El P. Antonio J. Gómez Mir analiza la maldad intrínseca del horóscopo
El P. Antonio J. Gómez Mir, Licenciado en Teología de la Historia, párroco de Sant Jordi de Vallcarca. Dirige el canal de YouTube: STAT CRUX (Tradición y Contrarrevolución) donde trata, entre otros, temas como la Masonería, el ocultismo y el esoterismo, el gnosticismo y la Nueva era, Cábala, etc… Siempre desde la doctrina católica y desde la certeza de que el combate que tenemos propuesto “no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas” (Ef. 6,12)
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¿Por qué hay tanta afición hoy en día de seguir los signos zodiacales?
Debemos hacer dos precisiones antes de enfrentarnos al tema.
La primera: La palabra horóscopo proviene del griego: “ὥρα”, “hora” y “σκοπέω” o “skopeo” que significa “examinar” u “observar”; por lo tanto: examinar la hora. Pero en el sentido de adivinación del futuro y descripción de la personalidad, tomando por base la posición de los astros en la hora y el día del nacimiento.
La segunda: No confundir la astronomía (ciencia que estudia los astros, sus movimientos y todo lo relacionado con ellos) con la astrología que es una especulación, sin base científica, que pretende predecir el futuro basándose en la posición de los astros.
A la pregunta, respondo con contundencia y rapidez: La pérdida de la fe verdadera lleva a la superstición, siempre.
¿Cuál es el origen de estos signos?
El horóscopo nace de la antigua astrología, no de la astrología natural, que es madre de la actual astronomía, sino de la astrología judiciaria, que escrutaba la influencia de los astros sobre el destino de los hombres.
El horóscopo es la observación que los astrólogos hacen del cielo en el momento del nacimiento de un hombre pretendiendo adivinar los sucesos futuros de su existencia. Para mayor exactitud, el horóscopo designa el mapa con la posición de los planetas en un instante dado por su relación con el Sol y la Tierra.
Las esferas celestes eran las entidades fundamentales de los modelos cosmológicos desarrollados por Platón, Aristóteles, Ptolomeo…Explicaban los movimientos aparentes de las estrellas fijas y de los planetas aduciendo que estaban incrustados en unas esferas giratorias. Esas esferas, unas dentro de otras se influían mutuamente. Las estrellas y planetas influían sobre las esferas inferiores.
El origen de estas prácticas astrológicas es babilónico; pasó a Grecia, y al mundo islámico, más tarde, en la Edad Media, cuando la fe regía la sociedad, su presencia era tangencial y perseguida… Ganó terreno en le renacimiento con la llegada a Europa de las doctrinas herméticas y orientales después de la caída de Constantinopla. Sorprendentemente con el racionalismo y el positivismo no solo no desapareció, sino que emergió con fuerza. El siglo XIX y XX han visto un crecimiento exponencial de la superstición y de las mistificaciones orientales.
Incluso es habitual en el mundo que en una conversación te pregunten como algo normal de que signo eres…
Los hombres, para sobrevivir, necesitan esperanza, y cuando pierden la que nace de la fe verdadera, buscan vanas esperanzas de porvenir en las supersticiones.
La pura racionalidad de la modernidad no logra satisfacer las preguntas fundamentales del hombre. Perdida la fe, la única forma de acceder a lo que no se comprende es recurriendo a creencias misteriosas, supersticiosas y esotéricas.
Todo ello es signo de búsqueda, de querer ir más allá de la pura racionalidad. La necesidad imperante de salir del círculo de la inmanencia, de abrirse a la trascendencia pero cayendo en la mentira de la idolatría y la superstición.
Puede parecer algo inocente, pero ciertamente no lo es. ¿Qué es lo que dice la Iglesia al respecto?
Desde el principio los cristianos comprendieron que Jesús es el Camino, La Verdad y La Vida. Es la Luz del mundo que conculca la oscuridad. Una vez encontrado, no se puede retornar a la superstición de las fuerzas de la naturaleza, en los espíritus o en las energías de los astros…
San Pablo dice: “Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo? Andáis observando los días, los meses, las estaciones, los años. Me hacéis temer no haya sido en vano todo mi afán por vosotros.” (Gal.4, 9-11)
Los Santos Padres como Tertuliano o San Agustín condenaron las predicciones astrológicas. Este último en “La Ciudad de Dios” advierte del error del “fatalismo” astrológico que niega la libertad humana.
La Iglesia condenó la creencia en la astrología en el primer Concilio de Toledo del año 400, o el Concilio de Braga del 561.
