(82) El poder de las tinieblas nunca podrá abolir la Luz (de Sto.Tomás Moro: "La Agonía de Cristo"- y VI )
“…No es el mundo sempiterno para que sea permitido tal desenfrenado libertinaje, sino que su duración ha sido abreviada hasta un tiempo muy corto por causa de los escogidos, para que no sean torturados más allá de sus fuerzas.
Vuestro tiempo y el poder de las tinieblas no son eternos, sino tan fugaces como el momento presente…”
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Finalizamos esta serie (por cuya lectura damos gracias a Dios) , que a muchos parece ya anacrónica, y entonces les pregunto: ¿acaso hay algún tiempo en que debamos borrar de nuestra memoria los momentos principalísimos de nuestra redención?
La alegría de Cristo Resucitado no sólo no opaca, sino que resalta con mayor luminosidad y relieve, el valor de aquellos gestos, personajes, actitudes. Seguimos estando allí, porque nosotros seguimos en la brega, y podemos seguir identificándonos hoy con aquellos, mientras esperamos la Pascua definitiva.
Las tentaciones de huir se multiplican a medida que se acentúan las persecuciones, y hay que ser muy necio o miope para no verlas. Tal como entonces, hoy un adolescente mártir puede dar ejemplo a algunos “grandes” que se esconden o que se callan por temor a la condena del mundo.
Y ante ese escándalo, no hay que perder de vista nunca el párrafo que elegimos como acápite, que llama a la esperanza, a la paciencia, a la constancia. “Todo se pasa y Dios no se muda”, y “quien a Dios tiene, nada le falta”, debemos repetirnos unos a otros cada día, de la mano de Sta. Teresa.
Sí; el tiempo de las tinieblas es mucho más breve de lo que parece, por eso hay que aprovecharlo para alumbrar siempre a nuestro alrededor, no cediendo al temor y su tentación de parálisis.
LA AGONÍA DE CRISTO (de Sto. Tomás Moro)
-última parte-
(82) El poder de las tinieblas
«Dijo después Jesús a los príncipes de los sacerdotes y a los prefectos del templo y a los ancianos que habían venido: “Habéis salido a prenderme con espadas y con garrotes como si yo fuera un ladrón. Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el templo y nunca me echasteis la mano. Mas ésta es la hora vuestra y el poder de las tinieblas". Así habló Cristo a aquellos príncipes de los sacerdotes y magistrados del templo que habían venido. (…)
Lucas, en efecto, no dice que Cristo se dirigiera a todos los príncipes de los sacerdotes ni a todos los prefectos del templo ni a todos los ancianos del pueblo, sino solamente a aquellos que hablan venido. Parece indicar que, aunque reunidos todos en consejo se decidió enviar la cohorte y los servidores para apresar a Jesús, hubo algunos de cada grupo (ancianos, príncipes y fariseos) que fueron Junto a ellos. (…) les recuerda Cristo tácitamente que no atribuyan su captura a susfuerzas ni a su habilidad, y que no se jacten ridículamente de ella como si fuera una astuta e ingeniosa proeza (como suelen, desgraciadamente, hacer quienes al obrar la maldad se ven acompañados por la suerte). Nada pudieron contra El las insensatas maquinaciones con las que se esforzaban por ahogar la verdad; detrás de todo estaba la profunda sabiduría de Dios que había previsto y establecido el tiempo en que el príncipe de este mundo perdería su presa, es decir, el género humano, por mucho que luchara por retenerla.
De otro modo, les siguió explicando Cristo, no hubiera habido necesidad de comprar un traidor, ni de venir en la noche con linternas y, antorchas, rodeados de soldados y armados con espadas y garrotes. Podían haberlo hecho antes, en cualquier momento. (…) Quienes entonces hubieran intentado cogerle y matarle no habrían encontrado ningún peligro ni amenaza en la masa del pueblo, sino, más bien, un cómplice en el crimen (tan mudable es siempre la muchedumbre anónima y tan inclinada a decidirse por la parte equivocada). Los hechos mostraron poco después con qué facilidad se olvida el favor de la muchedumbre hacia una persona y el miedo que de ahí pueda surgir; porque, en cuanto fue Cristo apresado, el pueblo que antes aclamara con júbilo: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!” gritaba ahora furibundo en contra suya: “¡Afuera! ¡Crucifícalo!”
