InfoCatólica / Caballero del Pilar / Categoría: Entrevistas

23.02.24

El P. Francisco Ribas explica como el beato Palau enseña a crecer en virtudes a través de la oración

P. Francisco Ribas. Sacerdote cordobés de la Diócesis de Lleida, ordenado el 7 de mayo de 2006. Ha ejercido el ministerio sacerdotal en varias parroquias entre ellas Aitona, compaginándolo como capellán de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, actualmente párroco de la parroquia de San Martín, deán de la catedral, archivero capitular y fabriquero, consiliario de la Hospitalidad de Lourdes, capellán del Hospital Universitario Arnau, atención de la Residencia de la Milagrosa de las Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, atención Pastoral del Colegio de l’Estonnac y Coordinador de Vigilias con María.

¿Cómo nace su devoción al P. Palau y cómo le ha ayudado el beato en su sacerdocio y vida espiritual?

Mi devoción por el Beato padre Francisco Palau comenzó con mi llegada como párroco al pueblo de Aitona, lugar de nacimiento del Padre Palau, donde conocí a parte de su familia que a día de hoy la considero un poco mía y a través de las historias familiares surgió la curiosidad y terminó con el descubrimiento de sus profundos escritos espirituales y su comprometido servicio a la Iglesia. La contemplación de su vida y enseñanzas ha sido desde entonces una fuente de inspiración y guía en mi sacerdocio y en mi vida espiritual sobre todo en lo referente a “la Vida Solitaria”, escrito en un momento muy doloroso para él y que es como un compendio de las implicaciones en el ministerio sacerdotal de la vida solitaria.

Su adhesión a la espiritualidad carmelita y teresiana me recuerda la importancia de la oración y el sacrificio en la vida apostólica, y refuerza el valor de la soledad y la vida interior para una relación más estrecha con Dios y tan necesaria para los sacerdotes. Además, su valentía y su disposición a sufrir por su fe, hasta el punto de desear el martirio, es un testimonio de la profundidad de su amor a Dios y a la Iglesia. Esto ejemplifica el tipo de fortaleza y fidelidad que es esencial en mis propios deberes sacerdotales.

La comprensión de la perfección cristiana como arraigada en el precepto del amor, que destacó en sus reglas para las comunidades religiosas que fundó, se alineaba estrechamente con la misión pastoral que se me había confiado como sacerdote: amar a Dios y al prójimo como esencia de la perfección cristiana.

En resumen, el ejemplo del Padre Palau ha fortalecido mi determinación de llevar una vida de servicio orante, ha afianzado mis compromisos eclesiales y ha profundizado mi aprecio por las dimensiones místicas y comunitarias de la Iglesia. De alguna manera su legado me sirve de luz de guía en la búsqueda de la santidad dentro de mi sacerdocio y mi vida espiritual.

¿Por qué el P. Palau es un gran maestro de oración y de virtudes?

El padre Palau es un gran maestro de la oración y la virtud por su aguda comprensión de la íntima conexión entre la vida práctica de la virtud y las verdades profundas de la fe. Reconoció la importancia de vivir la fe a través de la práctica diaria de las virtudes, en lugar de limitarse a entenderla como un marco conceptual.

Su enfoque de la instrucción espiritual no se limitaba al conocimiento teórico, sino que se centraba en la síntesis de las verdades significativas de la fe con su aplicación inmediata a la vida cotidiana. Esta intuición realista sobre la formación espiritual le llevó a abrir la Escuela de la Virtud, con el objetivo de instruir a las personas en los misterios de la fe católica y los deberes asociados, que eran fundamentalmente la práctica de las virtudes.

Además, los escritos comunicaban una visión original del misterio de la Iglesia, reflejando la integridad de sus puntos de vista sobre cómo vivir una vida cristiana virtuosa. No se limitaba a impartir información, sino que pretendía enseñar a vivir de forma responsable y auténtica dentro de la vocación cristiana.

