Luis Alberto de Cuenca: “Santo Tomás de Aquino fue uno de los cerebros más poderosos de nuestra Historia”
Luis Alberto de Cuenca Prado es un helenista, filólogo, poeta, traductor, ensayista, columnista, crítico y editor literario español. Licenciado y doctor en Filología Clásica por la Universidad Autónoma de Madrid. Es académico de número de la Real Academia de la Historia, académico de la Academia de Buenas Letras de Granada y vocal del Real Patronato del Museo del Prado. Fue Director General de la Biblioteca Nacional y Secretario de Estado de Cultura.
En esta entrevista hablamos brevemente de la Edad Media como un gran renacimiento de la cultura grecolatina y de la importancia del cristianismo en la configuración de la cultura occidental junto con la filosofía griega y el derecho romano.
La Edad Media fue un período que a veces nos lo presentan como oscuro y bárbaro, cuando ha sido ciertamente lumínico. ¿Por qué ese afán de fomentar una leyenda negra sobre el mundo medieval?
Los dos adjetivos que a mi entender acompañan mejor a la Edad Media los escogió Verlaine: énorme y délicat (téngase en cuenta que Moyen Âge es masculino en francés). La “corrección política” actual detesta la Edad Media por los valores tradicionales que esta representa y por el código caballeresco que imperaba en ese período de nuestra historia, un código que ahora es denostado por el “pensamiento” dominante.
En la Edad Media florecen las Universidades, el Arte, la Literatura, etc. algo impensable si fuese una etapa tan bárbara y oscura…
El siglo XII, por ejemplo, es la centuria de un primer Renacimiento europeo en ciencias, letras y artes. Y no solo ese siglo. La Edad Media es un continuo Renacimiento que da comienzo con Carlomagno y su corte de Aquisgrán en el siglo VIII. No hay que llegar al Quattrocento y al Cinquecento, pues, para hablar de Renacimiento en la sociedad occidental. En el Medievo se recupera lo mejor de la cultura grecolatina en esas atalayas de la cultura que fueron los scriptoria monacales. Primero en Irlanda y después en el resto de Europa, los monjes transmiten a la posteridad el legado clásico, que sin ellos se hubiese perdido de forma irremisible.
En esa época resplandece la colosal figura de Santo Tomás de Aquino, probablemente uno de los cerebros más potentes de la Historia de la Humanidad.
Coincido con Vd. en considera A su lado situaría a otros nombres propios apabullantes como Platón, Aristóteles y Séneca, por citar solo tres “cráneos privilegiados” (la expresión que acostumbraba a usar Don Latino de Hispalis para referirse a su amigo Max Estrella) de Grecia y Roma.
Como ya anticipó tuvo una gran importancia la escolástica y fue decisiva la labor de los monasterios para conservar la cultura clásica, algo que no se resalta como debiera.
En nuestro tiempo se da un rechazo absurdo a la religión que opera en el ámbito de lo visceral, sin acceder al plano analítico. Cela escribió que “la Inquisición y la quema de conventos son el haz y el envés de una misma piromanía”. Resalté ya en mi respuesta a su segunda pregunta la labor decisiva de los monasterios a la hora de conservar la herencia grecorromana.
Ciertamente fue el apogeo de la cristiandad, cuando el cristianismo impregnaba todo el orden temporal, quizá por eso no interese hoy tanto resaltar esa época.
Sea uno creyente o no lo sea, la importancia del cristianismo en la configuración de la cultura occidental es obvia. Junto con la filosofía griega y el derecho romano constituye el triángulo fundacional de Occidente.
En cuarto a la arquitectura, el hombre moderno, con todos los medios técnicos a su alcance, ya es incapaz de crear esas grandes catedrales góticas. ¿Quizá es que ya no tenga ese espíritu?
Construimos otro tipo de catedrales, sin el glamour y la belleza de las que construyeron nuestros antepasados medievales. El mundo ha dejado de ser un gran festival de la fe desde el enciclopedismo dieciochesco. Y no parece que vaya a variar la cosa de forma sustancial en el futuro.
Por Javier Navascués
12 comentarios
El tiempo que pasa y pasa, lo arrasa todo; hasta Espacio vital mata.
