Roy Campbell, la arrolladora conversión de un genio que fue fiel a la fe católica en medio del terror rojo
Emilio Domínguez Díaz, doctor Europeus en Humanidades y licenciado en Filología Inglesa, es actualmente uno de los mayores expertos en la figura de Roy Campbell. También está especializado otros autores católicos como Chesterton o Tolkien. Le entrevistamos con motivo de la publicación de su libro Roy Campbell, marginación, exilio y conversión (SND).
¿Por qué un libro sobre Roy Campbell?
En primer lugar, por una cuestión de compromiso personal tras la realización de una tesis doctoral sobre el “poeta zulú” y su defensa hace cinco años. Por otro lado, este libro es un humilde tributo a un escritor que, a pesar de su origen sudafricano y pasaporte británico, se sintió español de corazón y, con sus traducciones, trasladó a muchos de nuestros autores y su obra al mundo anglosajón. Su compromiso con nuestra nación, así como la defensa de sus valores, costumbres, pueblos o lengua bien merecen esta entrega biográfica de una parte de su vida.
Marginación, exilio, conversión…un título muy sugerente.
Efectivamente, el mundo y la vida de Roy Campbell no pueden entenderse sin esos tres sustantivos que, con el azar como principal testigo, conformaron las primeras tres décadas de su vida, justo hasta los primeros días de la Guerra Civil Española, cuando, casualmente, todos ellos coincidieron para provocar su precipitada salida de España a principios de agosto de 1936. Además, las tres situaciones presentan distintos formatos a lo largo de una vida plagada de vicisitudes, experiencias, infortunio y, finalmente, tragedia.
Es un personaje poco conocido en España, pero muy rico…y gracias a personas como usted se le va a conocer más.
Roy Campbell, como otros muchos autores británicos o anglosajones, ha pasado de puntillas en las referencias al uso sobre la poesía y literatura británicas. Pero no sólo aquí en España, sino también en Inglaterra. Enemigos y detractores tuvo muchos. Sin embargo, algunos de sus poemas sí que fueron santo y seña de la literatura inglesa en el currículum de esa asignatura en los años previos al acceso a la universidad. Y, en Sudáfrica, es el poeta por excelencia. Su reconocimiento en entornos académicos y universitarios es máximo.
Por otro lado, durante la posguerra española, Roy Campbell se pudo hacer con un hueco en círculos y congresos literarios a los que acudía asiduamente a lo largo de nuestra geografía (Madrid, Barcelona, Segovia, Salamanca…). También, hizo un par de giras por los Estados Unidos y Canadá.
Evidentemente, como también pretendí con la tesis doctoral, mi intención es que España y, principalmente, Toledo otorguen un merecido reconocimiento a una labor literaria en la que nuestro país o la propia Ciudad Imperial desarrollaron un papel preponderante en aspectos que van desde el personal hasta el espiritual pasando, obviamente, por su producción poética y el impulso internacional a nuestros grandes escritores.
Y este libro no va a ser el último, pues ya tiene previsto un nuevo trabajo.
Bueno, lo normal es que a esta primera parte biográfica, que abarca desde su nacimiento en Durban hasta agosto de 1936, le siga una segunda en la que las andanzas de Roy Campbell no están exentas de aventuras por diversos países del mundo como parte de esos nuevos “exilios” a los que las circunstancias del momento le llevaron. En ello, pues, estamos; en recabar y definir hechos que comiencen con el relato de su salida de Toledo y concluyan con un adiós inesperado tras el fatal desenlace del accidente automovilístico que puso fin a sus días en Setúbal (Portugal) en 1957.
¿Hasta que punto es atractiva y novelesca su vida?
Cuando el azar, la fortuna, el anecdotario o las experiencias de una vida presentan tanta diversidad y tan abundantes vicisitudes no es de extrañar que inviten a la curiosidad por saber de alguien que vivió tanto en tan poco tiempo y, además, con tanta intensidad. Si por algo se caracterizaba Roy Campbell era por esa pasión, esa entrega, ese corazón que ponía a todo lo que hacía, desde escribir un poema hasta batirse a puñetazos con su enemigo por defender una causa que consideraba justa. Y hablamos de una figura, humana y literaria, cuya presencia, de una u otra forma, es notable en grandes acontecimientos del siglo XX como la Primera Guerra Mundial, la Guerra Civil Española o la Segunda Guerra Mundial. ¿Alguien da más?
