Hombre agradece a Dios recibir un trasplante de riñón tras aceptar la enfermedad y el sufrimiento
José Manuel Aparicio Adarbe quiere dar gracias a Dios, tras ser sometido a un trasplante de riñón, después de tener los dos riñones completamente inutilizados y dependientes de una máquina. La experiencia le ha marcado y le ha acercado más a Dios y tiene grandes deseos de compartirla para demostrar al mundo la importancia de hacer la voluntad de Dios por dolorosa que sea.
¿Qué supone para usted haber recibido un trasplante de riñón tras estar tantos años dependiente de una máquina?
Pues Don Javier, gracias a Dios, y gracias al alma que deseo descanse en paz del donante, sin el cual no tendría este órgano, por el que he vuelto a tener a tener una vida, prácticamente normal, aún supeditado a tener que tomar un cóctel de fármacos muy amplio y con contra indicaciones, le doy las gracias a Dios.
La sensación es extraña al principio, como si después de tanto tiempo, pareciera mentira que el milagro ocurrió.
¿Cómo esa limitación física le hizo ser más humilde y crecer interiormente?
De una forma extraordinaria Don Javier, lo acontecido en todos los niveles de la vida, físicamente, psicológicamente, moralmente, y espiritualmente durante el padecimiento de esta dolencia, a realizado en mí, una persona un tanto diferente, mas Fe en Dios, mas fuerza para luchar ante las adversidades, y también descubrir las personas que de verdad se han ocupado de mi, y de ayudarme en todo. Le doy las gracias a Dios, por todo, incluida la enfermedad.
No es la primera vez que llega un encuentro fuerte con Dios a través del dolor, de la enfermedad, que puede ser una bendición si se acepta por su amor.
Por supuesto, conocerás la grandeza de Dios, a través de todo lo que te acontezca en la vida, ya que todo tiene un sentido para hacernos crecer, y se nos brindan las oportunidades para acercarnos mas a la realidad, que no es otra que somos hijos de Dios, y que nuestro cuerpo es finito, pero nuestra alma es eterna.
Usted es una persona de fuerte fe y más que conseguir el trasplante pedía que se hiciese la voluntad de Dios.
Exacto, lo repetimos en el Padre nuestro, “Hágase tu voluntad, aquí en la tierra como en el cielo”. Si comprendemos que es lo que decimos con esto, mediante la oración, acatamos a Dios en todo, e intentamos obedecerle cada día y respetar su Palabra tal y como está escrita, nos acercamos a El a pasos agigantados.
Sin embargo, recibió una gran alegría cuando le informaron que le iban a realizar el trasplante.
Al principio no me lo creía, pero enseguida, cuando me ingresaron para las pruebas previas, comprendí que era el momento, no sabía como saldría, y tampoco tenía miedo a morir, si era con el perdón de mis pecados por Nuestro Señor, que se hiciera de nuevo su voluntad.
¿Qué tal resultó la operación y el posoperatorio?
Hubo problemas hasta que el riñón empezó a funcionar, y los médicos temían que no funcionara. Pero Dios al quinto día, me bendijo con que el riñón funcionara. Hubo problemas y los sigue habiendo en menor medida, pero todo se solucionará, y si no, será por que Dios quiere un futuro distinto para mí.
Ahora tiene muchas ganas de hacer cosas, pero sobre todo dar gracias a Dios de forma especial.
Así es, tengo pendiente algunas cosas que usted conoce a nivel espiritual. Dios lo sabe, y las acometeré en breve, una es visitar a San Padre Pío, y rezar allí.
Más que viajar por viajar, usted tiene ganas de peregrinar a lugares santos, por ejemplo, a San Giovani Rotondo. ¿Qué supondría para usted ir allí?
Algo muy grande, San Padre Pío fue un hombre tocado por Dios, y Él hablaba la palabra exacta de Dios, sin mentiras, tergiversaciones y “modernizaciones” a las que algunos nos empiezan a tener acostumbrados para desgracia de la cristiandad.
¿Qué proyectos apostólicos tiene, ahora que ha recuperado la salud?
Los de siempre, combatir al mal, allí donde se encuentre con todas mis fuerzas, dar testimonio de la palabra de Dios, abrir los ojos de personas muy perdidas en dogmas políticos que contradicen la sagrada palabra de Dios, y que se están condenando en vida.
¿Qué diría a aquellas personas que llevan años esperando un trasplante y parece que nunca llega?
Que Dios está con ellos, que no pierdan la esperanza, que sigan luchando cada día, y que recen en Sagrado Rosario. Quien no cree en el poder de Dios perece.
José Manuel, antes del trasplante. No pedía curarse si no la voluntad de Dios.
Por Javier Navascués
3 comentarios
"Usted vive de prestado, es un sobreviviente", me explicó, luego que le manifestara mi buen humor ante la noticia. Caso muy raro y extremo el suyo, me dijo.
Sigo feliz, sabiendo que estoy suspendido casi en el vacío. Dios dispondrá.
Pero, ciertamente me ha hecho pisar con mayor firmeza en la fe, con mayor libertad respecto a las cosas que nos rodean. Combato con mayor entusiasmo cada día por la Causa de María. Al fin y al cabo es como si hubiese alcanzado una visión más amplia de la realidad del mundo de hoy.
Doy gracias a Dios que me permita comprender que vivimos un tiempo de cambio sustancial entre el tiempo histórico del "hombre viejo del pecado" y el "tiempo de María" en el que comienza a manifestarse el "hombre nuevo" bajo la Luz de la Gloria de Cristo que se manifiesta por Mediación de la Aurora de María.
El mundo moderno en extinción, y el Mundo Nuevo que viene, esperanza del triunfo del Corazón Inmaculado de María, mientras los mundanos se horrorizan y manotean en la mediocre realidad de su inteligencia y voluntad.
Mis casi ochenta y siete años de vida me ponen a salvo de la estupidez del mundo.
Creo haber “Cruzado el umbral de la Esperanza” (S. J. P. II).
“¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?” (I Cor 15, 55).
Disponer de un certificado de defunción con fecha abierta es común a todo hombre, la muerte es inevitable. Pero tenerlo extendido por un médico, no es igual.
Se sueltan muchas amarras, se atan muchos cabos, se despeja el camino de muchos escombros.
Si, por la gracia de Dios, podemos hacer de la muerte nuestra compañera de viaje y de trabajos, bienvenida sea nuestra hermana (San Francisco de Asís).
En verdad, lejos de disminuirnos, nos libera y alienta, sabiendo que no contamos con el mundo y sus vericuetos, sino con la “libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8), que se atisba ya en esta vida.
Será por esto, no lo puedo explicar de otra forma, que este don de libertad me permite vivir más despreocupado, mirar más lejos, y llevar a cabo mis trabajos con más entusiasmo y constancia.
Quiera Dios, que estas líneas sirvan a quienes enfrentan un desafío semejante.
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