El Tiempo es inversamente proporcional a lo que es el Espacio; A mayor Tiempo que pasa y mata se corresponde menor Espacio vital que da vida y no pasa. Y viceversa, dice el sabio.
Ahora, que si por música fuera curiosamente la mejor de la historia es precisamente coetánea con la Ilustración de 1750 en adelante hasta 1825 aprox... cosas veredes.
Se puede ver perfectamente la "obscuridad" de este periodo, paseandose por Siena, o Perugia, o Gubbio, o Asís, o cualquier pueblo del centro de Italia, incluso el mas remoto y pequeño. Puede compararse perfectamente la belleza y el alma de estas ciudades, con nuestras ciudades modernas y decidir en donde humanamente se puede vivir mejor. Se puede comparar la belleza de una pintura de Duccio da Buoninsegna con la fealdad de un cuadro de Picasso (¿reflejo de almas?) o el esplendor de la torre de Giotto de la Catedral de Florencia, comparada con la fealdad de las iglesias actuales.
Lo bello es luminoso, lo feo es obscuro. En el medio evo, en Europa, Dios estaba presente y brillaba mas, y todavía se ve. En el era moderna, sin Dios, la realidad va mas allá de la obscuridad, es tenebrosa, a pesar de lo que piense Lutero y los luteranos y quien piense como ellos.
Y en cuando a brutalidad medieval y guerras, hay mucho que opinar si incluso no hayan sido "tiempos mejores" que otros mas recientes o presentes.
Que se enteren todos de una vez, que salgan de su ingenuidad intelectual, que la maravillosa Edad Media jamás volverá aunque queramos! Que ya tenemos todos (incluido los promotores medievalistas) inscrito en nuestras neuronas todo lo que hemos vivido desde entonces, por mucho que queramos negarlo o inhibirlo!
Que no nos espera el pasado, que nos espera el futuro!
Parece mentira que estemos tratando con intelectuales que no quieran enterarse de esto...
Quizás un luterano o calvinista, o quien sabe uno que pertenezca a la hermandad, tendrá sin embargo, mejores ejemplos de iluminación que aportar para discernimiento de la iglesia.
En cuanto al futuro que nos espera, parece mentira de que alguno no se haya todavía enterado que lo que nos espera es la vida eterna. En el medioevo lo tenían mas claro que nosotros. Hasta se lo recordaban en las fachadas de las Iglesias. Eche un vistazo a la fachada de la catedral de Orvieto, por ejemplo. Gran ejemplo de oscurantismo medieval, en donde se creía que existía el infierno y el demonio era un ser personal, no como ahora piensa algún iluminado (quizás no en buena fe).
Le conocí por su traducción de Esquilo en 1970; luego por traducir los "Lais" de María de Francia; experto medievalista y bibliófilo; cedió su libro del "Tratado sobre los vampiros" de Dom Agustín Calmet para reeditarla; sabe de comics como el que más y aTintín le conoce tanto como Hergé; su erudición en literatura fantástica es impresionante como en todo tipo de literaturas; letrista de canciones de la Orquesta Mondragón, y hasta Ibáñez el creador de Mortadelo y Filemón le dedicó uno de sus álbumes que él prologó. Católico y dirigió la Biblioteca Nacional.
No sé cómo ha podido hacerlo.
Los siglos de la Suma Teológica (cima del pensamiento), de la Divina Comedia (cumbre de la poesía), del nacimiento de las Universidades, de las catedrales románicas. Siglos de reyes santos como San Fernando III o San Luis IX de Francia (mi patrón) o de reyes, que aunque no fueron santos, sí eran inmensamente sabios como nuestro Alfonso X, que hizo una primera traducción de la Biblia al castellano.
Algunos me dirán que era una época donde no existía seguridad social, teles de plasma, sanitarios con jacuzzi, vehículos de alta gama, internet , botox o seguros dentales... Lo admito, pero qué quieren que les diga.
Analizo mi época, y espiritualmente siento asco. Miro esos siglos, y sin intención de edulcorar nada (pues sin duda eran siglos muy duros para vivir), siento una inmensa nostalgia espiritual.
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