Votando patrioterismo liberal nunca se instaurará el Reinado Social de Cristo en España
Hoy 4 de mayo un servidor impartirá una conferencia en el club Empel de Barcelona, a las 19:30 de la tarde, bajo el título El liberalismo: cáncer político y social. Ejemplos prácticos. Como católico militante estoy convencido de que el liberalismo es el mayor enemigo del catolicismo, como me explicó hace algunos años el profesor Javier Barraycoa. Y desde entonces no he cesado de combatirlo en los diferentes medios que he estado. La encíclica Libertas de León XIII o el Liberalismo es pecado de Sardá y Salvany son algunos de mis textos de referencia en mi cruzada antiliberal.
Hoy que previsiblemente ganará Isabel Díaz Ayuso en Madrid he querido dar esta conferencia para que nadie se lleve a engaño. Isabel encarna la línea más progresista del PP, que está en las antípodas de los grandes ideales de la España tradicionalmente católica. Si el Frente Popular, con su ideología marxista y anticlerical representa un gran peligro para España y hay que combatirlo con contundencia, no debemos hacerlo nunca desde el liberalismo, ciertamente un cáncer que ha contribuido a la descristianización de España. Por lo tanto, enmienda a la totalidad al liberalismo, no solo al de PP sino al de todos los partidos que defiendan los principios liberales.
Hasta que no comprendamos que con el patrioterismo liberal no podrá haber jamás Reinado Social de Cristo, no hay nada que hacer. Un árbol malo, no puede dar frutos buenos y el árbol liberal está podrido en su misma raíz.
Recordemos que el liberalismo, como explicaba en una reciente entrevista el profesor Daniel Marín, es la ideología o esa manera de pensamiento que en resumidas cuentas actualiza el pecado original; por un motivo muy sencillo, porque pone como primacía absoluta de todo a la libertad. El liberalismo no exalta la libertad sino la licencia, como decía el Papa León XIII, o dicho de una manera más actual, el libertinaje.
El liberalismo da o tiene potencialidad de dar derechos a todos los males cualesquiera que sean, en virtud de aquella primacía absoluta de la voluntad. De tal manera actualiza el pecado original del cual viene el mundo caído, que lo que provoca a la postre es la apertura de todo tipo de iniquidades, y esto evidentemente tiene consecuencias graves.
Por Javier Navascués
12 comentarios
2. Liberalismo es un concepto ambiguo, por lo que requiere definición. A nivel eclesiástico, liberalismo es toda doctrina herética, uso de la libertad individual, en la teología y/o en la pastoral que se aparta parcial o completamente de la doctrina y dogmas católicos. En este contexto el Liberalismo es pecado siempre. Libro de Félix Sardá y Salvany.
3. A nivel civil, Liberalismo es una filosofía y/o una teoría económica que defiende la libertad individual, el contrato voluntario y el libre mercado. En este contexto el Liberalismo es pecado cuando va contra la Ley eterna, natural y moral, y la transgresión de Cristo. Y Liberalismo también es la secularización del Estado en sus leyes positivas con respecto a Dios, leyes humanas contrarias a Su Ley eterna, natural y moral, y la transgresión de Cristo. Liberalismo aquí siempre es pecado.
1. Le pongo este otro ejemplo: el dueño individual de una propiedad tiene derecho inviolable a esa propiedad (libertad individual). Si en esa propiedad nacen plantas que producen medicinas ¿tendrían que pertenecer a la comunidad, ese es el BIEN? Algunos pueden decir que la medicina no es el resultado de ningún trabajo o habilidad humanos. Pero, todo lo que crezca en un terreno debería pertenecer al propietario del terreno. Ese propietario incluso tiene derecho a impedir que medicinas valiosas lleguen al mercado y obligarle a venderlas es una violación de la Ley eterna, no robarás, y de la Ley natural. El uso de la libertad individual es pecado en cualquier ámbito, se llame como se llame, cuando no tiene a Cristo por Rey.
2. Le recomiendo la lectura de "La democracia en América" de Alexis de Tocqueville, católico, el cual se opuso a la Revolución Francesa.
3. Y le recomiendo también la lectura de los sofismas económicos de Frederic Bastiat, católico también.
Por eso es imposible que un católico sea liberal en lo político o en lo económico.
El liberalismo, igual que el marxismo, comunismo, socialismo, etcétera es intrínsecamente perverso y debe ser combatido por todo católico que se precie.