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22.02.24

P. Carlos Bosch: “El Patriarca latino de Jerusalén nos anima con su ejemplo a arriesgar la vida por la paz”

Recientemente tuvo lugar en la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona la octava edición de la vigilia Sent la Creu (Siente la Cruz), organizada por la Pastoral de Jóvenes del arzobispado de Barcelona. Este año la vigilia ha sido por la paz en Tierra Santa y ha contado con la presencia del Patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, que ha participado en la Misa celebrada por el cardenal de Barcelona Juan José Omella.

En años anteriores fue por Lampedusa (2017), Mosul (2018), Camboya (2019), Bangassou (2020), Venezuela (2021), Filipinas (2022) y Ucrania (2023).

El P. Carlos Bosch, joven sacerdote de 30 años, es director de Església Jove Barcelona, el Secretariado de Pastoral con Jóvenes del Arzobispado de Barcelona: @esglesiajovebarcelona, https://www.instagram.com/esglesiajovebarcelona/

Nos cuenta en esta breve entrevista todos los detalles de esta vigilia.

¿En qué consiste exactamente esta Vigilia cuaresmal Sent la Creu?

El Sent la Creu consiste en una eucaristía precedida por una vigilia ante una cruz de algún lugar del mundo en el que sus habitantes están sufriendo mucho. Este año, jóvenes de toda Barcelona nos hemos unido al sufrimiento de nuestros hermanos en Tierra Santa.

¿Por qué en esta ocasión han sentido la cruz especialmente en los santos lugares?

El conflicto palestino-israelí se ha agravado especialmente durante los últimos meses. El sufrimiento causado no nos deja indiferentes y pensamos que era una oportunidad para unirnos al sufrimiento de nuestros hermanos en Tierra Santa, descubriendo caminos de esperanza a través de sus testimonios.

¿Qué ha supuesto para ustedes este año poder contar con el cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén?

El cardenal Pizzaballa sufre en primera persona las consecuencias del odio y la violencia. Al mismo tiempo, como ha quedado claro al haberse ofrecido en intercambio por los rehenes, es un hombre dispuesto a entregar la propia vida en favor de la paz. Su presencia ha sido para nosotros un testimonio verdaderamente conmovedor. La crueldad de su experiencia y la esperanza de su fe no nos ha dejado a ninguno indiferente.

¿Qué es lo que más le ha impactado de lo que contado el Patriarca sobre el sufrimiento actual en Tierra Santa?

Lo que más me impactó de las palabras del Patriarca fue su afirmación de que “incluso en Tierra Santa no hay nada perdido". Él hizo un llamamiento a no conformarnos con soluciones provisionales al conflicto, sino a buscar soluciones perdurables. Para ello, nos exhortaba a arriesgar nuestras vidas en favor de la paz.

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21.02.24

"Fiducia supplicans" y la infiltración del lobby homosexual en la Iglesia

Entrevista con José Antonio Ureta

José Antonio Ureta –coautor del libro “El proceso sinodal: una caja de pandora – 100 preguntas y 100 respuestas”, prefaciado por el Cardenal Burke– es un estudioso de los asuntos de actualidad de la Iglesia.

Como investigador de la Sociedad Francesa de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad, ha publicado diversos trabajos de amplia repercusión internacional.

Ahora, con motivo del revuelo que está levantado el documento pontificio “Fiducia supplicans” nos concede la presente entrevista.

***

— Sr. Ureta, la reciente publicación de “Fiducia Supplicans” provocó –y sigue provocando– fuertes reacciones en el seno de la Iglesia, ¿era de esperar? ¿Nos puede hablar más de ello?