Háblenos de su amor a España y a los toros.
España, simple y llanamente, le cautivó desde su primera estancia en Barcelona en el otoño de 1933 hasta el último viaje, el que supuso su muerte, desde Sevilla a Portugal tras vivir plenamente y con devoción la Semana Santa sevillana de 1957. Pero, sin duda, Altea y Toledo fueron lugares que le impactaron a mediados de la década de 1930, antes de que la guerra le hiciera cambiar sus planes de estancia prolongada en una ciudad, Toledo, que había conseguido aunar todo lo que, tras su conversión católica y la de su familia en Altea, podía esperar del lugar de sus sueños, la ciudad sagrada de su pensamiento.
Los toros, como el mundo rural, lo llevaba muy dentro desde su estancia previa en Francia, donde conoció la tauromaquia y, además, escribió y realizó oficios relacionados con el mundo del toreo. De hecho, esos contactos serían clave en su periplo por ciudades mediterráneas de la costa levantina española hasta llegar a Altea y antes de su primer establecimiento en Toledo. Allí, mantendría el vínculo con el mundillo taurino gracias a sus negocios con burros, mulos y caballos en diversos lugares y ferias de la provincia.
Usted ha llegado a decir que es de los poetas más importantes en lengua inglesa…
No tengo que decirlo yo por la afinidad y devoción que siento hacia el poeta. Sería sospechoso al partir con ventaja. Dentro de las letras del siglo XX británico, uno de sus grandes valedores, T. S. Eliot, así lo afirmó. Y las palabras de Eliot, como poeta y crítico, tenían gran resonancia en el mundo literario de la época. La sorprendente irrupción modernista de un joven y desconocido Campbell a principios de la década de 1920 hizo que se tambaleasen las estructuras de lo que, por allí, se estilaba. Y ese protagonismo poético, si cabe, tiene mucho más mérito si tenemos en cuenta su origen y la legión de enemigos que salieron a su paso con continuos ataques en críticas y recensiones por el mero hecho de no someterse a los dictados artísticos, literarios y de pensamiento de los círculos imperantes. A Campbell le iba bien ese rol, el de ir contra lo estipulado, lo determinado por la imposición. A pesar de ser un todoterreno, no pudo soportar los dictados del Establishment literario y, con el apoyo de su sátira, supo embestir contra los que le habían situado en el ojo del huracán. Arrestos no le faltaron para ir de cara al enfrentamiento directo de los que le señalaron.
¿Qué importancia tiene Campbell como poeta católico?
Campbell es uno de esos múltiples ejemplos de artistas o escritores británicos que se convirtieron al catolicismo el siglo pasado. Es heredero de la convulsión originada previamente por la conversión del cardenal Newman, cuya continuidad puede definirse en casos concretos que van desde la poetisa Edith Sitwell hasta el escritor G. K. Chesterton, referentes literarios de renombre en las Letras británicas del siglo XX.
Campbell es exponente de unos valores que contrae de primera mano, en el contacto directo con la Francia provenzal en primera instancia y, luego, en su periplo por el mediterráneo español hasta culminar en el definitivo abrazo a la nueva fe católica en Altea en junio de 1935 de la mano del padre Gregorio y, posteriormente, de los padres Eusebio y Evaristo, carmelitas descalzos del convento toledano. El reflejo de sus poemas católicos, del proceso de conversión, está patente en Mithraic Emblems, poemario que recoge vivencias de sus etapas francesa e hispana hasta la repentina y arriesgada salida de Toledo, final de la biografía que presento. En esta obra de finales de 1936, no sólo hay tradiciones o costumbres del catolicismo, sino también el origen de esa inquietud espiritual tras el contacto con Mitra y la ritualidad del mitraismo como base de lo que, años más tarde, constituiría su nueva fe y la de su familia.
