Albert Cortina analiza su libro Transhumanismo. La ideología que desafía a la fe cristiana
Albert Cortina. Abogado, urbanista y ensayista. Director del Estudio DTUM. Profesor del Departamento de Ciencias Básicas de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) donde imparte docencia en el grado de Biotecnología en la citada universidad. Es también investigador en materia de urbanismo, ordenación del territorio, gestión del paisaje, tecnologías biodigitales, gobernanza y ciudadanía en la Universidad Politécnica de Cataluña. Tiene los siguientes títulos oficiales: Master en Estudios Regionales, Urbanos y Metropolitanos. Master Oficial en Estudios Territoriales y de la Población. Master en Gestión Urbanística. Master en Asesoría Jurídica y Fiscal de Empresas Constructoras e Inmobiliarias. Postgrado en Medio Ambiente y Sostenibilidad. Estudios de Doctorado en Geografía.
Desde su compromiso social, promueve una antropología adecuada a la fe cristiana y una formación basada en la ética de la virtud que sea aplicable a la presente era tecnocientífica. Coordina cursos en distintas universidades españolas y extranjeras e imparte conferencias sobre transhumanismo/ posthumanismo y sobre la importancia de preservar la naturaleza humana. En este sentido, cree en la necesidad de recuperar la cosmovisión cristiana de la persona y de su desarrollo integral en el actual contexto de globalitarismo secular postcristiano. Consultor en ordenación inteligente y sostenible de la ciudad, el territorio y el paisaje. Impulsa un humanismo avanzado para una sociedad donde las biotecnologías exponenciales estén al servicio de las personas, las redes de vida y el bien común.
Es autor de diversos libros y artículos sobre transhumanismo y posthumanismo, donde hace especial hincapié en sus desafíos éticos, científicos, culturales, jurídicos, políticos, económicos, sociales y espirituales.
Entre sus obras más destacadas se encuentran tres libros editados junto al científico Miquel-Àngel Serra: ¿HUMANOS O POSTHUMANOS? Singularidad tecnológica y mejoramiento humano (Fragmenta, 2015). HUMANIDAD INFINITA. Desafios éticos de las tecnológias emergentes (Eiunsa, 2016). SINGULARES. Ética de las tecnologías emergentes en personas con diversidad funcional (Eiunsa, 2016).
Ha escrito también como autor los siguientes libros: HUMANISMO AVANZADO para una sociedad biotecnológica (Teconté, 2017). ¡DESPERTAD! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial (Eunsa, 2021).
¿Por qué un nuevo libro sobre transhumanismo y en qué medida viene a complementar sus trabajos anteriores en esta materia?
Este es un libro publicado por la editorial Palabra en la colección DeBolsillo, por lo tanto, es un libro pequeño y divulgativo. Tiene vocación de llegar a todos los públicos, especialmente a estudiantes de bachillerato y universitarios, a profesores en escuelas e institutos, a padres interesados por los cambios vertiginosos que se están produciendo en sus vidas y en las de sus hijos, a abuelos preocupados por el futuro en el que van a vivir sus nietos, a personas pertenecientes a movimientos eclesiales y apostólicos que quieran formarse en estos temas, a sacerdotes y laicos como ayuda a la pastoral en las parroquias y en las diócesis, a religiosos y consagrados que desde su vida contemplativa quieran rezar por el mundo que se avecina y, en definitiva, a toda aquella persona que quiera encontrar argumentos desde el humanismo cristiano y la fe católica, para defender la preservación de la naturaleza humana y cooperar con el Creador en la custodia de su creación.
¿Por qué el libro está estructurado a partir de 33 conceptos?
Efectivamente, el lector del libro va a encontrarse con una estructura algo peculiar. He tratado de seleccionar y definir de forma muy sintética unos cuantos términos afines a los temas propuestos por la ideología del transhumanismo, del posthumanismo y las tecnologías exponenciales, contraponiéndolos a los postulados que desde la fe católica, la antropología adecuada al orden natural y el humanismo cristiano resultan más contradictorios con dicha cosmovisión tecnocientífica que se nos propone para el siglo XXI.
Mediante esta metodología, me gustaría mostrar la racionalidad, profundidad, coherencia y belleza de la propuesta cristiana en relación a la persona, a su evolución y al perfeccionamiento del proyecto humano abierto a Dios.
Respecto a lo de porqué 33 conceptos… Tal vez sea un guiño a los orígenes de las propuestas que actualmente confluyen en el transhumanismo y el posthumanismo y que hunden sus raíces en los postulados del humanismo ilustrado secular y en la sustitución del orden natural y divino del Creador, por el orden racionalista i cientifista del ser humano que, en su soberbia, pretende ser como Dios.
