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Siervo de Dios Pablo VI
(26/9/1897 – 6/8/1978)
32º aniversario de su fallecimiento
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La grandeza de Pablo VI encuentra el fundamento en el misterio de la cruz de Cristo. Como sucesor de Pedro, él aceptó esa bendición y todo el contenido de la promesa mesiánica, que había sido pronunciada en la región de Cesarea de Filipo, y aceptó en toda su plenitud el misterio de la cruz. Llevó esta cruz no sólo en sus manos, caminando, todos los años, sobre las huellas del Vía Crucis, en el Coliseo romano. La llevó dentro de sí, en su corazón, en toda su misión: "…no quiera Dios que me gloríe sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo" (Gál 6, 14). Estas palabras del Apóstol, cuyo nombre había tomado el año 1963 al comienzo del pontificado, han sido confirmadas por toda su vida. Pablo VI: apóstol del Crucificado, igual que lo fue Pablo Apóstol. Y lo mismo que Pablo Apóstol, él hubiera podido completar esa confesión de gloriarse en la cruz de Cristo, diciendo "por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo" (ib.). Y quizá estas palabras constituyen una clave esencial para comprender la vida de Pablo VI igual que la ha constituido para comprender la vida y la misión de San Pablo.
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