(…) Ahora que habla llegado el tiempo oportuno para la redención (…), esas pobres creaturas que atrapan a Cristo se jactan de haber realizado con gran inteligencia y astucia lo que, de hecho, había prescrito Dios en su divina providencia y misericordia desde toda la eternidad; que ni siquiera la calda de un pájaro al suelo, está fuera de su providencia. Para mostrarles cuán errados andaban, y para que supieran que, sin su consentimiento, de nada hubiera valido el engaño fraudulento del traidor, ni sus bien calculadas insidias, ni el poder de los soldados romanos, les dijo: “Pero ésta es vuestra hora y el poder de las tinieblas.” (…)
Esta es la hora breve dada a vosotros, y éste, el poder concedido a las tinieblas, para que podáis hacer en la oscuridad de la noche lo que no se os permitió a la luz del día. (…)Mas ésta es la hora y el poder, pasajero y breve, de la tiniebla. Quien camina en la oscuridad no sabe a dónde va; y vosotros ni veis ni sabéis lo que hacéis, por lo que yo mismo rogaré al Padre para que se os pueda perdonar todo cuanto tramáis contra mí. Mas no a todos se perdonará ni se excusará su ceguera; porque vosotros mismos creáis y forjáis vuestra propia oscuridad. Apagáis la luz y cegáis primero vuestros ojos, y luego, los ojos de los demás. Os convertís en ciegos que guían a otros ciegos, hasta que ambos caen en el pozo. Esta vuestra hora es y será breve. (…)
No sólo a vosotros, contra mí y aquí y ahora, se da este poder de la oscuridad, sino también a otros gobernadores, césares y autoridades temporales contra otros discípulos míos. Y poder de las tinieblas será esa hora, en verdad, porque cuanto sufran y digan no lo padecerán ni expresarán con solas sus fuerzas, sino que venciendo con mi energía, en su paciencia conquistarán sus almas, y será el Espíritu de mi Padre el que hable en ellos. (…)No lucharán mis compañeros de armas contra la carne y la sangre, sino contra príncipes y potestades, contra los que manipulan la oscuridad de este mundo, contra los espíritus maléficos. Ha de nacer todavía Nerón, por el que el príncipe de las tinieblas matará a Pedro, y después a Pablo, aunque éste todavía no se llama Pablo y se mueve en contra mía. Por el príncipe de las tinieblas muchos otros césares y autoridades se levantarán contra mis discípulos.
Aunque las gentes se amotinen y tracen las naciones planes vanos, aunque se alcen lospoderosos de la tierra y conspiren juntos contra el Señor y su Cristo, (…) el que mora en los cielos se reirá y se burlará de todos ellos. (…)Rey de presencia impresionante que intimida los ánimos de los príncipes. (…)Los que querían romper los lazos y arrojar lejos su yugo serán gobernados con vara de hierro y los despedazará como el barro . Contra todos ellos y contra su instigador, el príncipe de las tinieblas, serán mis discípulos confortados y fortalecidos en el Señor. (…)
Resistirán, de esta manera, las insidias del diablo, esto es, los halagos y lisonjas, los placeres y comodidades que pondrá en labios de los perseguidores para que, vencidos por la flojedad y la blandura, abandonen el camino de la verdad. Aguantarán también firmes los asaltos abiertos de Satán resguardados por el escudo de la fe, bañando en lágrimas su oración, y sudando sangre en la agonía de su pasión. De nada valdrán los fieros dardos lanzados contra ellos por los esclavos de Satán. Después de haber tomado su cruz para seguirme, y una vez que hayan vencido al diablo y aplastado a los esbirros terrenales de Satanás, entrarán, por fin, los mártires en el cielo con una gloria admirable sobre una carroza triunfal.