¿Por eso ya en el título apunta directamente a que es una ideología que desafía a la fe cristiana?
Sí, el libro pretende responder a la siguiente pregunta: ¿En qué contradice el transhumanismo a la fe cristiana? También quiere mostrar al lector que, desde mi punto de vista, no es posible un transhumanismo cristiano. Voy a poner tres ejemplos:
En primer lugar, el transhumanismo/ posthumanismo no pretende perfeccionar moralmente la naturaleza humana a través de la dimensión espiritual de la persona y de la acción de la gracia santificante sino mejorarla de forma reduccionista únicamente en su dimensión física, cognitiva y sensorial, pero no espiritual. De este modo, pretende superar dicha naturaleza constitutiva del ser humano que está creada a imagen y semejanza de Dios y hacerla trascender hacia una condición posthumana, materialista, diseñada a imagen y semejanza de una Superinteligencia artificial.
En segundo lugar, con la promesa de amortalidad o inmortalidad cibernética, el transhumanismo pretende eliminar las verdades respecto a la muerte, los novísimos y sobre la unión del alma inmortal de cada persona que se haya salvado con su cuerpo glorioso transfigurado en la resurrección de la carne para la vida eterna.
Y en tercer lugar, mediante la premisa establecida por el transhumanismo, el ciborgismo y el movimiento transespecie que sacralizan lo que ellos denominan la libertad morfológica derivada del derecho ilimitado a modificar la propia corporalidad a través de la utilización o no utilización de las tecnologías de modificación genética y mejora, de extensión vital, de preservación mediante la criogenización y del volcado de la mente en un soporte no orgánico.
Igualmente señala que esta ideología gnóstica se está convirtiendo en la religión del Nuevo Orden Mundial.
En mi anterior libro ¡DESPERTAD! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial (https://www.eunsa.es/libro/despertad-transhumanismo-y-nuevo-orden-mundial_119460/) dedico varios capítulos a este tema tan trascendental para entender cómo se está configurando la era postcristiana de la globalización.
En el libro que ahora presento explico como la cosmovisión tecno-científica del transhumanismo tiene también un carácter de sobrenaturaleza en el sentido teológico del término, es decir, que la técnica es sinónimo de trascendencia y asume las esperanzas salvíficas propias de la tradición judeocristiana a la que pretende reemplazar. De este modo, los transhumanistas están desarrollando un relato religioso, místico o espiritual basado en un nuevo gnosticismo tecnológico global.
Desde sus orígenes remotos, el gnosticismo siempre ha buscado, en una vía errónea del camino de perfección espiritual, la posibilidad de conseguir, mediante el conocimiento, descifrar el misterio de la vida y alcanzar de este modo la salvación. En cambio, desde la espiritualidad cristiana, la plena realización del ser humano, su culminación total, sólo es posible por impulso del Espíritu. El hombre, por sí mismo, no puede alcanzar la eternidad.
El transhumanismo/posthumanismo, aunque no lo explicite en sus vertientes más materialistas y pragmáticas, a mi entender, se ofrece como una tecnoreligión gnóstica que pretende erigirse en la nueva espiritualidad global para la humanidad. De este modo, el globalitarismo pretende una espiritualidad sincrética, basada en una religión secular y panteísta, como alternativa a la espiritualidad cristiana universal.
¿Se podría decir que en el fondo esta ideología hunde sus raíces en el racionalismo?
En relación a la razón ilustrada, el transhumanismo no solo es un movimiento inspirado en la Ilustración, sino que en su seno puede identificarse una corriente que actualiza los valores ilustrados para la llamada Cuarta Revolución Industrial. Dichos valores son los siguientes: progreso en forma de evolución dirigida, libertad como libertad morfológica, igualdad como igualdad de conciencia, moral y tecnológica y finalmente el secularismo como la constante búsqueda por superar las “supersticiones”, como ellos denominan a las propuestas de las grandes tradiciones religiosas y especialmente las que provienen del cristianismo.
Frente a esta idea de razón secular, desde el ámbito católico, la encíclica Fides et ratio de san Juan Pablo II ha querido defender la fuerza de la razón y su capacidad de alcanzar la verdad, presentando una vez más la fe como una forma peculiar de conocimiento, gracias a la cual nos abrimos a la verdad de la Revelación.
Tal y como ha señalado en reiteradas ocasiones Benedicto XVI, gran defensor de la dignidad de la razón humana y de su valor para descubrir a Dios: “La fe mueve a la razón a salir de todo aislamiento y a apostar de buen grado por lo que es bello, bueno y verdadero. Así, la fe se hace abogada convencida y convincente de la razón”.
¿Cuáles son concretamente los aspectos que se oponen radicalmente a la cosmovisión cristiana?