El papa Sixto V (1521-1590) emitió la bula “Coeli et terrae creator”, el 5 de enero de 1586, por la cual prohibió la práctica de la astrología judiciaria (1585) y otra de título más explícito: “Contra exercentes artem astrologiae” (1586)
El papa Urbano VIII (1568-1644) promulgó la bula “Inescrutabilis Iudiciorum”, el 10 de abril de 1631, por la cual condenó las predicciones astrológicas nuevamente.
En Salamanca, por ejemplo, se editaron en el siglo de oro español algunas obras singulares contra la astrología judiciaria, como “Reprovación de las supersticiones y hechicerías” (1538) de Pedro Ciruelo, que tuvo mucho predicamento.
El Catecismo de la Iglesia afirma: “Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’ encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios".
¿Dónde está, por tanto, el fondo de su malicia?
Si se recurre a las prácticas astrológicas o se consulta los horóscopos, creyendo en ello, se comete pecado de superstición o, incluso, de idolatría.
Supone un fatalismo supersticioso ya que pretende determinar el futuro a partir de los astros. Se desprende, necesariamente, la negación de la libertad humana, de la Providencia divina, afirmando un predestinacionismo absoluto.
La astrología puede constituir herejía, ya que supone la negación de la libertad y la Providencia. Es superstición e idolatría si supone la adoración de los astros, o en el mejor caso vana observancia.
¿Por qué se han popularizado tanto estas creencias en sociedades cristianas?
Es verdad que los astros ejercen algún tipo de influencia sobre las realidades del mundo, y no solo en las mareas, y las fuerzas de gravedad y electromagnética, sino también en el hombre. Los cambios de estación y la meteorología afectan a nuestros estados anímicos e incluso a la salud.
Santo Tomás admite este influjo de los astros sobre la parte corpórea del hombre, sobre sus sentidos corporales ya que todo el universo se influye mutuamente. Pero esto es muy diferente de la afirmación desproporcionada de que los astros influyan en nuestro futuro o puedan ser instrumento para configurarlo.
Creer en los signos zodiacales, horóscopo, cartas astrales etc. es intrínsecamente malo, pero puede abrir la puerta a un mundo cada vez más tenebroso…
La gran mayoría de los astrólogos, clarividentes, médiums, ect…que se dan títulos de “profesores”, parapsicólogos, o licenciados en ciencias ocultas, son falsarios que se aprovechan de la buena fe de la gente con fines económicos. Unos pocos viven, hasta que se desengañan, de la moderna seducción por el ocultismo y el esoterismo.
Y, por último, los hay verdadero servidores del Maligno de quien pueden recibir “prediciciones”. Pero veamos en qué medida: Los demonios, ángeles caídos, son criaturas, no ven el futuro, pero por su naturaleza angélica conocen más sutilmente todas las realidades, y las relaciones entre las causas y los efectos. Del ser humano y de sus debilidades su experiencia es grande y dilatada…“Sabe más por viejo que por diablo”, dice el saber popular. Pero sus “predicciones” serán simples conjeturas nacidas de su experiencia, no clarividencia sobre el futuro que, ciertamente, desconocen. Y es de esa perspicacia de la que pueden hacer partícipes a sus servidores en las prácticas adivinatorias, nada más.
Incluso racionalmente hablando es absurdo que todas las personas nacidas en el mismo mes tengan la misma suerte cada semana…
No cabe, en efecto, reducir a todo el género humano a 12 casilleros zodiacales, doce caracteres o doce caminos por donde discurriría su vida.
Si se dividieran los 12 signos zodiacales entre la población mundial, 7 mil millones de habitantes, daría como resultado que a más de 500 millones de personas les pasaría lo mismo.
El ser humano ha sido creado libre.
¿Hasta que punto debemos disuadir a las personas sobre estas prácticas?
Nuestra sociedad moderna, tan escéptica y cientificista, deja al ser humano solo ante la ansiedad que padece por el sentido de su vida, por su futuro, por el interrogante de su sufrimiento…Tiene hambre y sed, y las sacia en cisternas agrietadas que no retienen el agua, dice Jeremias….
Cristo es el único que puede saciar ese hambre y esas sed. La Iglesia debe administrar aquello que ha recibido para salvar a ese hombre desnortado. Aliviar, iluminar, curar, liberar a ese hombre que se ha introducido en la oscuridad de la superstición.
Goëthe: “No puedo librarme de los espíritus que invoqué".
Por Javier Navascués
12 comentarios
¡Qué me lo expliquen, porfa! Pero con argumentos convincentes.
