(28) La ONU y la guerra por la Palabra
Cuando en el otoño de 1870 llegan los prusianos muy cerca de Nevers, Bernardette sólo dice: “Yo temo únicamente a los malos católicos” (R. Laurentin, “Vida de Bernardette”, Herder, p.180)
El católico no puede ser cronolátrico, sino litúrgico. Al fin y al cabo, toda fecha está escrita en la eternidad, y de ella recibe sus resonancias más significativas. Por eso habría que ver qué relaciones misteriosas se tejen Allí entre la fiesta de Ntra. Sra. de Lourdes, que hoy celebramos, y la sesión plenaria que hoy dedicó la Asamblea Nacional de la ONU para celebrar el 20ª aniversario del Año Internacional de la Familia, en donde se examinaría el papel de las políticas sobre la familia desde el 2015.
Con el informe de días atrás elaborado por la Comisión de Derechos del Niño, pidiendo a la Iglesia un cambio en su doctrina moral más elemental, no podemos pensar que se detengan en su ofensiva anticristiana.
Estamos, pues, en pie de guerra completamente desembozada ya, según parece. Pero cuando empiezan los “bombardeos”, a muchos distraídos que aún no se han dado por enterados de la situación, no les queda más remedio que ponerse el casco y tomar las armas, correr a los refugios seguros…o quizá también, lamentablemente, pasarse al bando enemigo para obtener alguna tranquilidad espuria.
De alguna manera, pues, esta divisoria de aguas cada vez más profunda va sirviendo para despabilar a más de uno, y por otra parte, saber quiénes son los camaradas.
Será la hora de las grandes paradojas…porque no faltarán en estos tiempos algunos bautizados que –ya por incomprensión, sin culpa alguna, ya sea por franca apostasía, serán arrastrados por las olas del mar embravecido que es el Mundo, corifeos de las mentiras de los “sabios”, sirviendo a la confusión general, como necios.
Otros correrán a esconderse bajo las alcantarillas -sepulturas tempranas- en el silencio oscuro de los eufemismos que pregonan “sana convivencia”: sacando hoy un crucifijo aquí, sonriendo tímidamente allá, pero en fin, renunciando siempre al Sol de frente, por temor a divisar, en el mismo firmamento, el resplandor del Gran Combate.
Y otros…sí: ¡los habrá, hasta el fin, capaces de morir cara al Sol, con la frente bien alta, radiantes sus vestidos, con la caricia de la gracia que es haber vivido a la sombra fecunda de la Cruz y la Palabra!
Porque, ¿cuál es la causa? ¿quién provoca estas batallas?
-La Palabra.“Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios..”(Jn.1,11-12)
No importan los Congresos, los discursos que se lleva el viento, convenciones y leyes…eso es paja, palabras… Importa Cristo, LA Palabra. Sólo El permanece. No es cuestión de poder, de dinero ni de fama. Agenda gay, aborto, droga o armas, son puras excusas: molesta Cristo, y como es Rey eterno, se ensañan con la Esposa. ¡Pobres alimañas!
Qué paradoja que a esta gente tan “práctica” le preocupen de pronto, nuestras Palabras…¿No eran vacías acaso?¿No se mofaban de ellas, como de fantasías? Y sin embargo…la Carta de la Tierra pretende tapar por decreto el Decálogo; el Génesis resulta peligroso y homófobo, y San Pablo…¿cómo podemos amordazar a San Pablo? Qué actual resultan esas líneas de la esposa de un mártir de la palabra, que fue Jordán Bruno Genta:
Este circo montado con el tupé de “sugerir” que la Iglesia cambie el Derecho Canónico, cuando hace rato que han logrado que millones de “personas civilizadas” llamen virtud al pecado, no me digan que no es un espectáculo grotesco, tragicómico, y si no fuese lastimoso por las almas que arrastran, bien nos valdría una buena carcajada, teniendo en cuenta, como señalaba el p. Alberto Ezcurra, que, “quien lucha por la Verdad con amargura transforma la Verdad en una cosa amarga.”“Si no es estrella la estrella, las palabras están muertas. Morir por esas palabras que ya no pronuncie nadie…morir por esa Palabra que los hombres de esta tierra callan, cuando Dios la nombre alto. Dios nos permita vivir y morir por su Palabra”(Lilia L. de Genta, “Glosas del buen combate", p.126)
“Es menester combatir con alegría, no la ruidosa y superficial que nace de un optimismo tan ciego como estúpido, sino aquella otra serena y profunda, propia de quien lleva en su alma como una semilla de incoacción de la gloria, la paz y el gozo de la victoria final.” (A. Sáenz, Siete virtudes olvidadas, Gladius, p. 392)
Bendita sea, pues, la hora del combate, si es por la Cruz y la Palabra, y sobre todo, a no dejar que se nos nuble la alegría, porque el Señor vence, reina e impera por los siglos de los siglos, ¡y somos cosa Suya!.