Antes hemos anunciado algunos de ellos. Voy a añadir tres más:
En primer lugar, el transhumanismo considera que Dios, en cuanto Creador, ha sido un pésimo diseñador del género humano y de su proceso evolutivo, en tanto que lo ha hecho imperfecto, vulnerable, frágil, caduco y mortal. Un ser lanzado al vacío existencial sin dirección ni propósito. Es ahora, cuando el hombre (varón y mujer) con el conocimiento que le otorga la Razón instrumental y a través de las antropotécnias, logrará hacerse con el timón de la evolución para conducirlo, mediante la transmutación de su propio ser, hasta un horizonte infinito.
En segundo lugar, estos movimientos carecen de un fundamento ontológico, antropológico y ético veraz. Se aprecia en ellos una antropología meramente materialista, mecanicista, reduccionista y determinista. Asimismo, los conceptos de persona y dignidad son reducidos a cualidades materiales y cambiantes. De este modo, existe una clara contraposición entre la mejora bio-psíquica y tecnológica de la naturaleza humana que defiende el transhumanismo y la noción de perfeccionamiento integral de la persona que defiende el humanismo cristiano.
En tercer lugar, los transhumanistas pretenden terminar con el sufrimiento humano sin reparar que este es consecuencia de su naturaleza caída derivada del pecado original. El transhumanismo parte de que el ser humano con sus propias facultades, puede superarse a sí mismo y trascenderse; puede convertirse en un ser nuevo liberado de la servidumbre de la finitud. En este sentido, el transhumanismo sería como un “neopelagianismo cientifista y tecnocrático”.
No obstante, estos son solo algunos de los aspectos en los que el transhumanismo se opone radicalmente a la cosmovisión cristiana, en el libro el lector podrá encontrar algunos más.
Sin embargo se puede luchar contra el sufrimiento, la enfermedad, la discapacidad de manera natural y ordenada. ¿Es el humanismo avanzado la solución?
¡Por supuesto que se puede y se debe! No hay que caer en una posición tecnofóbica ya que el ser humano, desde los inicios de su evolución ha sido creador de herramientas e instrumentos mediante la técnica, ha buscado remedios medicinales para sus enfermedades desarrollando las ciencias y la medicina para alcanzar un alto grado de salud y de calidad de vida, ha cuidado de las personas con discapacidades físicas, sensoriales o intelectuales y ha paliado el dolor y el sufrimiento físico y psicológico innecesarios.
No estamos hablando de impedir el desarrollo ordenado de las tecnologías y de los avances científicos y médicos conducidos hacia el bien de las personas humanas. Estamos denunciando una visión antropológica que aspira a la sustitución de los seres humanos por otra especie posthumana. Una bioideología totalitaria que va más allá de la ingeniería social que ya se está produciendo en la actualidad mediante otras ideologías disolventes de la naturaleza humana (la ideología de género, el animalismo, etc.) para llevarnos a la genetización de la biología que conlleve una fragmentación genética de la especie humana en distintas ramas aumentando así, exponencialmente, la actual desigualdad.
Por eso, en el año 2017, como alternativa al transhumanismo, acuñé el término “humanismo avanzado” en un libro que proponía algunas claves para transitar por la sociedad biotecnológica (https://www.troa.es/libro/humanismo-avanzado-para-una-sociedad-biotecnologica_953934) .
Un humanismo integrador de todas las dimensiones de la persona, abierto a la trascendencia, centrado en la dignidad y la libertad humana, respetuoso con la diversidad y singularidad de cada persona, sean cuales sean sus capacidades, discapacidades o sobrecapacidades. En definitiva, un humanismo cristiano que dé las respuestas adecuadas a los retos del presente y del futuro.
En un programa que tengo la satisfacción de dirigir y presentar producido por HMTV titulado “El mundo que se avecina” (https://eukmamie.org/es/el-mundo-que-se-avecina) tratamos, con diversos invitados y desde diferentes temáticas, cuales son los valores y las virtudes necesarias para implementar dicho humanismo avanzado a nuestra sociedad para ir construyendo la civilización del amor que nos propusieron, en numerosas ocasiones, san Pablo VI y san Juan Pablo II.
La búsqueda de la inmortalidad en la tierra que persigue el transhumanismo, además de ser utópica, es un gran acto de rebeldía contra el plan creador y una renuncia a nuestra verdadera morada en el Cielo, ¿no es cierto?
Sí, ya hemos comentado anteriormente que las promesas de amortalidad o de inmortalidad cibernética que propone el transhumanismo chocan frontalmente con la fe cristiana ya que esta ofrece a todo ser humano, una vida de santidad en la tierra según el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros, y de este modo, poder alcanzar la gloria de la vida eterna en el Cielo.