Pero, vosotros que ahora ejercéis sobre mí vuestra malicia y todos los que, en su corrupción, os imiten después, raza de víboras que, con parecida maldad y sin arrepentimiento, marcharán sobre los míos, seréis arrojados al fuego eterno del infierno. Se os concede, mientras tanto, mostrar y ejercer vuestro poder; y, para que no os ensoberbezcáis, no olvidéis que muy pronto se os acabará. No es el mundo sempiterno para que sea permitido tal desenfrenado libertinaje, sino que su duración ha sido abreviada hasta un tiempo muy corto por causa de los escogidos, para que no sean torturados más allá de sus fuerzas. Vuestro tiempo y el poder de las tinieblas no son eternos, sino tan fugaces como el momento presente, un instante temporal atrapado entre el pasado que ya fue y el futuro que todavía no ha llegado. Breve es vuestra hora y, para que no os perdáis nada de ella, proceded inmediatamente a gastarla. Ya que me buscáis a mi para destruirme, daos prisa, haced rápidamente lo que pensáis hacer, pero dejad que éstos se vayan. “Entonces, todos los discípulos le abandonaron y huyeron” .
La fuga de los discípulos
Fácilmente se ve en este pasaje qué difícil es la virtud de la paciencia. Muchos son los que pueden enfrentarse con valentía a una muerte cierta con la condición de que puedan devolver los golpes de los atacantes, dando rienda suelta a sus pasiones e hiriendo al enemigo. (…)Fueron, ciertamente, admirables en su promesa de ir a la muerte con Cristo artes que abandonarle; y la mantuvieron, en algún sentido, porque estaban dispuestos a morir con la condición de que pudieran morir peleando. Así lo mostró Pedro con obras al golpear a Malco. Pero cuando nuestro Señor les negó el permiso para luchar y defenderse, “le abandonaron todos y huyeron".
Alguna vez me he preguntado si, cuando Cristo dejó de orar y fue a donde estaban los Apóstoles, encontrándolos dormidos, se dirigió a ambos grupos o sólo a aquellos Apóstoles que El habla deseado estuviesen más cerca suyo. Al considerar ahora las palabras del evangelista, “Todos le abandonaron y huyeron» ya no dudo de que todos por igual se durmieron. Despiertos y rezando deberían haber estado para no caer en la tentación, como Cristo les mandó; y, al dormirse, dieron una oportunidad al tentador de debilitar sus voluntades con una atolondrada modorra que les inclinó más a buscar los extremos, luchar o huir, que a soportarlo todo con paciencia. Por esta razón le abandonaron todos y huyeron, cumpliéndose la palabra de Cristo: “Esta noche todos os escandalizaréis de mi". y también lo que predijo el profeta: … “Heriré al pastor y se descarriarán las ovejas”
“Le seguía un joven, envuelto solamente con un lienzo sobre su cuerpo, y desprendiéndose de él, escapó desnudo". Quién era este adolescente es algo que nunca se ha sabido con absoluta certeza. (…) No dice que “algunos” huyeron, sino “todos” y que la persona que se quedó siguiendo a Cristo no era ninguno de los Apóstoles (porque todos huyeron), sino adolescentem quemdam” cierto joven” es decir, un desconocido cuyo nombre Marcos ignoraba y juzgó no hacía falta mencionar.
(…)Este muchacho, movido previamente por la fama de Cristo y al que acababa de conocer personalmente (pues servía a Cristo en la mesa con los discípulos), fue tocado por el soplo del Espíritu, sintiendo de inmediato el impulso de la caridad. (…) Más tarde, cuando el terror hizo que todos los Apóstoles escaparan de las manos de los soldados, este muchacho se atrevió a permanecer allí, tanto más confiado porque sabía que nadie era consciente del amor que sentía por Cristo. Mas, ¡qué difícil es disimular el amor que tenemos hacia alguien! (…)
Tampoco dudo lo más mínimo que este muchacho que siguió a Cristo aquella noche y que no pudo ser apartado de El sino por la fuerza de la violencia en el último momento y después que todos los Apóstoles’ habían huido, volvió después, en la primera ocasión que tuvo, a la grey de Cristo y vive ahora con Cristo en la gloria sempiterna. A Dios pido y de Dios espero que también nosotros vivamos allí algún día con este muchacho. El mismo nos dirá quién era, y conoceremos con gran gozo y satisfacción muchos otros detalles de las cosas que ocurrieron aquella noche (…)
Mientras tanto., y para hacer más fácil y seguro el camino que allí conduce, no será de poco provecho recoger los consejos espirituales que se desprenden de la fuga de los Apóstoles antes de poder ser capturados y de la fuga de este joven después de haber sido capturado. (…) Advierten los antiguos Padres de la Iglesia una y otra vez, para que no confiemos tanto en nuestras propias fuerzas, que no nos pongamos, voluntariamente y sin necesidad alguna, en peligro de pecado. Si alguien se encontrara en una situación en que parece ser muy posible que sea arrastrado por la fuerza hasta ofender a Dios, debe hacer lo que hicieron los Apóstoles: huyendo evitaron ser atrapados. No digo esto como si se hubiera de alabar la fuga de los Apóstoles; Cristo la permitió a causa de su debilidad, y El mismo, lejos de alabarla, había predicho que esa noche seria ocasión de pecado y escándalo.
