Mons. Juan Miguel Ferrer llama a los peregrinos a Covadonga a buscar con seriedad la vida interior
Ayer sábado tuvo lugar la primera etapa de la II peregrinación NSC- España a Covadonga, que empezó, como dijimos ayer, con el aliento inicial del arzobispo de Oviedo Mons. Jesús Sanz. La confianza en los peregrinos que manifestó el prelado desde el púlpito fue un acicate para los presentes, exultantes de entusiasmo en el pórtico de la peregrinación.
La larga etapa entre la catedral de Oviedo y el Remediu transcurrió sin novedad, a pesar de que la lluvia de rayos de sol fue intensa inundando de colorido el tapiz asturiano. No news, good news.
Una etapa dura y exigente que sirvió a la mitad de los peregrinos para recuperar las sensaciones del año pasado, cansancio y sufrimiento, pero repleto de gozo por los rezos y cánticos, así como el ambiente fraternal entre peregrinos. En general este año se veía a la gente mucho más entrenada y ya conocedora del recorrido que es idéntico al del año pasado.
Los nuevos peregrinos han podido experimentar la dureza del Chartres español, por la distancia y lo quebrado del terreno. Muchos de ellos estaban impactados por el ambiente y conmovidos por la experiencia. La mayoría de ellos decía que tenían razón aquellos que les invitaron, es una experiencia que no debían perderse.
Nuevamente los lugareños saludaban con alegría a los peregrinos desde sus casas, como conscientes de que una gran corriente de gracias pasaba antes sus hogares.
La organización fue modélica sin registrarse ningún incidente.
Tras la extensa caminata y montar a contra reloj las tiendas de campaña tuvo lugar la Santa Misa tradicional, revestida de toda solemnidad y con el coro en todo su esplendor.
En la homilía Mons. Juan Miguel Ferrer, canónigo de la catedral primada de Toledo, invitó a los peregrinos a no quedarse en el esfuerzo físico sino a elevarse al plano sobrenatural, merced a una intensa vida de oración de la mano de María Santísima y con la actitud teresiana de la disponibilidad absoluta al divino querer.
Vuestra soy, para Vos nací:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Soberana Majestad, eterna Sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
La gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra, pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra, pues que me llamastes.
Vuestra, porque me esperastes,
vuestra, pues no me perdí:
Posteriormente llegó el turno de la adoración eucarística en el que los peregrinos hicieron un último esfuerzo antes de recuperar las maltrechas fuerzas a ras de suelo.
Hoy, tras la Santa Misa matutina, el millar de peregrinos partirá en dirección a Sevares con el objetivo de acabar con éxito el segundo de los tres días, que estará coronado por la adoración y consagración a la Virgen por capítulos.