Vale la pena traer a colación el testamento de San Ezequiel Moreno, gran obispo que combatió con fuerza al liberalismo:
“Confieso, una vez más, que el LIBERALISMO ES PECADO, enemigo fatal de la Iglesia, y reinado de Jesucristo y ruina de los pueblos y naciones; y queriendo enseñar esto, aun después de muerto, deseo que en el salón donde expongan mi cadáver, y aun en el templo durante las exequias, se ponga, a la vista de todos, un cartel grande que diga: ‘EL LIBERALISMO ES PECADO’ (…). Creo que uno de los venenos más activos y eficaces con que cuenta el infierno, es la mezcla de la verdad y el error, de lo bueno y de lo malo. Y este veneno es el que están tomando muchos, y dándolo a tomar a otros (…). Yo he gritado contra ese mal, y aun lo he sufrido por gritar. No me arrepiento de haber gritado. Si en ese punto tengo que arrepentirme, será de no haber gritado más” (Revista Tradición Católica nº 89; Junio-1993).
JSP;
Está usted en graves errores. Le recomiendo que lea los artículos del Padre Iraburu, aquí mismo en InfoCatólica, desde el "(97) Católicos y política –III. principios doctrinales. 1" en adelante, para salir de su equivocación.
Lo que usted dice no es lo que enseña la Iglesia.
1. Dios nos ha hecho racionales y libres, a imagen y semejanza. Por el pecado original nace la esclavitud, la licencia del mal uso de la libertad o libertinaje.
2. Cristo nos devuelve la libertad cristiana, la búsqueda de la Verdad, el Bien y la Belleza. La libertad original elevada al Cielo. Pues, por el bautismo nuestro acto libre en Cristo tiene eco en la eternidad.
3. Bien, como la nomenclatura Liberalismo confunde por ser concepto ambiguo procedo a exponer afirmaciones para ver si son contrarias a Dios y ver dónde puede aclararme que yerro.
4. A nivel eclesiástico, Liberalismo o Socialismo, hijo del Liberalismo, es siempre pecado. La herejía, sea cual sea, teología, pastoral, doctrina o moral liberal o de liberación o del pueblo que vaya contra la Ley eterna, natural o moral, o que transgreda a Cristo (Fin de la Ley) es pecado de los pecados.
5. A nivel civil, vamos primero con el nivel político: ¿es liberal rechazar al Estado y quedarse sólo con Dios, con Cristo Rey? No, respuesta del Logos de Dios: 1 Sam 8. Y allí donde se convive en un Estado secularizado se respeta las leyes positivas del mismo mientras no sean contrarias a Dios, a Su ley eterna, natural y moral, ni transgreda a Cristo. Pues a Dios lo que era de Dios y al César lo que era del César, y hay que obedecer antes a Dios que a los hombres (aquí no es ser liberal rechazar la autoridad civil o política, sino rechazar el pecado en la ley positiva). Naturalmente, el Liberalismo o Socialismo o César o Rey o República secularizada en su ley positiva y contraria a Cristo es pecado.
6. A nivel civil a pie de calle, si actuamos como el Señor Jesús que es Tekton en libertad individual, contrato voluntario y libre mercado ¿dónde está el pecado? Si Adán y Eva no hubiesen pecado y su descendencia no hubiese sido constituida pecadora ¿acaso no habría comercio?
7. No digo nada distinto de la Iglesia en el Logos de Dios y en la Escuela de Salamanca. El ejemplo que puse del terreno y la medicina es de Diego de Covarrubias y Leiva.
"A nivel civil a pie de calle, si actuamos como el Señor Jesús que es Tekton en libertad individual, contrato voluntario y libre mercado ¿dónde está el pecado?"
Es magisterio de la Iglesia el hecho de que el mero acuerdo entre las partes no hace moral un contrato.
La moralidad de un contrato se basa en su justicia.
Por tanto, si alguien vende a otro algo que vale 1, a 2 o a 5, peca, grave o venialmente en función de la cuantía. Independientemente de si la otra parte está contenta, si lo paga de buena gana, si es por capricho o si es por necesidad. Ese contrato está viciado por la injusticia, porque una de las partes recibe más de lo que da.
Es cierto que en muchos acuerdos comerciales es difícil establecer con exactitud el valor de un producto, pero es sencillo establecer un margen razonable, que es lo que exige la Iglesia. El problema es que hoy en día el comercio se rige por la ley de optimización del beneficio, que es enemiga acérrima de la venta por un precio justo.
El libre mercado es una jungla donde la moral ni está ni se la espera. Se rige por la ley del más fuerte, y donde la oportunidad se aprovecha no para obtener un beneficio justo, sino para hacer todo el dinero posible a costa de los clientes. Desestabiliza la sociedad entera, y engrenda inumerables crisis económicas.
