Asís Gamazo: “La memoria histórica es una gran mentira para destruir España y perpetuar el odio”
Francisco de Asís Gamazo: estudiante de derecho y miembro de la Asociación Cultural Luz de Trento y la Asociación Jóvenes por España.
Nos habla del próximo congreso que organiza Luz de Trento, El fraude de la memoria histórica, que tendrá lugar el próximo sábado 3 de febrero en el Hotel Ilunion Alcalá Norte de Madrid a partir de las 11:15 de la mañana.
Tras el éxito del congreso sobre Agenda 2030, ¿Por qué en luz de Trento han organizado un nuevo evento acerca del fraude de la Memoria Histórica y los mitos y mentiras de la izquierda?
Durante décadas se ha hecho omisión de la tarea de defender y propagar la verdad. El resultado ha sido el avance imparable de aquellos que hacen de la mentira y el odio su bandera para conseguir el poder y destruir España y las instituciones naturales de la sociedad.
Es una pena que a veces la llamada derecha ha llegado a comprar ese discurso falaz…
Lo que los voceros y bufones del sistema llaman derecha, es un liberalismo progresista que tiene entre sus referentes al que fue presidente del gobierno de 1996 a 2004: José María Aznar. Este señor afirmó tener una «profunda vocación azañista». Suponemos que esta vocación es la que le llevó en 2002 a condenar en el Congreso de los Diputados el alzamiento del 18 de julio de 1936, ese alzamiento apoyado por su abuelo y en el que participó su padre como oficial del Ejército Nacional. El PP es un páramo cultural y una lacra nacional. Si bien es cierto que Vox no está en la aceptación del relato histórico imperante y ha señalado desde la tribuna parlamentaria las atrocidades de la izquierda (cosas que hay que aplaudir) no quiere o no se atreve a reivindicar la historia más reciente de España, obviando que no habrá triunfo político si renuncia a reivindicar uno de los periodos más fecundos de la historia de España.
¿Por qué es importante desvelar la relación entre la masonería y la II República?
La masonería persigue desterrar a Dios y descristianizar la sociedad. Para lograrlo, introdujo una nueva filosofía cuya plasmación política es el liberalismo. Aunque a lo largo del siglo XIX sucesivos gobiernos isabelinos impulsaron leyes y medidas contrarias al derecho público cristiano y a los derechos de la Iglesia, la proclamación de la II República supuso el primer gran proyecto plenamente masónico: desde cero y sin disimulos ni subterfugios, redactaron una Constitución contraria a los más elementales principios cristianos que, muy a su pesar, habían perdurado mal que bien a lo largo del siglo XIX y primeras décadas del XX.