Rosanna, tras su conversión, decide consagrarse por completo al Señor con el voto de castidad
Rosanna. Católica practicante, enamorada de la Santa Misa Tradicional, hace pocos meses se consagró al Señor con el voto de castidad. Nacida en República Dominicana, madre de 3 hijos, seguidora desde hace corto tiempo de la doctrina de santa Isabel de la Trinidad. Tiene muchos deseos de, como ella, “hallar su Cielo aquí en la Tierra, puesto que el Cielo es Dios y Dios habita en su alma”.
¿Qué supone para usted dar el testimonio de su conversión y consagración al Señor?
Dios ha querido que yo a miles de kilómetros de distancia, en una pequeña isla del Caribe llamada República Dominicana (conocida mas por el turismo, las hermosas playas, un mar hermoso, un brillante sol…) me disponga a tratar sobre mi vida espiritual. Trataré de hablar sobre algo que a muchos les parecerá extraño, o incluso que no puede tratarse de alguien que conocieron o trataron en algún momento de su vida. Nuestro Señor sabe lo que me cuesta hacerlo, pero voy a hablar sobre cosas de la fe en mi vida, lo que hizo Dios en un alma que hace aproximadamente 12 años atrás vivía de espaldas a Él.
¿Cómo se puede explicar que una mujer de casi 60 años, soltera, con 3 hijos a los que ama con locura en Dios, se disponga a dar detalles de cosas que son en cierta manera muy dolorosas de tratar?
Ciertamente son temas de un pasado, un triste pasado que trae a mi memoria recuerdos muy dolorosos, porque me hacen acordarme de cuanto he ofendido a Dios, a ese Padre Eterno, a ese divino Hijo y al Espíritu Santo, es decir a la Santísima Trinidad.
Cuan diferente se ven las cosas cuando Dios, en su Infinita Bondad y misericordia, nos hace ver de qué manera le hemos ofendido, cómo hemos ensuciado nuestras almas con cosas que Nuestro Señor aborrece. Aunque nunca Él nos deja de amar, aborrece el pecado. Sí, ha llegado el día y quizás es la oportunidad que Dios me da para mostrar su gloria. Y de esta manera lograr que otras personas que se puedan encontrar en situaciones iguales o parecidas a las mías, se den cuenta de que pueden salir del fondo, del barro, del lodo…
Dios hizo ese milagro con usted. ¿Cómo fue el proceso?
Siendo muy joven me deje seducir por las cosas del mundo, por el instrumento que había elegido Satanás para que yo perdiera mi virginidad. Más adelante comentaré sobre este detalle. Yo llevaba una doble vida. Así, sin darme cuenta fueron pasando los años y yo me alejaba más de Dios. Llegaban momentos de felicidad, de tristeza, y así como un círculo en el que yo daba vueltas en el mismo lado. Pero, pensaba que todo estaba bien. Tenía lo que a los ojos del mundo hacen a una mujer feliz. El tiempo pasaba y Dios permitió que se empezaran a caer las flores artificiales de mi jardín y de mi fantasía. Tuve que bajar muy profundo, verme casi sin ninguna salida para buscar a Dios.
Llegó a los pies de Nuestro Señor por dolor y por interés. ¿De qué forma?
Le busqué por situaciones que pensaba que solo Él podría resolver. Pero, la verdadera búsqueda, tardó un poco más. Todo se me desmoronaba, el vacío y la tristeza eran mi pan de cada día. La Trinidad se fue encargando de mi pobre alma, tan egoísta, materialista y mundana…En fin, llena de todo lo que no es Dios. Empecé a rezar el santo Rosario, pero me costaba mucho incluso hacer dos o tres Avemarías.
Visitaba casi a diario el Santísimo Sacramento. Ahí, postrada de rodillas, derramaba muchas lágrimas. Dios iba sanando mis muchas heridas. Puso en mi camino a un sacerdote español, quien aun viviendo en España y yo en República Dominicana, ha sido de gran ayuda para mi vida espiritual.
¿Cómo le empezó a ayudar en su vida espiritual este sacerdote?
El sacerdote español me habló casi desde el principio en sus correos sobre la meditación, la oración mental. Seguí sus consejos muy en serio. Esa reflexión diaria, a horas bien tempranas de la mañana, fue una fuerte columna para mi nueva etapa en la fe.
¿Cómo a raíz de la meditación su vida fue cambiando poco a poco?
