues bien: algunas mujeres fuimos a buscar hombres entre la multitud para esa tarea, y cuál no sería nuestra sorpresa cuando algunos nos respondían ‘pero…¿si vamos allá, no lo verán como una provocación?’… Entonces dedujimos: el problema aquí no es solamente el aborto, sino la castración mental que se ha dado de muchos católicos, bajo la cimitarra modernista.

Demos un pasito más: tras uno de los muchos Rosarios que rezaban de rodillas ininterrumpidamente algunos grupos, se acercó alguien y preguntó, no sin cierta picardía, si estaban desobedeciendo adrede, pues él había escuchado que los obispos habían sugerido que no se rezara el Rosario frente al Congreso.  Aunque no era exacto, se trataba de una interpretación maximalista del Comunicado en que aquellos pedían que la Adoración Eucarística prevista para la noche anterior se realizara no en la Plaza sino dentro de los templos cercanos. La medida fue prudente para algunos, prudencialista para otros, que tenían más en vista la actitud de una Sta. Clara ante el avance de los sarracenos, o la más próxima de ciertos arzobispos americanos sacando en procesión al Santísimo ante la inminencia de leyes inicuas. Lo cierto es que algunos echamos de menos la presencia viva del Señor de los Ejércitos en medio de nuestras filas, al menos unas horas, convencidos profundamente de que si se hubiese querido, se podría haber hecho con sobrada seguridad. Nos remitimos a numersiosos y memorables episodios de este tipo que han jalonado la historia patria desde sus orígenes, como digna herencia de nuestra tradición hispánica Nos preguntamos entonces si se trató de prudencia o de falta de fe…

Por todo esto, de allí a temer que el mero rezo del Rosario pueda ser signo de provocación…Así nos refieren que sucedió por ejemplo en la ciudad de Tucumán, donde cien mil providas ante menos de mil abortistas, decidieron que el rezo del Rosario podía resultar ofensivo o provocador, y eso es sencillamente inadmisible.  

Y sin embargo, es lo que muchos sacerdotes y obispos han venido sosteniendo e inculcando durante décadas, negando su apoyo a los católicos que resguardaban los templos durante los vandálicos Encuentros de Mujeres que arrasaron con nuestras ciudades. Las hordas verdes estaban compuestas también de esos elementos. Y de esas aguas, estos lodos: si se retrocede ante un enemigo, éste avanza.

¿Qué hubiera sucedido si –tal como hicieron los abortistas- se hubiese convocado a los adolescentes y jóvenes de todos los movimientos católicos junto a sus familias, a dar público testimonio frente al Congreso en esa noche? ¿Qué hubiera sucedido si en todas las parroquias se hubiese al menos sugerido que la presencia allí podía muy bien ser tenida como testimonio de fe y esperanza ante el mundo, que prefiere la claudicación, presentando el asesinato de inocentes como una ‘opción’? ¿Qué hubiese pasado, en fin, si como Cuerpo unido estrechamente, hubiésemos permanecido velando allí, fieles y pastores, sin falsa vergüenza de que se identifique claramente a la Iglesia católica como la mayor defensora de la vida y dignidad humana, junto a la Cruz de nuestra patria?

El enemigo -el padre de la Mentira- lo sabe, y odia a la Iglesia por eso. Al que le quepa la menor duda del tenor profundamente religioso -demoníaco- de esta guerra sin cuartel, vean estos videos:

Ellas lo saben, medio en chiste, medio en serio; saben que su principal enemigo no es la vida física, sino la espiritual, no sólo individual, sino de toda la sociedad. El feminismo, por supuesto, habrá celebrado gozoso este atisbo de triunfo ‘contra el patriarcado’ este domingo en el que nuestro país celebraba el Día del Padre…¿casualidad?

No se trata entonces  de un modo de hablar figurativo cuando decimos que nos hallamos ante una maldición para la patria, sino de la más pura realidad, que nos recuerda el exorcista p. Carlos Mancuso:

‘La sangre de los niños abortados abre puertas antiquísimas del infierno que permanecían cerradas desde el principio del mundo, y de donde salen demonios que harán graves daños a la humanidad’.

