La pintura religiosa, tanto española como extranjera, del siglo XIX en el Museo del Prado
De nuevo deambulamos imaginariamente por las salas Museo del Prado, acompañados por Fernando Álvarez Maruri. La colección de pintura sacra del siglo XIX merece ser comentada en un capítulo aparte.
Muchos expertos opinan que el arte decimonónico ha sido tradicionalmente marginado en el discurso expositivo del museo. ¿Qué información nos puede aportar al respecto?
Nuestra primera pinacoteca nacional atesora más de 2600 cuadros de pintura decimonónica, además de un notable conjunto de esculturas. Desde el punto de vista cuantitativo, el arte del siglo XIX es el que mayor peso tiene dentro de las colecciones del museo. A partir de 1856, se celebraron en España las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes; se trataba de certámenes en los que se premiaba a lo artistas más sobresalientes del momento; las obras más relevantes, según el criterio de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fueron adquiridas por el Estado. En 1898 se inauguró el Museo de Arte Moderno, en una sección de las actuales dependencias del Museo Arqueológico Nacional, en donde el público podía disfrutar de una amplia selección de pinturas y esculturas del siglo XIX y principios del XX. En 1971, esta institución cultural se integró en el Museo del Prado y el arte decimonónico comenzó a exponerse en el Casón del Buen Retiro. En 1997 se cerró esta histórica construcción, que formó parte del complejo palaciego del Buen Retiro, con el fin de someter al edificio a una profunda reforma. Por desgracia, cuando se abrió nuevamente, el Casón del Buen Retiro se destinó a Centro de Estudios del Prado.
Actualmente, en el edificio de Villanueva se exhibe una exigua parte de los fondos decimonónicos; tan solo doce salas, ubicadas en la planta baja, se dedican a la pintura y escultura de este período; este espacio estaba anteriormente destinado a exponer otras partes de la colección. Sería una excelente noticia para los asiduos visitantes del Prado que el arte decimonónico contara con un edificio propio; para tal fin, habría que acondicionar una construcción emblemática de titularidad estatal, de grandes dimensiones y a poder ser en las cercanías del Edificio de Villanueva. Los expertos han barajado principalmente dos opciones: el Palacio de Fomento, actual Ministerio de Agricultura, ubicado en la popularmente conocida como Plaza de Atocha y el Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército, en la Plaza de Cibeles. Parto de la idea de que toda obra de titularidad pública debe ser expuesta en las mejores condiciones posibles; si permanece en los almacenes a la espera de, en el mejor de los casos, ver la luz con motivo de alguna exposición temporal, nos están privando a los ciudadanos de su disfrute. En mi opinión, tanto los ministerios como los organismos militares deben tener su sede en edificios funcionales y modernos, reservándose las construcciones históricas para fines esencialmente culturales.