Sí, en efecto, “La confusión sobre ‘Fiducia Supplicans’ era previsible”, afirma el obispo Joseph Naumann, de Kansas City : “Los activistas de los derechos de los homosexuales, dentro y fuera de la Iglesia, han estado exigiendo la bendición eclesiástica de las uniones entre personas del mismo sexo como un paso necesario para que la Iglesia se adapte por fin a la cultura [contemporánea] y acepte el matrimonio entre personas del mismo sexo.1

Se refiere a la Declaración publicada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe el 18 de diciembre último, con la firma de su prefecto, el Cardenal Víctor Manuel Fernández. 2 La Declaración afirma, en efecto, que ” se coloca la posibilidad de bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo, cuya forma no debe encontrar ninguna fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas, para no producir confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio” (nº 31).

Como supuesta señal de esta diferencia, el texto hace una aclaración: “esta bendición nunca se realizará al mismo tiempo que los ritos civiles de unión, ni tampoco en conexión con ellos. Ni siquiera con las vestimentas, gestos o palabras propias de un matrimonio” (nº 39), y debe pedirse espontáneamente, “tanto en las peregrinaciones, en los santuarios y también en la calle cuando se encuentran con un sacerdote” (nº 28).

Se da la circunstancia de que, en marzo de 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida entonces por el Cardenal español Luis Ladaria, había condenado perentoriamente tales bendiciones, en forma de respuesta a un dubium de un obispo, que preguntaba: ¿La Iglesia dispone del poder para impartir la bendición a uniones de personas del mismo sexo?” El Responsum afirmó enfáticamente que, cuando se invoca una bendición sobre algunas relaciones humanas se necesita – más allá de la recta intención de aquellos que participan – que aquello que se bendice esté objetiva y positivamente ordenado a recibir y expresar la gracia, en función de los designios de Dios inscritos en la Creación y revelados plenamente por Cristo Señor”.

Por ello, concluyó que “la Iglesia no dispone, ni puede disponer, del poder para bendecir uniones de personas del mismo sexo”, ya que no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”. Cabe señalar que el comunicado oficial contiene el siguiente párrafo final: El Sumo Pontífice Francisco, en el curso de una Audiencia concedida al suscrito Secretario de esta Congregación, ha sido informado y ha dado su asentimiento a la publicación del ya mencionado Responsum ad dubium, con la Nota explicativa adjunta”. 3

¿Cómo es posible que, sólo dos años y medio después, el prefecto de este mismo dicasterio, con la firma del Papa Francisco, diga exactamente lo contrario?

¿Cuáles son los argumentos esgrimidos en la Declaración “Fiducia Supplicans” para justificar la bendición de parejas irregulares y homosexuales?

Aunque reconoce explícitamente que la enseñanza tradicional sólo permite bendecir “cosas, lugares o circunstancias que no contradigan la norma o el espíritu del Evangelio” (Fiducia Supplicans, nº 10, citando el ritual romano), la Declaración del Cardenal Fernández utiliza cuatro subterfugios falaces para eludir el Responsum anterior:

En primer lugar, pretende que el Papa Francisco ha ampliado el concepto teológico-pastoral de bendición, creando una nueva categoría que ha denominado “bendición pastoral", la cual no requeriría, como las “bendiciones litúrgicas", una “perfección moral previa” de aquel que la solicita. La falacia reside en el hecho de que, para dar las bendiciones tradicionales, la Iglesia nunca ha exigido la perfección moral y ni siquiera el estado de gracia (por ejemplo, al final de la misa el sacerdote da la bendición a todos los presentes, algunos de los cuales pueden estar en pecado mortal). Es más, las bendiciones entran en la categoría teológica de los sacramentales; todos los tratados de Teología Moral enseñan que los sacramentales, como las cenizas o el agua bendita, pueden darse incluso a los no católicos, si los piden con buena disposición.

En segundo lugar, Fiducia Supplicans afirma que, al bendecir a las parejas irregulares y homosexuales, no se estaría bendiciendo uniones pecaminosas, porque “no se pretende legitimar nada” (nº 40). La falacia reside en pretender distinguir la pareja de la unión, ya que lo que hace que una pareja sea pareja es precisamente lo que la une, en este caso la comunión de vida. Esto queda aún más claro en el tercer subterfugio, en el que se menciona explícitamente la “relación".

