InfoCatólica / Caballero del Pilar / Categoría: Entrevistas

28.03.23

P. Díaz Yepes: "El espejo del P. Pío es un libro que no sólo trata del santo, sino que fue escrito con él"

P. Christian Díaz Yepes. Sacerdote y poeta. Nacido en Caracas, Venezuela, en 1980. Estudió Bellas Artes y Filosofía, y alcanzó el Doctorado en Teología en la Universidad San Dámaso. Ordenado sacerdote en 2007, desarrolla su ministerio pastoral en la Archidiócesis de Madrid desde 2011. Recibió el Premio Nacional de Poesía Juvenil del Ateneo de Caracas y la Casa de la Poesía de Caracas (1996). A los 19 años su libro “Las Ruedas” fue seleccionado en concurso y publicado por Monte Ávila Editores Latinoamericana (1999). En el 2004 la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello publicó su libro “Una Barca. Ha publicado y recitado en países como Estados Unidos, Italia, Suiza, Brasil, Siria y recitó su poesía en el Aula Pablo VI del Vaticano ante siete mil personas en la conclusión del año sacerdotal en 2011. Su poesía ha sido traducida al Inglés, al Italiano y el Árabe. En Venezuela recibió el Premio Trípode de literatura cristiana por su libro de espiritualidad “Beber de la fuente de la paz". También ha sido nominado para recibir el Premio Mundial de Poesía Mística (Roma, 2010). Publica semanalmente textos de oración en el periódico La Razón y colabora con Religión en Libertad. Imparte asignaturas de teología para sacerdotes y laicos en Venezuela y se dedica especialmente a la dirección espiritual de jóvenes y adultos y la predicación de ejercicios espirituales para religiosos y laicos en España.

¿Cómo nació su aproximación al santo P. Pío?

En el libro cuento que desde que supe sobre el padre Pío en 1999, este no fue santo de mi devoción, literalmente. En ese entonces yo estaba volviendo a la Iglesia después de unos años de alejamiento por la incoherencia de algunos de sus representantes y seguí la idea de que el cristianismo tenía que ser algo atractivo, a la moda. Preferí modelos de santidad más acordes a nuestro tiempo, sin tener conciencia todavía de que lo santo sobrepasa lo temporal y nos abre a la eternidad. Eso lo iría madurando posteriormente.

En 2019 fui invitado a acompañar una peregrinación a los lugares del padre Pío en Italia. Al principio yo tenía todavía muchas reticencias. El padre Pío me seguía pareciendo un santo demasiado severo. Además, mis compromisos en ese momento hacían inviable que dedicara una semana a ese viaje. Sin embargo, todo empezó a despejarse sin mayor esfuerzo de mi parte y esa misma noche tuve un sueño revelador. Amanecí con la certeza de que debía acompañar aquella peregrinación y dejarme enseñar por este maestro.

Celebrar la misa en el altar en que el padre Pío se inmolaba cada madrugada con Cristo en el Calvario me estremeció y suscitó una conversión en mi sacerdocio. No tuve visiones, locuciones o experiencias llamativas, sino una fuerte toma de conciencia, a la cual tenía que responder con todo mi ser. En los días posteriores, me dejé conducir como un discípulo por este gigante de la fe. A través de las visitas a sus lugares, la meditación de su epistolario y el diálogo confiado en la oración, todo cambió en mí. Una verdadera vuelta a Dios, que trato de vivir con sencillez y coherencia, sabiendo que aún me falta mucho más por santificar.

Incluso a partir de ese momento se dedicó a confesar con gusto y consolación espiritual.

Así es. Ya Dios había sanado en mí un prurito inicial a escuchar confesiones, que me llevó en mis primeros meses de ministerio a decidir hacer todo como sacerdote menos confesar. Me sentía indigno de hacerlo y me atormentaban muchas de las cosas que escuchaba. Como cuento en el libro, Dios sanó esto por una oración que hicieron otros dos sacerdotes por mí, acogiéndonos a la intercesión del padre Pío, pues este había sido un gran confesor. Ya desde este momento el santo me estaba enseñando y ayudando, pero solo llegué a entenderlo al sentarme a confesar tantos años después en san Giovanni Rotondo. Por eso quise dedicar tantos capítulos del libro a detallar cada uno de los pasos de la Confesión, que ahora trato de valorar cada vez con mayor profundidad.