Los cotilleos y temas de la farándula fueron dejando paso a lecturas de la vida de los santos. Me llamaba la atención como habían hecho para ser santos. Pensaba que eso de la santidad era para una época antigua. Muchos de esos santos habían nacido y crecido en verdaderas familias católicas. Mi caso era muy distinto. Por mi mente pasaban pensamientos de desánimo. La época que a mí me había tocado era otra, la época moderna. Gracias a Dios esos pensamientos de desánimo se fueron casi sin darme cuenta.
Mi primera asistencia al Santo Sacrificio en la forma tradicional fue amor a primera vista. Nuestro Señor, se encargó de poner en mi camino otros buenos sacerdotes y religiosas de la Tradición a los que no tengo como pagar. Dios obraba en mi alma poco a poco. Recuerdo que lo que más me gustaba era meditar en la Pasión de Nuestro Señor y cómo se llenaban mis ojos de lágrimas y mi corazón sentía tanto dolor pensando en este misterio de la Redención. Me acordaba de lo mucho que le había ofendido y sin embargo, yo sentía que Él me amaba. Era como algo dulce y amargo a la vez.
Pasaban los años y fui tratando de conocer mi fe. Nadie ama lo que no conoce. Peldaño a peldaño fui aprendiendo poco a poco el Catecismo, leyendo las Sagradas Escrituras, ejercitando mi alma con los retiros de Ejercicios Espirituales, asistiendo solamente a la Santa Misa Tradicional, usando el velo, incluso cuando voy a visitar el Santísimo en alguna iglesia y practicando la virtud de la modestia en el vestir. Al principio tanto para usar el velo como para usar ropa modesta tuve que luchar conmigo misma.
Le daba vueltas y más vueltas a lo mismo, si la gente iba a pensar que estaba loca, que me creía mejor que todo el mundo, que mis hijos se iban a avergonzar de mí, etc. Dios que no se deja ganar en generosidad, me ayudó con creces a superar estas cosas. Si viviéramos de cara a Dios, a lo que Él quiere, a lo que nos manda Dios obraríamos muy diferente. Pero, por seguir las máximas de lo que todo el mundo piensa o hace, realizamos las cosas contrarias a lo que Dios nos pide y luego nos va TAN MAL. Tarde o temprano nos daremos cuenta de que el único que no nos falla nunca es Dios. A Él solo debemos querer agradar. Él debe ser el Primer servido.
Hace algún tiempo el sacerdote español le sugirió que se consagrara a Nuestro Señor. ¿Cómo se lo explicó?
Él me explicó que mi soltería, aunque fuese madre de 3 hijos, no era ningún impedimento para que yo hiciera un voto de castidad. Por problemas de la distancia, debía comentar esa intención al sacerdote de la tradición de aquí, quien ha sido gran soporte también en mi vida espiritual. A finales del año 2022 le expuse mi intención de hacer el voto de castidad pero, debí esperar un buen tiempo. Me sugirió hacer el Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso, que hizo santa Teresita del Niño Jesús. Al principio con su respuesta me sentí un poco desanimada. Pero, después de prepararme espiritualmente un poco más hice el Acto de Ofrenda de manera privada en una capillita de manos de ese sacerdote el 25 de marzo del 2023.
Dios permitió que la respuesta al voto se demorara más de lo que yo pensaba. No obstante, mi vida de oración se tornó más seria de lo que era. Ese mismo sacerdote me animó a acompañarle a él y a los demás miembros de la comunidad religiosa en las oraciones que hacen por la mañana antes del Santo Sacrificio. Es decir, el rezo de Prima o Laudes, incluyendo unos 15 minutos de meditación. No desaproveché la oportunidad que Dios me brindaba y así bien tempranito me desplazaba en mi vehículo varios kilómetros para llegar a la Iglesia. Ya no atraían mi atención las modelos de portadas de algunas revistas o series de televisión. Las religiosas de esa comunidad tradicional se fueron convirtiendo en mis mejores modelos a imitar.
Pasaba el tiempo y usted volvió a preguntarle sobre su intención de hacer el voto…
Su respuesta me dejó claro que debía seguir esperando. Le comenté al padre español y me dijo que lo más importante era la intención que había en mi corazón de ser toda de Dios y de llevar con fidelidad una vida casta.