De todos modos, si sentimos que nuestro animo no es lo suficientemente fuerte, imitemos su huida siempre que podamos huir del peligro de pecado sin caer en el pecado. Ahora bien, si alguien escapa cuando Dios le manda permanecer y afrontar el peligro con confianza, bien por razón de su propia salvación o por la de aquellos que le han sido encomendados a su cuidado, ese tal se comporta, sin ninguna duda, muy insensatamente. (…)Enorme es el crimen de quien abandona su puesto, y si a esto añade la desesperación, resulta tan grave como pasarse al enemigo. (…) Cuando la huida no encierra ofensa a Dios, el plan más seguro, ciertamente, es darse prisa por escapar, en lugar de retrasarlo tanto que sea atrapado y caiga en peligro de cometer un pecado horrendo.
Desprendimiento y perseverancia
Enseña también este muchacho con su ejemplo qué tipo de hombre puede resistir as tiempo, con menos peligro y escapar fácilmente de manos de sus enemigos, si éstos hubieran llegado a capturarle. En efecto, aunque este muchacho fue el que más resistió siguiendo a Cristo durante un trecho hasta que le prendieron, sin embargo, y gracias a que no iba vestido con muchos y variados vestidos, sino que llevaba tan sólo un simple lienzo, (…)pudo, en un momento, arrojar la prenda en manos de sus perseguidores y huir de ellos desnudo. (…).
¿Qué significa esto para nosotros? Qué otra cosa puede significar sino ésta: que así como un hombre barrigón, (…)difícilmente está en condiciones de correr con rapidez, de la misma manera el hombre con un cinto de bolsas repletas de dinero, muy difícilmente podrá escapar cuando caigan súbitamente sobre él las angustias y los pesares. Ni podrá correr muy de prisa o ir muy lejos si los vestidos que lleva, aunque sean ligeros, están tan atados y apretados que no puede respirar con comodidad. Con más facilidad podrá escapar el que, aunque lleve muchos ropajes, puede desprenderse de ellos en un momento, que otro hombre que lleve muy pocos, pero tan apretadamente atados que ha. de arrastrarlos consigo dondequiera que vaya.
Se ven hombres (más raramente de lo que me gustaría, pero se les ve todavía, gracias a Dios) extraordinariamente ricos que preferirían perder todo cuanto poseen antes que ofender a Dios por el pecado. Tienen muchos vestidos, pero no están estrechamente “apegados” y así, cuando el peligro les lleva a huir lo hacen con toda facilidad, simplemente arrojando los vestidos. Se ve también a otros -más de los que uno quisiera- que tienen cosas y vestidos de muy poca calidad, pero que, sin embargo, tan apegados se encuentran a esas sus pobres riquezas, que más fácilmente se les podría arrancar la piel de su cuerpo que separarlos de sus posesiones. Un hombre así haría mejor en darse a la fuga con tiempo, pues, en cuanto alguien le coja por la vestimenta, preferirá morir antes que abandonar la túnica.
En fin, aprendemos del ejemplo de este muchacho que hemos de estar siempre preparados ante las contrariedades y dificultades que se presentan de improviso y que pueden hacer necesaria la huida; nos enseña, sin duda, que para estar preparados no es bueno estar cargado con muchos vestidos, ni tan apretujados y abrochados a uno solo que, cuando la ocasión lo urja, nos sea casi imposible arrojar la tela y escapar desnudos.
(…) lo que este joven hizo encierra otra lección todavía más profunda. (…)Así como los vestidos valen mucho menos que el cuerpo, así el alma es mucho más preciosa que el cuerpo. Tan loco de atar estaría quien diera su alma para salvar la vida corporal como quien optara por perder el cuerpo y la vida antes que perder el manto. (…)
Nos advierte además el ejemplo de este muchacho qué tipo de vestido debe ser el cuerpo para el alma cuando nos enfrentemos a tales pruebas. (…).
