El P. Francisco Ribas explica como el beato Palau enseña a crecer en virtudes a través de la oración
P. Francisco Ribas. Sacerdote cordobés de la Diócesis de Lleida, ordenado el 7 de mayo de 2006. Ha ejercido el ministerio sacerdotal en varias parroquias entre ellas Aitona, compaginándolo como capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, actualmente párroco de la parroquia de San Martín, deán de la catedral, archivero capitular y fabriquero, consiliario de la Hospitalidad de Lourdes, capellán del Hospital Universitario Arnau, atención de la Residencia de la Milagrosa de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, atención Pastoral del Colegio de l’Estonnac y Coordinador de Vigilias con María.
¿Cómo nace su devoción al P. Palau y cómo le ha ayudado el beato en su sacerdocio y vida espiritual?
Mi devoción por el Beato padre Francisco Palau comenzó con mi llegada como párroco al pueblo de Aitona, lugar de nacimiento del Padre Palau, donde conocí a parte de su familia que a día de hoy la considero un poco mía y a través de las historias familiares surgió la curiosidad y terminó con el descubrimiento de sus profundos escritos espirituales y su comprometido servicio a la Iglesia. La contemplación de su vida y enseñanzas ha sido desde entonces una fuente de inspiración y guía en mi sacerdocio y en mi vida espiritual sobre todo en lo referente a “la Vida Solitaria”, escrito en un momento muy doloroso para él y que es como un compendio de las implicaciones en el ministerio sacerdotal de la vida solitaria.
Su adhesión a la espiritualidad carmelita y teresiana me recuerda la importancia de la oración y el sacrificio en la vida apostólica, y refuerza el valor de la soledad y la vida interior para una relación más estrecha con Dios y tan necesaria para los sacerdotes. Además, su valentía y su disposición a sufrir por su fe, hasta el punto de desear el martirio, es un testimonio de la profundidad de su amor a Dios y a la Iglesia. Esto ejemplifica el tipo de fortaleza y fidelidad que es esencial en mis propios deberes sacerdotales.
La comprensión de la perfección cristiana como arraigada en el precepto del amor, que destacó en sus reglas para las comunidades religiosas que fundó, se alineaba estrechamente con la misión pastoral que se me había confiado como sacerdote: amar a Dios y al prójimo como esencia de la perfección cristiana.
En resumen, el ejemplo del Padre Palau ha fortalecido mi determinación de llevar una vida de servicio orante, ha afianzado mis compromisos eclesiales y ha profundizado mi aprecio por las dimensiones místicas y comunitarias de la Iglesia. De alguna manera su legado me sirve de luz de guía en la búsqueda de la santidad dentro de mi sacerdocio y mi vida espiritual.
¿Por qué el P. Palau es un gran maestro de oración y de virtudes?
El padre Palau es un gran maestro de la oración y la virtud por su aguda comprensión de la íntima conexión entre la vida práctica de la virtud y las verdades profundas de la fe. Reconoció la importancia de vivir la fe a través de la práctica diaria de las virtudes, en lugar de limitarse a entenderla como un marco conceptual.
Su enfoque de la instrucción espiritual no se limitaba al conocimiento teórico, sino que se centraba en la síntesis de las verdades significativas de la fe con su aplicación inmediata a la vida cotidiana. Esta intuición realista sobre la formación espiritual le llevó a abrir la Escuela de la Virtud, con el objetivo de instruir a las personas en los misterios de la fe católica y los deberes asociados, que eran fundamentalmente la práctica de las virtudes.
Además, los escritos comunicaban una visión original del misterio de la Iglesia, reflejando la integridad de sus puntos de vista sobre cómo vivir una vida cristiana virtuosa. No se limitaba a impartir información, sino que pretendía enseñar a vivir de forma responsable y auténtica dentro de la vocación cristiana.