La respuesta a mi solicitud llegó un par de semanas después de haber realizado los Ejercicios Espirituales de este año 2024. Mi solicitud al Voto de castidad había sido aceptada. Tanto anteriormente como en ese momento de la respuesta me hizo la salvedad de que se trataría de algo privado. Le agradezco el detalle de poder elegir la fecha en que yo deseaba hacerlo, después de que él me diera el rango de fechas en que podía oficiar ese acto de consagración. Quise elegir el día 7 de octubre, Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. La fecha fue aceptada de manera muy complacida por el sacerdote. El ayuno de los viernes y el rezo de los 15 misterios del Santo Rosario hasta que llegara el día de la consagración fueron las penitenciasque me impuso. Más tarde me entregó en un papel la consagración para que yo la transcribiese, como anteriormente había hecho con el Acto de Ofrenda.
Esos días previos a la Consagración al Señor estuvieron mezclados con amargas pruebas, y las tribulaciones le acompañaron de una forma u otra…
Parecía que el panorama hermoso que se presentaba a mi vista se veía de alguna manera ensombrecido por esas tribulaciones. Pude tener la asistencia espiritual del sacerdote español, quien me ha mostrado en más de ocho años que le conozco, a pesar de la distancia, ser un verdadero padre para mi pobre alma. Unos 2 días antes del gran día mi corazón se tranquilizó, la paz había regresado a mi alma.
Me enfoqué en el lunes 7 de octubre del 2024. Mi entrega la haría después del Santo Sacrificio de la tarde. En los primeros párrafos de arriba mencioné un detalle que comentaría más adelante. Creo tener una razón fuerte para ello. Reflexionando sobre esta entrevista y pensando en si estaría bien o no dar a conocer detalles de mi vida pasada, hice hace unos días una visita al pueblo donde nací y el cual rarísimamente visito. Realicé el viaje para visitar el cementerio donde está enterrado mi padre y otros miembros de mi familia.
Llevaba varios años de no ir a ese pueblo. Tomé un autobús el día 31 de octubre y llegué luego de casi 3 horas de viaje. Acabando de llegar a la estación donde me tenía que bajar, recibí el mensaje del periodista dándome algunos detalles sobre esta entrevista y algunas de las preguntas que me sugería responder. Leí el mensaje casi en automático. Pero, a los pocos minutos me di cuenta de que estaba a menos de una cuadra del lugar donde yo había perdido la gran virtud de la pureza. Esto me causó gran impresión. ¿Como podía ser esto posible? Si lo veía a los ojos naturales no me diría nada este hecho. Pero, viendo las cosas desde el punto de vista sobrenatural, Dios me hablaba con este detalle. Entonces pensé que no podía dar marcha atrás, debía hacer la entrevista y hablar con completa libertad sobre el tema de la pureza.
Ahora pasaré a dar el segundo detalle, que para mí es aun más incomprensible que el que di en las líneas anteriores. Ocurrió en la mañana del día 7 de octubre, la fecha en que iba a hacer mi consagración. Ese día inmediatamente me desperté y llegó a mi mente un sueño en el que había visto un hombre, que realmente no llego a identificar, cargando un bebé con forma o tamaño de joven.
Claramente vi la cara del joven con quien yo había perdido la bella virtud de la pureza. Era algo extraño. Veía que el hombre lo cargaba en uno de sus lados. Identifiqué en ese mismo lugar la cara de una hermana de ese bebé hombre. Esto llegó a mi mente apenas despertarme. Me gustaría remarcar que tengo una memoria muy mala, casi nunca me acuerdo de las cosas que sueño, y que no recuerdo cuando fue la última vez que había pensado en alguien de esa familia. Fue todo muy rápido. Como desde hace ya varios años, me puse de rodillas en la presencia de Dios a rezar las Tres Ave Marías. Así de repente llegó de manera que no puedo explicar, la escena de la película La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, en donde Nuestro Señor está en el Huerto de los Olivos y aparece esa figura de Satanás cargando un bebé. De una manera que solo Dios sabe, entendí que ESE FUE EL INSTRUMENTO QUE UTILIZÓ EL DEMONIO PARA QUE PERDIERA LA PUREZA. Me quedó tan claro y más claro aun cuan apreciable es a los ojos de Dios esta hermosa virtud. Luego, procedí con tanta paz a hacer mis oraciones y disponer el día enfocándome no en el sueño que había tenido sino deshaciéndome en sentimientos de gratitud a Dios.
A diferencia de otras ocasiones, principalmente en mis primeros años de conversión, aspiraba a que Dios me diera regalitos, detalles e incluso casi pensaba que yo merecía alguna prueba de algo, sentir algo en algún momento. En esta oportunidad, no fue así. No le pedía nada a Dios. Sencillamente me embargaba un gran deseo de amarlo, de agradarle, de serle fiel, y de una inmensa gratitud.
