Misión de audaces, vibrantes testimonios de familias, profesores y alumnos de los colegios Juan Pablo II
Entrevistamos a Óscar Rivas, autor del libro y Director de Comunicación y Relaciones Institucionales de la Fundación Educatio Servanda.
«Dios es la caña. No exagero, de verdad que es la caña. Tú te propones llevar a cabo un proyecto y cuando quieres darte cuenta Él ya te ha sumergido en otro que nada tiene que ver con tu idea original. Ha cambiado por completo tu hoja de ruta, y ni siquiera has sido consciente de ello. Y en el caso de que lo seas, no quieres evitarlo. ¿Por qué? Porque Él conoce mejor que tú lo que es bueno para ti. Si sabes de qué hablo, no te costará entenderme. Pues bien, así surgió este libro». De este modo comienza su introducción Óscar Rivas en esta obra que recoge testimonios de familias, profesores y alumnos de los colegios Juan Pablo II.
Testimonios de vida y de conversión, donde sonrisas y lágrimas se alternan casi sin quererlo. Vidas reales con nombres reales que despiertan ternura, afecto y compasión. Imposible no emocionarse con ellas.
¿Por qué el título Misión de audaces?
Bueno, creo que en cuanto te adentras en su lectura, enseguida comprendes el sentido del título. Los protagonistas desnudan sus vidas. A través de sus testimonios nos abren su corazón. Lo ponen sobre la mesa y nos lo entregan para que entendamos que cuando el Señor entra en nuestra vida la cambia por completo. Y además no se ocultan detrás de un pseudónimo —lo cual sería legítimo— sino que ponen nombres y apellidos. Hay que ser muy audaz para obrar así. Ellos lo son. Es un libro escrito, no solo a pecho descubierto, sino a corazón abierto.
¿Por qué misión?
Porque cuando conocen al Señor se dan cuenta de que no pueden permanecer ajenos a ese tesoro que acaban de recibir. No pueden fingir que no ha ocurrido nada. De hecho, no quieren hacerlo. A partir de ese instante, sienten la necesidad de dar a conocer la Buena Nueva; el deber de comunicar que Él está vivo, de explicarnos que lo único que tenemos que hacer es ir a su encuentro, pues Él nos espera con los brazos abiertos. En un mundo tan ajeno a Dios como el que vivimos, la suya es una misión solo apta para audaces. “Él espera que haga lo que estoy haciendo –nos dice Eugenio, uno de los testimonios– que cuente que le conozco… que cuente que soy su amigo”. Sus testimonios alientan nuestra esperanza.
¿Por qué decidió escribirlo?
Eso es lo más curioso, que cada vez tengo más claro que no fui yo quien lo decidió. Lo explico en el prólogo. Una mañana fui a hablar con Juan Carlos Corvera, presidente de Educatio Servanda, para proponerle un proyecto sobre educación. Fue entonces cuando me asaltó la idea de escribir un libro que explicara lo que sucede en el día a día de Educatio Servanda, en el día a día de los colegios Juan Pablo II: hijos que evangelizan a los padres, padres que hacen la primera Comunión junto a sus hijos, que se bautizan, o que se confirman con los alumnos, familias rotas que se recomponen cuando Dios hace acto de presencia en el hogar… Es que es una pasada, de verdad. Hasta aquella mañana ni se me había pasado por la cabeza. Luego, antes de emprender el proyecto hubo que encomendarlo, queríamos tener la certeza de que hacíamos lo correcto.