8 comentarios
No es, sin embargo, como para reírse, porque bien sabemos que tiene detrás enormes fuerzas del Mundo, entendiendo por mundo toda la parte de la humanidad que positivamente rechaza a Cristo, más concretamente, es apóstata, y vive y obra bajo un influjo mayor o menor del diablo, príncipe de este mundo.
Pero con mucha razón dices que hay que "combatir los buenos combates de la fe" (1Tim6) con alegría, con la alegría de luchar con Cristo, bajo sus banderas, unidos a él y a la comunión de los santos, y con la CERTEZA DE LA VICTORIA final. ¡Todas las naciones vendrán a postrarse en la presencia de Cristo Rey!! Es seguro. Tú has dicho, por cierto, "que viva y reina por los siglos de los siglos"...
La frase me suena de algo.
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V.G.: Yo presentía que a alguien más le "sonaría", pater. Pero parece que hay que salir a gritarlo cada vez más fuerte últimamente...
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V.G.:Gracias Juan. Un abrazo!
A la lucha. Ni un paso atras. La victoria es nuestra si nos valemos de las armas que San Pablo nos recomienda en la epístola a los Efesios.
Yo me ciño tambien a las 5 piedrecitas para derrotar a Goliat, que la Virgen nos recomienda en Medjuogorje:
Oracion del Santo Rosario.
Eucaristia.
Ayuno miercoles y viernes.
Lectura de la Biblia.
Confesión mensual
Pero ¿cómo hacemos ver a nuestros hermanos bautizados que estamos en un combate con el Mundo (ONU incluida)?
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V.G.: pasito a paso, mostrando y señalando las contradicciones, formando, aclarando, animando y acompañando sin cansarnos nunca, "a tiempo y a destiempo". Y sobre todo, suplicando en cada caso, el discernimiento oportuno para cada persona, y en cada circunstancia. Porque sin El, nada de nada podemos, y por otra parte, ¿quién quiere más que El, que todos lleguen a la salvación por el conocimiento de la Verdad?
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V.G.:En combate ya estamos desde nuestro bautismo, y mucho más desde la Confirmación, Desirée. El problema es si los soldados combaten como corresponde, con las armas apropiadas, y al verdadero enemigo; el peligro es ceder a la miopía de que se trata de algo puramente material, y sólo de personas de carne y hueso.
No podemos librar "cualquier" combate, sino el Buen combate de la fe, cada uno en su puesto.
Y no todos retroceden: hay más alcázares de los que parece. Velemos la esperanza, que el juzgar con puros ojos humanos es empezar a cambiarnos de trinchera.
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V.G.: Por de pronto, cada vez se irán perfilando más claramente los principios opuestos. Esté dentro o fuera del "Club" la Santa Sede, a mí me interesa que el Magisterio sea claro y oportuno. No soy la más indicada para señalar los mejores caminos para la diplomacia...Gracias a Dios, existen las gracias de estado para cada uno.
Mientras tanto, en el testimonio perseverante de-cada-uno de los católicos del mundo se le puede ir demostrando muy bien a éste que estamos en él, pero sin pertenecerle.
Y es que , en esta guerra , ya nos han ganado la batalla de las palabras.Aquí , en donde resido, al obispo, ya cardenal , Monseñor Sebastián, le ha abierto curso por el fiscal una acusación al pronunciarse sobre los homosexuales. El obispo , por un lado , pretende que se malentendió lo declarado (¿qué hubiera pasado si tan sólo hubiera citado a San Pablo en la 1ª Carta a los Corintios ?). Los demás le reprochan no haber tenido "mano izquierda" poniendo como ejemplo la reacción del Papa Francisco de algo así como "ya se habla demasiado del tema" ( No recuerdo literalmente )Ni siquiera la unanimidad de la reprobación pública de todos los concejales del Ayuntamiento , izquierda y derecha, ha provocado la alerta. Se ve que preferimos las guerras pequeñas, las batallitas y la envergadura de lo que está pasando nos viene largo o nos asusta.
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V.G.: Cuidado con la desesperanza, Guillermo: el Espíritu Santo no duerme ni envejece, y aunque no son tan publicitados, sigue habiendo santos y héroes a nuestro alrededor. Y sí, mirando bien, también hay muchos que son dados a conocer como no lo era en otro tiempo, tal vez providencialmente, para nuestro consuelo y estímulo de la fortaleza. Y bendito sea Mons. Sebastián, que ha dicho "al pan, pan, y al vino, vino"; otros países no tienen esa gracia que Dios les da a uds. Adelante!
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