Sirva también, de paso, este testimonio de un exsatanista, que relata cómo se celebraban rituales en clínicas abortivas.

¿A qué viene entonces el hacerles el juego, haciéndonos los respetuosos del error para que tarde o temprano, igualmente busquen aplastarnos como a hormigas, seamos muchos o pocos?

Se ha confundido sistemáticamente prudencia con pusilanimidad, y lo más grave posiblemente no sea el próximo genocidio de los niños por nacer -de quienes tenemos certeza que al menos no podrán condenarse-, sino el abismo al que tantas almas de niñas, adolescentes y jóvenes están siendo arrastradas porque los católicos hemos dejado de anunciar fuerte y claramente la verdad, dejando que el bien eterno sea desplazado por la procura de los bienes materiales, y confundiendo la Iglesia con una ong humanitaria, de neto sabor masónico. Por eso, aunque la gran mayoría de nuestra población sea provida, si el crimen del aborto se aprueba en nuestra patria, los primeros que deberíamos hacer penitencia somos nosotros, porque la apostasía lleva tarde o temprano, a la ruina de toda la sociedad.

Y porque se ha claudicado en la formación sólida de quienes se confiaron al cuidado de nuestras instituciones, primero en la enseñanza escolar, y luego en las universidades y seminarios teológicos, hoy tenemos estas hordas de títeres verdes, desde las chiquilinas hasta ciertos diputados ignorantes y sobornables, con la estructura moral deshecha, pues aunque durante las audiencias se mostró sobradamente la verdad del tema desde lo científico, jurídico, biológico, económico y político, perseveraron en la iniquidad.

Esto como para tener en cuenta, digo, de cara a las próximas ‘estrategias’ de los grupos provida previos al debate en el Senado.

Por otra parte, en ningún momento dejemos de hacer una lectura sobrenatural de todo lo que sucede. Fundamentalmente, no es tiempo de lamentos ni ‘depresión’. En el fragor de la batalla, es preciso hacer acopio de todas las energías disponibles para consolar, sostener, corregir y fortalecer a los más débiles, y acometer decididamente en todos los frentes devastados, comenzando por la educación y la cultura, incluyendo en ésta la oración definidamente católica. Ya nos han barrido las cruces de varios frentes… pero muchos siguen ocultándola de sus pechos, y permitiendo que se nos arrincone en templos y sacristías.

Sigamos adelante, pues, que esto no termina sino que recién comienza, y debe servir de consuelo el saber que vendrán tiempos mucho peores, con batallas más difíciles aún. A prepararnos a ello, a tomar fuerzas entonces, porque es el preludio del Sol sin ocaso. ¿O no lo esperamos más que cualquier otro tesoro?  La Cruz no es derrota, sino nuestro magno estandarte de Victoria, que el mundo no comprende. Dios no muere.

Sirvan así de corolario y programa, estas palabras del mártir argentino Jordán Bruno Genta:

“[…] esta es la hora de la intransigencia, esta es la hora de hablar, el lenguaje que Cristo nos recomienda en el sermón de la montaña, sí sí, no no; esta es la hora de obstinación invencible, de constancia persistente, de fidelidad continuada.

Es cierto, nosotros no tenemos la fuerza del número, no tenemos la fuerza del dinero, no tenemos la fuerza de las armas, no tenemos la fuerza de las logias y de los poderes ocultos, pero nosotros tenemos la fuerza de Cristo, y en la manera que esa fuerza irradie en nosotros y Cristo viva en nosotros, más que nosotros mismos, en esa misma medida seremos invencibles, aún en la derrota, porque después de todo, éste es un lugar de paso, de prueba y de testimonio, y lo importante es que seamos capaces de ser hasta la muerte, y sobre todo en la hora de la muerte, testigos de la Verdad.”

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