Por ejemplo, la propuesta de metaverso de Zuckerberg pretende la construcción de una realidad mejor que la física, en donde el ser humano, a través de sus diversos avatares, pueda disfrutar de experiencias que no puede tener en este mundo, en donde tenga mayor control y dominio sobre las cosas, donde todo sea perfecto y sin defectos. Lo que el gurú tecnólogo quiere demostrarle al mundo es que el ser humano tiene anhelo por el “cielo”.
Este anhelo no es algo nuevo en realidad. Desde que fuimos expulsados del jardín del Edén nuestro deseo más profundo ha sido regresar a él. Eso es lo que vemos en la Biblia - Génesis 11-, cuando una comunidad avanzada para su tiempo decidió hacer una torre que les permitiera llegar al cielo, que les diera la unión, la fuerza, la autoridad y la capacidad para dominar el mundo, sin ser esparcidos por la tierra. Lo que Dios le dejó claro a la humanidad en la Torre de Babel es que el hombre no puede llegar al cielo por sus propios medios. Tampoco crear un “cielo” de realidad virtual, como pretende Zuckerberg, en su visión mística del metaverso.
En ese sentido, el metaverso no es más que otro intento por obtener una realidad como la que ofrece Dios con su Reino de perfecta paz, justicia, amor y gozo creciente. Una realidad en la que tendremos dominio sobre la tierra – y el ciberespacio- tal como era el diseño original de la creación. Cabe ver si el metaverso, finalmente, será como sucedió con la Torre de Babel, un enorme fracaso en cuanto a sucedáneo del auténtico Cielo, al igual que la inmortalidad cibernética lo es respecto a la vida eterna.
Además este paraíso en la tierra igualmente es una gran quimera, pues se trata de imponer un cibertotalitarismo atroz y porque en el fondo es una tentación de apostasía, en donde reina el espíritu del Anticristo, ¿no le parece?
Me temo que ante nuestros ojos se va conformando la figura todavía imprecisa de un cibertotalismo, digamos de un “Gran Dragón”, envuelto por una energía sin límites, que va adquiriendo volúmenes titánicos en los que se presiente la forma granítica de una nueva expresión de poder totalitario.
Si la gran potencia asiática que es China se hace hegemónica en el mundo, se vislumbra una época que asistirá a la extinción de la democracia liberal, y que instaurará una era de vigilancia, control y silicio, habitada por unos humanos, tal vez ya transhumanos, sometidos al orden y a la seguridad de los algoritmos y de la inteligencia artificial. Ese escenario es parecido al reino de la Cuarta Bestia del libro de Daniel y del Apocalipsis para los últimos tiempos.
En este sentido, provenga de Oriente, de Occidente, o de ambos, confluyendo en un Nuevo Orden Mundial, la revolución antihumanista que se nos propone, tiene como meta desbaratar la obra de la Creación, la Redención y la Salvación para instaurar elreinado social de Satanás, un infierno sobre la Tierra que prefigura el de la eternidad, así como el Reinado Social de Cristo -la Civilización del amor- prefigura el reino eterno del Paraíso celestial.
Como siempre en sus libros, al final hay un mensaje de esperanza…
Claro, es la esperanza cristiana unida a la libertad de los Hijos de Dios. La revolución transhumanista/posthumanista tiene su esencia en el desorden, en el caos, en la disolución de la naturaleza humana, en la eliminación de la ley natural y la ley divina de nuestras vidas, mientras que la civilización cristiana aspira al orden perfecto, como una obra maestra donde Dios Padre es el compositor, Dios Hijo Jesucristo es el director, Dios Espíritu Santo el maestro inspirador y María, nuestra Madre, la primera ejecutora.
Al Gran Reinicio propuesto por las élites impulsoras del Nuevo Orden Mundial y de la bioideología y biopolítica del transhumanismo/posthumanismo, correspondería oponer un humanismo avanzado, basado en la vuelta al orden querido por Dios, en lugar de la instauración del desorden. Ese nuevo orden, basado en una antropología adecuada que nos haga más humanos, en el humanismo cristiano y en la Doctrina Social de la Iglesia, no es otro que la restitución por la acción de Jesucristo del Orden Creado que, tal y como se profetizó en Fátima en 1917, se hará realidad por medio de María a través del triunfo de su Corazón Inmaculado – entendido como la unión íntima y total de la persona con la voluntad de Dios a imitación de la Virgen-, etapa en que se alcanzará un periodo de paz, es decir, una nueva era en que se instaurará la paz del orden natural cristiano, y que corresponde al Reino de Jesucristo o Civilización del Amor. ¿Cómo no vamos a estar los cristianos confiados y esperanzados a pesar de las propuestas del transhumanismo?… ¡Estamos en el equipo ganador!
Por Javier Navascués
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