Álvaro Miguel: "Los jóvenes pedimos especialmente por el Papa y la Iglesia y por España"
Álvaro Miguel trabaja en el sector de la consultoría. Católico comprometido con la Iglesia, nos habla de las actividades apostólicas que se realizan durante el año en torno al capítulo de Nuestra Señora de Montserrat, que participó en la peregrinación NSC a Covadonga y que, Dios mediante, participará este año también.
¿Cómo nació y cómo se fue consolidando el capítulo de Nuestra Señora de Montserrat?
Nació a través de la iniciativa de varios jóvenes, en distintos ambientes y contextos y se consolidó en la peregrinación misma.
Con el espíritu que nos pide el Santo Padre, como Iglesia en salida, como una comunidad de discípulos misioneros que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan, este estado permanente de misión (Evangelii Gaudium, 24,25) que inunda el espíritu del capítulo hace que las actividades e interesados continúen llegando y si Dios quiere, fructificando con nuevos peregrinos, vocaciones y conversiones.
¿Qué tal fue la experiencia de la peregrinación a Covadonga del año pasado?
Fantástica. El Santo Patrón que eligieron los de la organización - San José - creo que es muy adecuado, se trata de vivir tres días entre dolores y gozos.
Y con ganas de repetir la experiencia y con más gente.
Las ganas van y vienen, hay momentos de todo - de la fatiga a la fabada jaja - , la experiencia es dura y te pone al límite en muchas ocasiones. Repetiremos si Dios quiere.
Sobre la gente en el sentido de masa, no es lo importante, no queremos ganar ningunas elecciones. Las matemáticas de Dios son muy distintas.
Lo importante es que cada peregrino tenga esa “determinada determinación” de ir ahí con un fin muy concreto: las almas y la eternidad.
Tras la experiencia de la primera ocasión y las improvisaciones lógicas, este año tienen tiempo de prepararla bien, tanto a nivel espiritual como físico. ¿Por qué han decidido tomárselo más en serio si cabe?
La única preparación importante es la preparación para la muerte. Covadonga es una de estas cosas que nos ayudan a presentar a Dios obras que pueden ser muy meritorias, si nos disponemos debidamente a ello.
El cielo está prometido a los que comienzan a vivir santamente; pero no se da sino a los que perseveran hasta el fin. Hay que perseverar en el camino de los sueños (Christus Vivit, 142) y en ese sentido, ser fieles a lo pequeño para llegar a lo grande.