Esto, hoy en día, está normalizado. Como tantos otros vicios, aunque a diferencia de otros, este fue de los primeros, sino el primero y cala muy hondo. Por eso, hoy, Dª Paca, de misa diaria y muy piadosa ella, no tiene ningún remordimiento en vender el piso que compró por 3 millones a 80. Por eso, la usura (lucrarse con el interés de un préstamo) ni se cuestiona. Y por eso, tener a millones de personas trabajando con sueldos que no llegan para mantener a una familia, se ve como un mal menor, cuando es uno de los pecados que claman al cielo.
Haber leído el artículo y los siguientes le hubiera ahorrado mucho de su respuesta.
De todas maneras, añadiendo a lo comentado por Pedro, el ejemplo del terreno y la medicina es contrario a la enseñanza de la Iglesia. Catecismo de la Iglesia Católica:
2406 La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad (cf GS 71, 4; SRS 42; CA 40; 48).
2408 El séptimo mandamiento prohíbe el robo, es decir, la usurpación del bien ajeno contra la voluntad razonable de su dueño. No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es contrario a la razón y al destino universal de los bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido...) es disponer y usar de los bienes ajenos (cf GS 69, 1).
De lo que se sigue que, de ser de necesidad urgente para el bien común, la autoridad de turno o cualquiera puede no sólo obligar a que venda el medicamento, mucho más: puede obligar a que lo ceda sin más. Por eso, por ejemplo, se puede realizar la expropiación de bienes privados de manera lícita, siempre que sea con causa moralmente justa.
Y añado algunas citas más del Catecismo para complementar lo dicho por Pedro:
2410 Las promesas deben ser cumplidas, y los contratos rigurosamente observados en la medida en que el compromiso adquirido es moralmente justo. Una parte notable de la vida económica y social depende del valor de los contratos entre personas físicas o morales. Así, los contratos comerciales de venta o compra, los contratos de arriendo o de trabajo. Todo contrato debe ser hecho y ejecutado de buena fe.
2420 La Iglesia expresa un juicio moral, en materia económica y social, “cuando lo exigen los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas” (GS 76). En el orden de la moralidad, la Iglesia ejerce una misión distinta de la que ejercen las autoridades políticas: ella se ocupa de los aspectos temporales del bien común a causa de su ordenación al supremo Bien, nuestro fin último. Se esfuerza por inspirar las actitudes justas en el uso de los bienes terrenos y en las relaciones socioeconómicas.
2425 La Iglesia ha rechazado las ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al “comunismo” o “socialismo”. Por otra parte, ha rechazado en la práctica del “capitalismo” el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado sobre el trabajo humano (cf CA 10. 13. 44). La regulación de la economía por la sola planificación centralizada pervierte en su base los vínculos sociales; su regulación únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque “existen numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado” (CA 34). Es preciso promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas, según una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común.
El problema del catecismo es que está expuesto de una forma tan general que, en la práctica, no vale como guía para un católico. Se puede malinterpretar con una facilidad pasmosa. Es más fácil que lo acepte primero alguien de podemos que un católico:
"No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es contrario a la razón y al destino universal de los bienes. Es el caso de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de remediar las necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido...) es disponer y usar de los bienes ajenos"
Tal y como expones el resto del comentario, es difícil entender la justificación de la propiedad privada. Además la realidad es mucho más compleja, e incluye la corrupción y abusos de la propia autoridad, tan en boga actualmente. Esos puntos del catecismo, por si solos, no bastan.
El punto de vista católico es bastante más exigente y se reconoce bien porque disuena totalmente con cualquier otra filosofía económica.
El cristiano debe utilizar los bienes temporales para sus meras necesidades, huyendo del lujo y utilizando lo que le sobra en asistir a los pobres y realizar buenas obras. Por tanto, toda ambición terrena de hacer patrimonio personal y progresar económicamente no tiene ningún sentido, es algo vano, cuando no una ocasión peligrosa de caer en la codicia. Esto solo es posible de entender y cumplir con alegría cuando se tiene la visión y la esperanza en el cielo y cuando hay un verdadero celo por ayudar al prójimo.
En las personas que tienen su mirada puestas (aunque sea parcialmente) en la satisfacción que dan las cosas de la tierra, eso es imposible de asumir. Entonces empiezan los problemas provenientes de compaginar esa satisfacción siempre insatisfecha, con dar voluntariamente los recursos personales para buenas obras, cuando no directamente saltarme los derechos de los demás.