No quería ir a San Giovanni Rotondo, pero tuvo un sueño ¿Cómo fue la experiencia?

El día que me invitaron a la peregrinación, y yo busqué cómo escaquearme, el padre Pío se me apareció durante toda la noche en un sueño liviano y sostenido, en el cual me revelaba mucho acerca de mi propia vida y mi sacerdocio. Los detalles los cuento en el libro, pero aquí lo puedo resumir como un detallado examen de conciencia acerca de mi ser y mi hacer como sacerdote. El padre Pío me condujo por esas horas con la misericordia y la exigencia con la que el mismo Dios nos guía y nos mueve a la conversión, sin hundirnos en la culpa, pero moviéndonos a asumir nuestra responsabilidad.

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27.03.23

Fernández Riquelme analiza su libro Distributismo. La economía social de Chesterton

Sergio Fernández Riquelme, profesor de Universidad, es historiador y doctor en sociología es autor de más de treinta libros y más de cien artículos científicos y divulgativos. Colaborador en diferentes medios de comunicación nacionales e internacionales, también es director de La Razón histórica. Revista hispanoamericana de Historia de las Ideas.

¿Por qué una obra sobre el Distributismo y la Economía Social según Chesterton?

Porque ante los crecientes debates sobre el camino sostenible y solidario que debe encontrar el actual sistema económico, nada mejor que poner en valor una de las primeras doctrinas que hablaba de parar el motor o de retroceder sin miedo, de vivir con menos o de compartir un poco más, de respetar la naturaleza medioambiental y la naturaleza humana. Y frente a los “parches” en los que se convierten la mayoría de las propuestas bajo la etiqueta ecológica, para que dicho sistema no frene o no pierda dinero, el Distributismo pone a cada uno en su sitio: si hay que hacer algo valioso, hay que hacerlo a toda costa, y si se quiere un mundo más justo y más limpio, hay que vivir con muchas menos cosas materiales y con muchas más cosas inmateriales (espiritual, familiar y fraternalmente hablando).

¿Cómo se podría definir el Distributismo?

Una muy pequeña doctrina socioeconómica para una muy pequeña vida normal. Surgida, a contracorriente en la cuna industrial y liberal, Gran Bretaña. Hablaba de pequeñas comunidades de pequeños propietarios por todo un país, frente a los enormes gigantes del momento: el capitalismo y el estatismo. Y la plantearon, sin apoyos y sin miedo, un pequeño grupo de valientes cristianos (la mayoría católicos conversos) de manera más fiel a la Doctrina Social Católica en territorio enemigo, frente a los inmensos poderes locales (anglicanos, plutocráticos, financieros), hablando, a veces de manera ucrónica, de un pasado gremial, artesanal y familiar que a su juicio nunca moriría. Como decía Chesterton, vivir con “tres acres y una vaca”.

¿Qué documentos de la Doctrina Social de la Iglesia avalan este sistema económico?

Los distributistas siguieron, casi a rajatabla, las Encíclicas Rerum Novarum del Papa León XIII (1891) y Quadragesimo Anno del Papa Pio XI (1931); pero en muchos escritos de Chesterton o de la Liga Distributista se muestra la influencia de textos más “políticos”, en su crítica a los fundamentos de liberales y socialistas, como Quanta Cura de Pio IX o Graves de Communi Re del mismo León XIII.

¿Por qué es importante su carácter antiliberal y antisocialista?

Por hablar del ser humano frente al mero cliente y al simple contribuyente, ante el poder del dinero y el sueño de la revolución, y frente a los derechos de unos pocos y la miseria de las mayorías. Su importancia radica en su discurso a contracorriente, ayer y hoy: libertad con responsabilidad, con límites espirituales y morales superiores, e igualdad con propiedad, con familias y productores con capacidad de autogestionarse. Un desafío que le llevó a la marginalidad en su tiempo, pero que ha perdurado por la autenticidad del mismo.

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26.03.23

Cuaresma, tiempo de penitencia y conversión para preparar la Semana Santa. Por el P. González Alfaya

Esta entrevista la grabamos justo al inicio de la Cuaresma, pero por razones técnicas y el cierre provisional del canal no hemos podido emitirla hasta ahora.

