Oriol Ferré: “Mons. Schneider, obispo fiel a la Iglesia, es faro de luz y consuelo para estos tiempos”
Oriol Ferré (1989, Reus, España) es historiador y empresario. Impulsor de Jóvenes por España y de la Asociación Cultural Luz de Trento. En esta entrevista habla del nuevo evento, que acaba de hacer realidad con mucho esfuerzo, una nueva visita de Mons. Athanasius Schneider a España del 6 al 11 de febrero (Barcelona, Madrid y Toledo). Un obispo fiel a Cristo, a la Iglesia y al Papado que, en estos tiempos de oscuridad, es un faro de luz, un consuelo para tantos católicos y un dignísimo sucesor de los Apóstoles. Escuchar sus palabras llenas de fe, verdad y caridad es una oportunidad que no podemos desaprovechar.
¿Por qué Jóvenes por España/Luz de Trento ha hecho el esfuerzo para traer a Mons. Schneider a España de nuevo?
La visita de Monseñor Schneider el pasado mes de mayo suscitó gran interés, ilusión y esperanza en tantos católicos perplejos que nos vemos abandonados y atacados por muchos pastores por querer vivir la Fe, la misma que vivieron y transmitieron los santos, los mártires y nuestros mayores, y no ese sucedáneo edulcorado que sigue las pautas que marcan las ideologías dominantes y que son radicalmente contrarias a Cristo. Era necesaria esa visita y lo es también ésta, porque hoy más que nunca se precisan obispos fieles que guíen a la Iglesia militante que peregrina en la tierra recordando la doctrina salvadora y que trabajen por la restauración doctrinal y litúrgica en la Iglesia y el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.
Tras el éxito y los frutos del primer viaje, ¿Por qué era importante darle continuidad?
Un peligro que a todos nos acecha es reducir el apostolado a grandes y aislados actos espectaculares. Obviamente, las grandes manifestaciones públicas de Fe tienen su importancia, porque sirven para romper el hielo en un ambiente secularizado y son un acicate y un impulso para los débiles, para los apocados, para los remisos. Sin embargo, sería una ingenuidad creer que las personas cambian radicalmente como consecuencia de estos actos. Sería absurdo cejar después en nuestra labor por creer que ya está todo hecho. Las grandes manifestaciones no sirven más que para remover la tierra. El labrador necesita remover la tierra antes de sembrar, pero no conseguiría ningún fruto si descuidase después el trabajo de siembra y de cultivo. Los hombres creemos fácilmente todo lo que nos halaga y damos por bueno todo lo que fomenta nuestra vanidad. Cuando, como fruto de nuestra actuación o de nuestro apostolado, se ha producido una reacción positiva, es fácil autoconvencerse por la idea de que hemos hecho una gran obra.