Como decía, para evitar caer en pecado hemos de arrojar no sólo la túnica o la camisa o cualquier otro vestido del cuerpo, sino hasta el mismo cuerpo, que es el vestido del alma. Si al pecar pretendemos salvar el cuerpo, en realidad, lo perdemos, y con él perdemos también el alma. Por el contrario, si soportamos con paciencia y por amor de Dios la pérdida del cuerpo, nos ocurrirá entonces lo que ocurre con la serpiente: que muda su vieja piel (llamada, me parece, senecta) a fuerza de frotar y restregar entre zarzas y abrojos, y, abandonándola en los matorrales, aparece de nuevo rejuvenecida y resplandeciente. Si seguimos el consejo de Cristo y nos hacemos astutos y prudentes como las serpientes, dejaremos nuestros cuerpos envejecidos sobre la tierra, desgastados entre las espinas de la tribulación padecida por amor, y seremos llevados al cielo, los cuerpos relucientes y en plena juventud, para jamás sentir los efectos de la vejez.
La captura de Cristo
“Se acercaron y echaron manos sobre Jesús. La tropa de soldados y el tribuno y los servidores de los judíos prendieron a Jesús y le ataron; de allí lo llevaron primero a casa de Anás, porque era suegro de Caifás, que era pontífice aquel año. Caifás había aconsejado a los judíos que convenía que un hombre muriese por el pueblo. Y se reunieron así todos: sacerdotes, escribas, fariseos y ancianos “. No están de acuerdo los estudiosos sobre el momento en que por primera vez pusieron manos sobre Cristo. Los evangelistas concuerdan en el hecho, pero hay variaciones en la manera de relatarlo (uno lo anticipa, otro vuelve atrás para contar un detalle omitido). (…)
Sólo después de que Judas hubo besado a Jesús y regresado con la cohorte y los judíos, después de que Cristo hiciera con su sola voz que la cohorte se postrara de rodillas, y la oreja del siervo del sumo sacerdote fue mutilada y restaurada;
después de haber prohibido luchar a los Apóstoles, y haber sido Pedro amonestado porque ya había empezado a luchar;
después de dirigirse Cristo a los magistrados judíos presentes y haberles anunciado que tenían ahora permiso para hacer lo que antes no hablan podido hacer;
después de haber escapado los Apóstoles;
después de haber sido aquel joven capturado, y no haber podido ser retenido, salvándose gracias a la aceptación de su desnudez,
sólo entonces, después de todas estas cosas, echaron mano sobre Jesús.
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Infocatólica agradecerá vuestra generosa colaboración; le sugerimos cómo hacerlo.
3 comentarios
" En las noches más oscuras:...MÁS BRILLA LA LUZ de las estrellas!!"
¿Anacronía? Me pregunto entonces ¿Qué sentido adquiere la palabra anacronía frente a la eternidad?
Leía a uno de estos intelectualoides de izquierda, sedicente católico -y viceversa, para el caso...-, sosteniendo el desapego de Cristo respecto de la cultura (o sea, "los tiempos", "la moral media de los pueblos", en fin...) en clave de cuestionamiento si no de sorna. ¿sabrá ese muchacho -o no tanto- y otros como él, que no es Cristo quien se debe a la cultura -que pasa y se disolverá en la profundidad infinita de lo eterno- sino que es la cultura la que precisa elevarse junto con la persona humana, abriéndose plenamente a la gracia santificante? Puede saberlo, pero mucho me temo que no lo crea.
¿Anacronía? La Gracia seguirá alimentando de la eternidad de la Verdad, el fuego de Cirios y velas en medio de esta turbulenta y nauseabunda noche, cada vez más oscura y ¡cada vez más cercana al más espléndido amanecer!. ¿Nosotros? Ora et labora.
Un abrazo grande y mi gratitud por este trabajo tuyo.
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V.G.: Muchas gracias por su comentario, Miguel.
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V.G.: ¿No tiene dónde canalizar su odio a la Iglesia fuera de aquí, o es que no tiene nada mejor que hacer?
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