El P. José Manuel González Alfaya, sacerdote diocesano de Toledo, profundiza en aspectos (ascéticos, litúrgicos…) relacionados con la Cuaresma como preparación a la Semana Santa y a la solemnidad más importante para el católico: la Pascua de Resurrección.

25.03.23

24.03.23

M. Ángel Quintana Paz analiza en profundidad las ciudades de 15 minutos y qué hay realmente detrás

Miguel Ángel Quintana Paz es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Salamanca, donde tras disfrutar en el curso 1995-96 de una beca de colaboración del Gobierno Vasco, alcanzó en 1996 el Premio Nacional de Terminación de Estudios en Filosofía. También en la Universidad de Salamanca realizó sus estudios de postgrado, gracias a la beca de Formación de Personal Investigador de esa Universidad (1997-2001) y a una beca doctoral de la Fundación Caja Madrid (2001), con las que logró el entonces llamado «Título de suficiencia investigadora» (equivalente a los títulos de máster actuales) tanto en el entonces denominado Departamento de Filosofía y Lógica y Filosofía de la Ciencia como en el Departamento de Historia del Derecho y Filosofía Jurídica, Moral y Política.

Se doctoró en 2002 en Filosofía por la Universidad de Salamanca, y obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado de ese año gracias a su tesis doctoral Normatidad, interpretación y praxis: Wittgenstein en un giro hermenéutico nihilista. Es profesor y director académico en el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política desde 2021. Ha sido profesor agregado en la Universidad Europea Miguel de Cervantes entre 2007 y 2021; y profesor adjunto en la misma entre 2006 y 2007. Fue profesor adjunto en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca entre 2004 y 2006.

Autor de numerosos libros y publicaciones es asiduo en los medios de comunicación como brillante contertulio. En esta entrevista analiza un tema cada vez más actual como las ciudades de 15 minutos y nos advierte de sus peligros y de su maldad intrínseca.

¿Qué son las ciudades de 15 minutos? ¿Cuál es el gran engaño que encierran, tras la apariencia de mejorar la calidad de vida?

Como toda propuesta del mercado político, las «ciudades de 15 minutos» son ante todo un eslogan bien sonante. ¿Quién va a negarse a tener a solo 15 minutitos de casa todo lo que necesita para su día a día? Ahora bien, como toda propuesta política de nuestras élites mundiales, este eslogan esconde una realidad menos benévola para la mayoría de nosotros. Porque lo que en realidad se está proponiendo es dificultar al máximo el transporte de un lado a otro de las grandes ciudades: alguien ha decidido que los vecinos normales y corrientes contaminamos demasiado por esa manía que tenemos de desplazarnos libremente. Primero nos subieron el coste del combustible para la calefacción, luego los viajes en avión, y ahora van a por nuestros desplazamientos cotidianos.

Por ello, las ciudades de 15 minutos en realidad deberían llamarse las ciudades de solo 15 minutos. Es decir, ciudades donde si quieres moverte fuera de tu barrio o ir más allá del perímetro que puedas hacer caminando, arrostres serias dificultades. Por ejemplo, si quieres llevar a tus hijos a un colegio que refleje tu ideario (y que quizá quede algo lejos de casa), el proyecto es que tengas que hacerlo solo en bicicleta o transporte público, pues en el momento en que quieras usar cualquier otro medio (un coche, por ejemplo, que es lo más cómodo si tienes familia numerosa) se te penalizaría con tasas especiales. O directamente se te prohibirá usarlo más de seis o siete veces al mes.

¿Hasta qué punto serían graves las restricciones a la libre circulación? ¿Podríamos decir que quedaríamos encerrados por tanto en una especie de ratoneras?

El intento más cercano que tenemos de imponer estas «ciudades de solo 15 minutos» es el de Oxford, que ha cosechado hace poco tal protesta por parte de sus vecinos que logró acceder a la prensa internacional. Su plan incluye cerrar numerosas calles al tráfico de los no residentes, implantar filtros para que por algunas calzadas solo puedas pasar unas pocas veces al año, limitar también las horas en que se puede circular por ciertas vías. Todo un enmarañado conjunto de normas que, para empezar, será difícil de recordar por el ciudadano corriente y, por tanto, le acarreará inevitables infracciones por descuido, con el consiguiente incremento suculento de ingresos por multas para los ayuntamientos.

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