José Andrés Calderón: “Los rosarios en Ferraz son para restaurar la unidad católica en España”
Ante la crítica situación que vive España, en riesgo inminente de desmembración e imposición de una dictadura líquida y globalista, de manera espontánea, un grupo de valientes católicos ha decidido rezar todos los días un rosario por España en la calle Ferraz.
Estos pequeños héroes anónimos nos hacen recordar el caso de naciones como Austria, que en su día, como es público, tras haberse rezado un millón de rosarios, vio como las tropas soviéticas abandonaban el país, en 1955, tras haber asegurado sus comandantes cientos de veces previamente, que nunca lo harían.
Recordemos también que la Santísima Virgen estuvo presente en momentos críticos de la historia de nuestra nación española, como en la batalla de las Navas de Tolosa, en Lepanto, en 1808, en los sitios de Zaragoza, o en la Cruzada Nacional de 1936.
No hay tiempo que perder, recordemos que la Santísima Virgen le dijo (¿pensando en estos momentos?) a San Antonio María Claret, que la salvación de España estaba cifrada en el rezo del santo rosario.
La Virgen nunca ha fallado a España. No le fallemos nosotros a la Virgen.
Entrevistamos a José Andrés Calderón, licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, una de las personas que se encarga de organizarlo y vela por su perseverancia.
¿Cómo nació la idea del Rosario en Ferraz?
Surgió espontáneamente, como casi todo lo que está sucediendo en el Noviembre Nacional (este es el nombre del movimiento que se está reuniendo en Ferraz cada tarde desde el 3 de noviembre). El domingo 12 recibí un mensaje por X Corp. (anteriormente Twitter) ofreciéndome comenzar el rezo del Santo Rosario en Ferraz. No pude negarme ya que hay momentos en los que uno es consciente de que Dios le está llamando. Debía hacerse presente en Ferraz. Como corolario, decidimos a las 19:20 coger un megáfono, entre cientos de manifestantes, de espaldas al Santuario del Inmaculado Corazón de María (Calle Ferraz 74) y comunicarles que procederíamos a orar a la Santísima Virgen María.
A lo largo de la primera semana de protestas, observamos que eran cada vez más frecuentes banderas del Sagrado Corazón de Jesús y cánticos como “¡España cristiana y no musulmana”. De hecho, la bandera del Noviembre Nacional son dos “N” y una Cruz entre medias. Había anhelo espiritual y el Rosario, sin duda, es la mejor forma de saciarlo.
¿Cuáles son los objetivos concretos por los que rezan?
Siéndole sincero, son muchas las causas que nos han llevado a coger un rosario cada tarde que acudimos a protestar contra la sede del PSOE. Probablemente cada uno de los asistentes tienen las suyas propias. La principal es que, tal y como pronosticó Donoso Cortés, detrás de toda cuestión política subyace un problema teológico.
El Noviembre Nacional se ha convertido en una revuelta patriótica contra un tirano que busca destruir la “tierra de María”. Por ello, en toda protesta y batalla política debe estar presente, más que nunca, Jesucristo. Sin una clara y nítida referencia espiritual, ningún movimiento tendrá provechosos frutos. El Santo Rosario es el arma más potente que tiene un siervo de Dios. Todas las grandes batallas más importantes que ha ganado nuestra nación, véase Lepanto, han sido con un rosario en la mano.
Otro motivo importante es el transcendental papel que debemos tener los católicos en la vida pública. Llevamos padeciendo décadas en las que se nos margina y en las que se pretende que manifestemos la Fe en el más estricto ámbito privado. Recientemente, un famoso locutor de radio nos espetó a rezar únicamente en las iglesias o en nuestras casas. Nos negamos rotundamente a ello. Un católico debe dar testimonio público de su Fe. Sin miedo a nada ni nadie.
¿Puede poner ejemplos en los que se vea que los católicos somos cada vez más arrinconado y por los que se hace necesario el testimonio público?
Son incontables los casos en los que se margina, ridiculiza y vilipendia a los católicos. Defender la palabra de Cristo y del Evangelio implica, inexorablemente, que te califiquen de “ultracatólico” en todos los ámbitos. Un término, por cierto, que es un sinsentido ya que se profesa -o, al menos, se intenta teniendo en consideración nuestra naturaleza falible- la fe cristiana, con todas sus consecuencias, o no se es cristiano. Respaldar públicamente la doctrina católica supone, en la mayoría de los casos, condenarte al ostracismo social.