¿Qué aporta su testimonio católico tras su conversión?
Compromiso. Campbell no se amedrentó ante las amenazas que surgieron por el hecho de ser católico e ir a Misa. Se mantuvo fiel y plenamente convencido a la fe recién abrazada cuando lo más fácil en los prolegómenos del Alzamiento era evitar el ejercicio y prácticas religiosas y, así, no estar en el objetivo de los que denominaba los nuevos dueños de una ciudad, Toledo, presa del “Terror rojo” desde las elecciones de febrero de 1936. Y en esa ejemplaridad, Mary Garman, su esposa, tuvo mucho que ver. Ella fue la luz que guió los pasos de la familia en la oscuridad de las amenazas de los enemigos de sus convicciones religiosas, de aquellos francotiradores que seguían sus pasos cuando éstos se dirigían al convento carmelita para la Misa de primera hora de la mañana. Compromiso, ejemplaridad, entereza, sacrificio y entrega suponen un cúmulo de buenas razones para practicar con el ejemplo y ser leal a tus principios por muy nuevos o poco arraigados que sean.
Afirman que salvó los manuscritos de San Juan de la Cruz del convento de los Carmelitas Descalzos en la Guerra Civil.
Bueno, eso es parte de la leyenda urbana, del sensacionalismo de biógrafos anglosajones como Peter Alexander o Joseph Pearce. No fue ciertamente así lo que supimos tras nuestras pesquisas para salir de dudas a través de historiadores carmelitas consagrados de la Editorial de la Espiritualidad en Madrid o en el propio convento de Toledo. Sí es cierto que una copia de los manuscritos de San Juan pudo haber sido parte del contenido del baúl que el padre Evaristo y otros hermanos le legaron en julio de 1936; con toda seguridad, en los primeros días del mes antes del inicio de las hostilidades. La mayor parte de ese contenido tenía que ver con documentación conventual, con datos de terciarios o libros de cuentas que detallaban anotaciones económicas o de filiación a nivel laico.
Por otro lado, también es cierto que Campbell tradujo a San Juan de la Cruz durante muchos años hasta convertir su trabajo de traducción definitivo en el ganador del Foyle Prize de poesía en 1952 que, paradójicamente, le sería entregado por uno de sus grandes opositores y detractores, Stephen Spender. La traducción al inglés de Campbell fue sublime, como atestiguó la perpleja crítica, al conseguir incluir la esencia poética del Santo en la lengua de Shakespeare.
Y no menos sublime fue el hecho de que, con el tiempo, Campbell hizo saber que ese trabajo fue una promesa interior que le hizo a San Juan de la Cruz si, en el registro de los milicianos en su casa de Airosas 13, su familia y él lograban escapar con vida tras la última matanza de hermanos carmelitas vilmente asesinados en la fachada de su convento, a escasos metros de la vivienda de los Campbell en Toledo.
Por Javier Navascués
3 comentarios
La reacción de Lewis se entiende porque era norirlandés y para un norirlandés anglicano los católicos constituían un prejuicio que no se podían quitar de encima. Era casi imposible para los que formaban desfiles de la Orden de Orange, aunque Lewis no participara en ellos, condolerse de lo que le pudiera pasar a un católico en ningún lugar del mundo. Es lo que tienen los prejuicios.
He leído su biografía y dispongo de un ejemplar de los poemas de San Juan de la Cruz traducidos al inglés.
Lo de la "leyenda urbana" habría que explicarlo mejor. ¿Dónde estaban los manuscritos de San Juan de la Cruz? ¿Estaban en el convento de los Carmelitas? ¿Ardió el convento? ¿Dónde se encontraron los manuscritos tras la liberación de Toledo?
Creo que todo eso está muy oscuro en el atículo de Navascués.
¿Podría explicárnoslo mejor?
Por otra parte, de acuerdo con África sobre los prejuicios de los anglicanos.
Esa faceta de C.S. Lewis no se cuenta en ningún sitio.
En fin, mucho que acalarar todavía.
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