¿Cómo fue el día de la consagración?
Al acercarse la hora de la tarde quise llegar más temprano a la iglesia para estar buen rato delante del Sagrario dando gracias a Dios y pidiéndole su ayuda para algo tan importante para mí.
El sacerdote celebrante era el mismo a quien le había solicitado hacer esa entrega. Celebró la Santa Misa por mis intenciones y al finalizar el Santo Sacrificio, después de la acción de gracias, me invitó a pasar a lacapillita. Después de una breve reflexión sobre lo que significaba aquello y remarcando que no era un voto perpetuo sino que se trataba de un voto por un año, para luego renovar cada año, si yo estaba dispuesta.
Debía tener claro que en mi corazón estuviese la intención de que fuera para siempre. Así delante del Santísimo Sacramento, con la puerta del Sagrario abierta, leí lo que yo había transcrito. No puedo decir que viera algún espíritu celestial, que sintiera alguna fragancia de olor agradable u otra cosa especial. Nada de eso ocurrió, ni tampoco lo esperaba. Pero, al terminar con el rezo de la Salve y salir de la capillita sentí enorme gratitud para con Dios. Empezaba una nueva etapa, Nuestro Señor pasaba a ser de una manera especial, más estrecha, el Esposo de mi alma. Trato de ser consciente de la gran responsabilidad que tengo, debo tratar de comportarme de la manera más agradable a Nuestro Señor, casi a diario me repito mi nuevo nombre y estado de consagrada. Me esfuerzo para agradarle y complacerle a Él.
Una de estas noches antes de rezar Completas, me invadió un gran sentimiento de gratitud a Dios. Pensaba que ya hacía más de 12 años desde que la Trinidad Santísima me había sacado del pozo en que me encontraba.
No puedo dejar de mencionar una santa de quien recuerdo escuché la primera vez su nombre hace probablemente unos 10 años. A pesar de la mala memoria que tengo, hay detalles que se me han quedado ahí como grabados y sin darme cuenta en el momento en que menos lo espero me llegan a la mente. Así me ocurrió con Santa Isabel de la Trinidad. Tengo muy claro la iglesia donde escuché por vez primera su nombre. Para mí era algo olvidado. Hace poco más de dos años, estando en España, encontré sin estar buscándola su famosa oración Elevación a la Trinidad. Me encantó y por un tiempo bien corto la estuve haciendo. Luego, pasó como otras cosas, se me fue el entusiasmo por esa oración y la dejé.
Providencialmente, llegó de nuevo a su vida Santa Isabel de la Trinidad, pero de una manera diferente a otros santos.
Sentía un ardiente deseo de conocer sobre ella, y el mismo sacerdote español también en esta ocasión fue el instrumento que utilizo Nuestro Señor para proporcionarme lecturas sobre ella. Así empecé a leer su vida y libros sobre su doctrina espiritual, etc…
Leyendo sobre ella, medité sobre su vida de carmelita, su amor por el silencio, su doctrina sobre el ejercicio de la presencia de Dios en nuestras almas, y cómo vivió ella al máximo el misterio de la Habitación de la Trinidad en su alma… Poco a poco se han ido convirtiendo en mis lecturas preferidas. Pero, más importante aún, el tratar de ir haciendo mía también esta doctrina suya. Ella supo desde muy jovencita comprender el gran tesoro que llevaba, la presencia de la Santísima Trinidad dentro de ella y supo vivir con fidelidad su vocación de bautizada.
Con su doctrina trato de ir a Dios no buscando sentirle, no queriendo experimentar algo sobrenatural. Haber encontrado en la Misa Tradicional ese espíritu de recogimiento y la doctrina de Santa Isabel de buscar a Dios por medio de la fe, son grandes regalos que Nuestro Señor me ha hecho. Trato de, como ella, vivir en comunión con esa Trinidad Santísima que habita dentro de mi pobre alma.
Solo un Ser, como dice Santa Isabel de la Trinidad, que se llama Amor, ha podido hacer de mí lo que ahora soy. Sin perder sentido de mi realidad y naturaleza humana, quiero considerarme la más débil de las criaturas, ya que sin la ayuda de Dios nada puedo. Trato de hacer lo que me corresponde como hija de la Trinidad y miembro de la Santa Iglesia, pero primero de todo contando con la ayuda de Dios.
Por Javier Navascués
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