José María Batlle habla de la parroquia de Santa Mónica de Barcelona y de un santo sacerdote
Hay personas, testimonios de fe, que han dejado huella en el pasado, pero cuando haces turismo, esas huellas son invisibles para nosotros. Por ejemplo bajando por las Ramblas de Barcelona, poco antes de llegar a la plaza de Colón, junto al puerto y las Atarazanas, a mano derecha, se puede ver un edificio moderno que es una iglesia dedicada a Santa Mónica.
José María Batlle, estudiante de humanidades y miembro de la Asociación de Guías y Scouts de Europa quiere compartir con nosotros una de esas historias.
Al comienzo de las populares Ramblas barcelonesas hubo un histórico testimonio de fe, ¿Sobre quien nos quiere hablar?
Quiero hablaros de don Fernando Molins Orra, sacerdote católico que ejerció de párroco en la parroquia de San José-Santa Mónica de las Ramblas entre 1921 y 1936. Destacó durante esta etapa por su inigualable caridad, se convirtió para la gente del barrio en un padre, el padre Fernando y, finalmente, fue martirizado por su fe en Jesucristo la tarde del 19 de julio de 1936.
Un testimonio que pasa desapercibido e invisible no solo a los turistas sino a los propios barceloneses…
En efecto, don Fernando Molins ha permanecido oculto durante décadas. Su recuerdo quedó archivado en algunos documentos oficiales del Estado, de la Diócesis de Barcelona y en el libro de Ramón Rucabado Santa Mónica de la Rambla (1959). Después de este último documento no se volvió a saber nada más.
Los hechos sucedieron en una iglesia antigua, la actual parroquia es de diseño moderno ¿qué podría decir del mismo?
Bajando la Rambla de Santa Mónica, poco antes de llegar a la estatua de Colón a mano derecha, está ubicada la actual parroquia de San José-Santa Mónica. Se trata de una reconstrucción, realizada en los años 80, de estilo moderno. Al pasar por delante hay que poner atención, no es fácil de identificar, porque no es el estilo de iglesia al que estamos acostumbrados. La parroquia está unida al centro de arte Santa Mónica.
La iglesia perteneció a los agustinos a principios del siglo XVI, después en el XIX pasó a ser de la diócesis de Barcelona y fue destruida el 19 de julio de 1936. Actualmente está dedicada al culto greco-católico ucraniano.