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20.02.24

Alberto Bárcena: "A todos nos salpica la sangre inocente del holocausto del aborto, hay que actuar"

El pasado sábado 17 de febrero, Barcelona acogió el II Encuentro 40 Días por la Vida. El auditorio del Colegio Real Monasterio de Santa Isabel fue testigo de este encuentro, que contó con la presencia de Isabel Vaughan, activista provida y coordinadora de 40 Days for Life Birmingham, y Alberto Bárcena, doctor en Historia por la Universidad San Pablo CEU de Madrid.

Tras entrevistar a Isabel Vaughan en este medio, hacemos lo propio con el profesor Alberto Bárcena, que impartió una conferencia titulada «Católico, despierta: la batalla cultural y el aborto».

¿Qué supuso para usted participar en el II Encuentro de 40 días por la Vida en Barcelona junto a una activista provida de reconocido prestigio internacional como Isabel Vaughan?

Fue una experiencia reconfortante: ver a tantas personas apoyando la lucha por la vida, el principal de los derechos humanos, sin el que resulta imposible construir cualquier declaración de derechos con vocación de permanencia y justicia; hablar con rescatadores que logran salvar a los más inocentes, cuando ya parecían condenados a no ver la luz, comprobar la alegría que experimentan al conseguirlo, y como, a pesar de la demoledora y omnipresente propaganda contraria, no se dejan engañar: saben que defienden la Verdad -la fe y la razón-, la ley de Dios y la dignidad de la persona humana, única criatura hecha a imagen y semejanza del Creador.

En cuanto a Isabel Vaughan, fue un honor conocerla; con su sola presencia dio mayor visibilidad al encuentro, convertida como ha sido, merecidamente, en ejemplo de valor y coherencia a nivel internacional; con sus palabras y sus declaraciones nos edificaba desde la fe y la esperanza, con la convicción, razonada, de que Satanás va perdiendo el combate; como ya sabemos que ha perdido también el definitivo, a pesar del daño inmenso causado a tantas almas, incapaces ya de distinguir entre el bien y el mal, entre legalidad y legitimidad; a pesar de tantas muertes de hijos de Dios, eliminados inicuamente en todo el planeta. “En la raíz de cada violencia contra el prójimo se cede a la lógica del maligno, es decir de aquel que era homicida desde el principio (Jn 8, 44) como nos recuerda el apóstol Juan…” nos decía San Juan Pablo II, hablando del aborto en Evangelium vitae. El aborto tiene sus días contados, como los tiene la influencia del ángel caído sobre el género humano.

¿Por qué en su conferencia llamó a los católicos a despertar y dar la batalla cultural frente al aborto?

Porque no podemos desentendernos del holocausto; la sangre de los inocentes nos salpica a todos; los que con nuestros impuestos pagamos, aunque no queramos verlo, su muerte; no podemos permitirnos ese fatalismo, como si esto no fuera con nosotros. Se nos pedirán cuentas de tanta maldad; el católico está llamado a ser luz en medio del mundo, no puede ser cómplice del mal, no podemos normalizarlo, ni permanecer mudos e impasibles cuando sistemáticamente y a diario se viola tan gravemente la ley suprema que debemos obedecer por encima de todo: la que Dios nos ha dado para nuestra salvación.

¿Cuándo fue el punto de inflexión en el que en poderosas convenciones internacionales se empezó a hablar de los nuevos derechos? ¿Qué son los llamados nuevos derechos, que no son tales?