Cuando dos personas conviven "maritalmente" (= sin estar casadas), pecan gravemente.
Que yo me empeñe en llamar botijo a mi perro, no hace que mi perro sea un botijo: lo que yo diga, piense o desee, no hace la realidad. Porque la realidad es lo que es, y como es, en sí misma. No dependiendo de de mis deseos, o intenciones.
Una acción es pecaminosa en la medida en que es contraria a la Ley de Dios. Que alguien se empeñe en justificar lo injustificable ante Dios, por cualesquiera oscuros motivos o intenciones, no cambia la realidad de las cosas, por mucho que confunda o engañe a otros. Más bien al contrario: tendrá que responder ante Dios por ese daño causado a otros.
La propaganda asigna al siglo XVIII como el siglo de las Luces, pero en realidad fue el siglo más supersticioso y depravado que hubo jamás, con Cagliostro, Newton (astrologia, alquimia), Casanova, Sade, Rousseau, la masonería, el esoterismo, historias de fantasmas...
La astrologia como otras mancias, viene de mucho mas atras que el siglo XVIII. Encima hace usted un batiburrillo de personajes muy poco acertado. Meter en el mismo saco a Newton y Cagliostro o Casanova, p.e., me parece una barbaridad, solo con ver lo que aportaron al mundo cada uno de ellos queda claro el porque, por mucho que sir Isaac tonteara con la alquimia. Ademas, recuerde que era creyente, un fervoroso defensor de la existencia de Dios y un apasionado estudioso de la teologia, aunque fuera anglicano y arriano.
Felipe II entre los 40000 volúmenes de la biblioteca del Escorial tenía libros de alquimia o astrología o lo que fuera. No hay nada de particular en ello. No es que el rey se levantase por la noche a hurtadillas a consultar los libros prohibidos cuando todos dormían.
LA astrología o la alquimia eran cosas normales, mas o menos aceptadas por la gente. La astrología se estudiaba en las universidades y la astrología fiduciaria, la que pronosticaba el futuro, se practicaba abiertamente. Lo mismo sucede con la alquimia. Había alquimistas que recorrían las ciudades estafando a las masas ingenuas que se arremolinaban en torno a ellos. En España era terreno fronterizo, en Europa menos.
"Vino a Valencia un chocarrero fingiendo que sabía alquimia, el cual colocó carteles diciendo que, al que le diera un ducado de oro, le devolvería dos, y, al que dos, cuatro, y, al que tres, seis, y así siempre el doble. La gente, para probarlo, acudía con pocos ducados, y él, delante de ellos, ponía la cantidad de cada uno en su crisol de tierra, escribiendo el nombre del que se los llevaba en un papelito puesto dentro de él, y, de allí a pocos días, les devolvía el doble. Cebándolos de esta manera acudieron muchos con gran cantidad, y él desapareció con más de mil ducados. Al venir los burlados a reconocer los crisoles, los encontraron vacíos, con unos papelitos que decían: «Llore cada uno su dolor con su crisol». Y desde entonces ha quedado este refrán entre la gente”.
(original en valenciano)
Sobremesa sobre la inclinación de muchos valencianos a probar fortuna con el fin de multiplicar su oro. Juan de Timoneda
Lo que fue Felipe II es un gran promotor de la ciencia, del conocimiento. No por amor al arte, sino para favorecerse de sus ventajas prácticas: medicina. navegación, geografía, protoquímica, ingeniería, mecánica, etc. Lo que hay que entender es que este tipo de cosas fueron precisamente las que provocaron la revolución científica a través de sus ensayos empíricos. La alquimia es la madre de la química y la astrología lo fue de la astronomía. Esa diferencia nítida que se ve hoy en día, entonces aún no existía.
Por otro lado, como todo el mundo sabe, Felipe II, por supuesto, no confío nunca ni su destino ni su pensamiento a arte misteriosa alguna, sino a la voluntad de Dios, de quien se creía su brazo ejecutor en la Tierra.
Además se creían cosas mucho peores, como que la zarzaparrilla curaba la sífilis XD
Por la necesidad de predecir el futuro, y, por tanto, evitar la ansiedad que causa la incertidumbre. Que es una de las principales causas de los comportamientos irracionales.
En el caso concreto de las estrellas, en una sociedad preindustrial son de los objetos más llamativos de la naturaleza y además sus movimientos guardan relación con las estaciones del año y el transcurso del tiempo, lo que es muy importante para cazadores, agricultores y ganaderos. Así que es fácil pasar de la correlación (pasa algo cuando las estrellas están en X lugar) a la causalidad (las estrellas lo provocaron).
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