San Juan Pablo II sobre el valor doctrinal del Catecismo (Constitución apostólica Fidei Depositum):
«El Catecismo de la Iglesia católica, que aprobé el día 25 del pasado mes de junio y que hoy dispongo publicar en virtud de mi autoridad apostólica, es una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, comprobada o iluminada por la sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia. Yo lo considero un instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial, y una regla segura para la enseñanza de la fe. Ojalá sirva para la renovación a la que el Espíritu Santo incesantemente invita a la Iglesia de Dios, cuerpo de Cristo, peregrina hacia la luz sin sombras del Reino.
La aprobación y la publicación del Catecismo de la Iglesia católica constituyen un servicio que el Sucesor de Pedro quiere prestar a la santa Iglesia católica, a todas las Iglesias particulares que están en paz y comunión con la Sede Apostólica de Roma: es decir, el servicio de sostener y confirmar la fe de todos los discípulos del Señor Jesús (cf. Lc 22, 32), así como fortalecer los lazos de unidad en la misma fe apostólica.
Pido, por consiguiente, a los pastores de la Iglesia, y a los fieles, que acojan este Catecismo con espíritu de comunión y lo usen asiduamente en el cumplimiento de su misión de anunciar la fe y de invitar a la vida evangélica. Este Catecismo se les entrega para que les sirva como texto de referencia seguro y auténtico para la enseñanza de la doctrina católica, y sobre todo para la elaboración de los catecismos locales. Se ofrece, también, a todos los fieles que quieran conocer más a fondo las riquezas inagotables de la salvación (cf. Jn 8, 32)».
Si no logra ver la justificación de la propiedad privada en esos textos, es porque cité textos que no se centran en justificar la propiedad privada. Hay otros numerales que sí lo explican.
Además, como remite los numerales de los textos, esa doctrina del catecismo se funda en las enseñanzas de León XIII, Pío XI, Pío XII, Juan XXIII, etcétera. Aquí, por ejemplo, Pío XI hace una breve exposición del tema en la Quadragesimo anno:
«De la índole misma individual y social del dominio, de que hemos hablado, se sigue que los hombres deben tener presente en esta materia no sólo su particular utilidad, sino también el bien común. Y puntualizar esto, cuando la necesidad lo exige y la ley natural misma no lo determina, es cometido del Estado.
Por consiguiente, la autoridad pública puede decretar puntualmente, examinada la verdadera necesidad el bien común y teniendo siempre presente la ley tanto natural como divina, qué es lícito y qué no a los poseedores en el uso de sus bienes. El propio León XIII había enseñado sabiamente que "Dios dejó la delimitación de las posesiones privadas a la industria de los individuos y a las instituciones de los pueblos" (Rerum novarum, 7)».
La libertad individual no es inviolable. Ese es exactamente el error del liberalismo. Claramente es la libertad externa, la interior no hay como violentarla, salvo con medios que dobleguen la voluntad (pavor, hambre extrema, etc.)
Si con mi libertad elijo una religión falsa, robar, tener una "orientación sexual", despilfarrar mis bienes, etc., esa libertad no es respetable y quien la respeta es malo, tal como un estado laico es malo por "neutral" que sea. Quien detenta la potestad de la sociedad política tiene el deber de reprimir la acción deliberada que atente contra el bién común.
Disculpe si no me he expresado con claridad. No pongo en duda la autoridad del Magisterio, ni las verdades expuestas en el catecismo, por supuesto. Si se fija bien, verá que no discrepo de la verdad que quiere transmitir el catecismo, pero si que hago notar que algunas personas, incluso con buena disposición, leyendo ciertos puntos pueden llegar a no ver esa verdad y entender otra cosa. O no entender nada. O quedarse en la superficialidad de lo evidente.
A mi me pasó. Eso no me hace hereje ni nada parecido. Tampoco se hace de menos al catecismo por admitir que otros textos pueden ser más convenientes para ciertas personas en determinados temas.
Obviamente, a otros, les habrá sido y será de una utilidad insuperable. Fenomenal, me alegro por todos, pero no es bueno hacer de esto un problema.
Pero hay problemas donde la persona católica si puede actuar de un modo o de otro, como alguna cuestión que planteaba JSP. Son las cuestiones que dependen de la persona. La cuestión de la especulación, de los créditos, de la propiedad intelectual, de las inversiones y la bolsa, de los alquileres, de los contratos laborales, del uso de los recursos, de los días festivos y los horarios laborales, de la formación académica, etc..
Cuestiones que tienen su fundamento en el liberalismo y que día tras día aplastan la vida de mucha gente.
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