Los mal llamados nuevos derechos se fueron gestando en las cumbres de la ONU, cuando ya el aborto se había ido introduciendo en la mayor parte de de Occidente, con deferentes matices y subterfugios; como si fuera una especie de mal menor. Se trataba, para los involucrados en esta operación de ingeniería social, de darle ya el rango de derecho universal; con el objetivo de reducir drásticamente lo que llaman “fertilidad” por razones económicas, de explotación egoísta de los recursos naturales al más bajo coste. Pero no solo; se trataba también de establecer un nuevo paradigma humano situando al hombre en el lugar de Dios, conforme al pensamiento masónico, de peso concluyente en todo el proceso; aunque para ello curiosamente proyectaran la eliminación de millones de personas, desde los no concebidos hasta los que, ya en el seno materno, serían privados de la vida por diferentes métodos, a cual más brutal. Necesitaban para llevar a cabo tamaño despropósito inventar una nueva religión, que sería panteísta.

Así en la Cumbre de Río, o de la Tierra, celebrada en 1992, se acordó la redacción de La Carta de la Tierra, cuyo redactor más destacado, Mijaíl Gorbachov, declaraba en 1997: “Necesitamos encontrar un nuevo paradigma que reemplace los vagos conceptos antropológicos… El mecanismo que utilizaremos será el reemplazo de los Diez Mandamientos por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra". En el programa de Acción de Río ya se hablaba de controlar la producción, el desarrollo y la reproducción. Huelga decir que desde el primer momento se percibía que el principal escollo de aquellos ingenieros del Nuevo Orden Mundial lo encontrarían en la Iglesia Católica, y como enemiga sería tratada en adelante.

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19.02.24

Mons. González Chaves analiza algunos aspectos del magisterio sacerdotal del cardenal Don Marcelo

Mons. Alberto José González Chaves nació en Badajoz en 1970 y fue ordenado sacerdote en Toledo en 1995. Su primer destino pastoral fueron las parroquias de Peñalsordo y Capilla, provincia pacense y archidiócesis Primada. De 2006 a 2014 trabajó en la Congregación para los Obispos, en la Santa Sede. En 2008 se doctoró en Teología Espiritual en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum, de Roma, con una tesis sobre “Santa Maravillas de Jesús, naturalidad en lo sobrenatural". En 2009 obtuvo o un Master en Bioética, en el mismo Ateneo. En 2011 Benedicto XVI le nombró Capellán de Su Santidad. De 2015 a 2021 fue Delegado Episcopal para la Vida Consagrada en Córdoba. En 2020 recibió el Galardón Alter Christus por su atención al Clero y a la Vida Consagrada. Ha dirigido numerosos Ejercicios Espirituales y dictado conferencias y cursillos en España e Hispanoamerica. Ha publicado numerosos artículos y libros de espiritualidad y liturgia, y hagiografías sobre Santa Teresa de Jesús, San Juan de Ávila, San José María Rubio, Santa Maravillas de Jesús, Santa María Micaela del Santísimo Sacramento, Santa Genoveva Torres, los Beatos Marcelo Spínola y Tiburcio Arnaiz, San Juan Pablo II, Benedicto XVI, el cardenal Rafael Merry del Val…

Es coautor de la reciente y extensa biografía de uno de los hombres de la Iglesia de España más importantes del siglo XX, el Cardenal Primado Marcelo González Martín (1918-2004), que le ordenó sacerdote. Con este motivo le entrevistamos sobre algunos aspectos del magisterio sacerdotal de Don Marcelo.

A modo de introducción general, ¿qué idea del sacerdocio tenía Don Marcelo?

En la cuaresma de 1971 Don Marcelo dijo en una conferencia en la catedral de Madrid que hay que reflexionar sobre el sacerdocio tomando como punto de referencia el misterio del sacrificio de Cristo Sacerdote tal como nos lo ofrecen la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica de la Iglesia. Esa es su idea del sacerdocio, que nace del Corazón de Cristo en el cenáculo, inflama la predicación apostólica, se robustece en la sinaxis de las catacumbas, se empurpura con sangre martirial y, corriendo los siglos, frente a la herejía luterana cuaja en Trento su identidad inmutable con doctrina solemne. En su siglo XX, Don Marcelo asimila ese sacerdocio desde el magisterio de los Papas, y del Concilio Vaticano II, en continuidad con la enseñanza bimilenaria de la Iglesia, según la cual el sacerdote es aquel a quien Dios Padre ha predestinado en Cristo, de manera especial: además de darle la filiación divina y la redención en la Sangre del Hijo, le ha hecho ministro de esa Sangre. Por ello sería tristísimo perder la dulce certeza de esta predilección divina, dijo Don Marcelo a los ordenandos en 1988; sería convertirse en la pieza mecánica de una Iglesia puramente institucional y reducir la hermosura del sacerdocio a la condición de tecnócrata para el progreso y la paz social. Para ser tales funcionarios mejor que no existierais, diría a los ordenandos del año siguiente.

En su Pastoral “El porvenir espiritual de nuestra diócesis”, como obispo novel en Astorga, en 1963, sobre textos de Pío XII Don Marcelo enumeraba como actitudes sacerdotales de valor permanente el amor y la gratitud a Jesucristo, la humildad ante la propia indignidad y la obediencia a las disposiciones de la Iglesia, el celo, la abnegación, la caridad fraterna en el presbiterio, el desprendimiento. Insistía a sus clérigos en el cultivo de la vida sobrenatural, sin la cual el sacerdote concede más atención a la lectura de un periódico que a la oración bien hecha; a la tertulia, más que al silencio; a un viaje, más que al sacrificio; a una película, más que a una hora de estudio; a las noticias políticas, más que a la disminución del pecado; al deporte, más que a los sacramentos; a la ciencia, más que a la teología; al templo material, más que a la enseñanza profunda del catecismo; al bullicio exterior, más que a la meditación; a la asamblea y a la discusión de problemas ajenos o colectivos, más que al examen de sí mismo; a la crítica de lo que dicen otros, más que a la maduración rigurosa de lo que tiene que decir él; a lo nuevo por lo nuevo, más que a lo antiguo por serlo; a lo mundano, más que a lo eclesiástico; a lo fugaz y cambiante, más que a lo permanente y eterno; a lo confortable y grato, más que a lo difícil y abnegado; a la cultura, más que a la gracia; a lo profano, más que a lo sagrado; al hombre, más que a Dios; a los filósofos, más que a los santos; a los amigos, más que a Jesucristo. Es decir, nos encontramos con el sacerdote que va destrozando poco a poco su propio sacerdocio.

¿Cómo enseñaba al sacerdote a ser santo y santificador?

En Toledo exhortaba a los neopresbíteros de 1980 a revestirse de un armadura espiritual: De lo contrario, seréis pronto víctimas del secularismo de los criterios y de las costumbres, que todo lo invade; y pronto llegará a pareceros lo más natural del mundo el contemporizar con todo, el aceptar todo con una sonrisa de aprobación, el decir que no queréis ser retrógrados, sin daros cuenta de que al decir eso estáis retrocediendo a la oscuridad del pecado o a lo que lleva al pecado. En tiempos de secularismo agresivo, ante lo que dice el mundo de Cristo y de sus ministros, éstos deben ser fuertes para mirar a ese mundo con una sonrisa benévola y… para esperar compasivamente a que ese mundo se deje acercar por vosotros para que le digáis bien lo que sois… El secreto es la unión con Jesucristo: No aceptéis tareas que invadan vuestra vida hasta el punto de impediros el trato con Dios. Dondequiera que estéis… siempre hay tiempo para orar, mirando y ofreciendo al mundo el crucifijo, dijo a su última promoción de sacerdotes, entre los que me encontraba yo, el 25 de junio de 1995. Si el sacerdote es el hombre enamorado de Jesucristo, experimentará la belleza de su amistad. ¿Por qué no cultivamos esto los sacerdotes y obispos?, preguntaba, ya jubilado, tres años después, a esos mismos sacerdotes, en el aniversario de la ordenación de estos.

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