Namárië, meldo Benedicto!
Este post que expresa nuestro sentir ante la partida del Santo Padre Benedicto es un paréntesis en nuestra Buhardilla. Lo ponemos entre paréntesis porque queremos compartirlo especialmente con nuestros lectores tolkienianos. A quienes no lo son y deseen comprenderlo, les sugerimos que visiten a Tom Bombadil.
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Y sí, duele. Duele y mucho. Porque bajo la égida de su anillo, en nuestra Tierra Media hubo, durante un tiempo, un lugar donde respirar mejor. No un lugar perfecto, sí un lugar donde las cosas crecían más sanas.
Y se va porque tenía que ser así. Se va porque El Que Escribe La Historia determinó en Su Sabiduría y Amor que entrásemos en otra “edad del sol”. Se va con el anillo, como no podía ser de otra forma. Ese anillo no podía caer en la batalla. Y se va, como se van los elfos y como se van los hobbits, y como hemos de irnos todos.
Pero su partida no es sólo eso. Su partida es el acto más luminoso (tan luminoso que ciega) de su magisterio.
Su partida es luminosa porque es un acto de confianza. Aquel sobre el que pesaba la mayor responsabilidad de todas, se va aparentemente sin tomar recaudos. Como Bilbo Bolsón, se va cantando: “El camino sigue y sigue, desde la puerta. El camino ha ido muy lejos, y que otros lo sigan si pueden”. Y su canto nos desconcertaría, si no reconociéramos que cada uno de nosotros tiene también su parte en la historia. En contadas ocasiones, incluso ayudamos a que las profecías se cumplan. Pero como Gandalf le explica al mismo Bilbo al final de su parte en la historia, cada uno de nosotros es “en última instancia, sólo un simple individuo en un mundo enorme”.
Su partida es luminosa porque él es Benito, el “olivo” que al fin (y sólo al fin) del recorrido, comprende a Escolástica. La noche del 10 de febrero en el Vaticano fue como la noche en que Benito no pudo volver a ocuparse de su misión, porque Escolástica lloró anhelando a Dios y al Cielo. No hay regla (monástica o petrina) más grande que la de amar a Dios. Y entonces nuestro héroe se retira, antes de irse, para cumplirla. Y al hacerlo nos vuelve a señalar lo esencial.
¿Y qué nos toca a nosotros, que hemos disfrutado del poder de su anillo? ¿Y a mí?
En primer lugar: seguir el camino, con pie “entusiasta” o “cansado”, según donde me encuentre.
En segundo lugar: confiar más que antes, mucho más que antes. Porque la responsabilidad mayor no hizo olvidar al más responsable que no todo depende de él. Entonces, que mis responsabilidades en la historia (pequeñas, pero lo suficientemente grandes como para pesar) no me hagan olvidar que también yo no soy más que “un simple individuo en un mundo enorme”.
Por último, en tercer lugar, guardar en el corazón la noche del 10 de febrero, la lluvia de esa noche, la voz de Escolástica y sus lágrimas, la gloria del olivo, la ley del amor.
Gracias, Santo Padre. De parte de los que han pertenecido más íntimamente a su compañía y por eso pronto han de partir en las naves grises. Y de parte de los que creemos que aún nos queda seguir dando vueltas por la Tierra Media, luchando para que sigan creciendo cosas bellas, hasta que Eru vuelva a levantarse de Su Trono.
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10 comentarios
Yo también he sido de esta Compañía. Con los textos de Benedicto XVI mi fe se aclaró, se hizo madura, entendí. Le debo muchísimo. Nunca podré olvidarle.
Continuaré en La Comarca, rezanzo el rosario que recibí en Valencia durante la Jornada Mundial de las Familias.Gracias Benedicto XVI!!!!
♥
"Mientras andaban, Ned miraba encantado a los elfos, y murmuró en voz baja: "Namárië!" Handin volvió la vista interesado al hobbit, y Ned le preguntó:
–Eso quiere decir "¡Adiós!", ¿verdad?
Handin asintió con la cabeza, y Ned continuó:
–Se lo oigo decir mucho a los elfos, y me parece muy triste. ¿Es que están todo el día despidiéndose?
Handin suspiró: –Bueno, al menos en este lugar sí. Ya sabes que los tiempos cambian, Ned, y pronto lo único que quedará de ellos será el recuerdo... quizá esas palabras que te parecen tristes sean lo que más nos haga recordarlos.
Entonces esbozó una pequeña sonrisa y puso el tono de voz de quien va a contar una interesante historia; y así continuó:
–Pero no es todo tan triste; despedirse también es un arte. Por ejemplo, se puede decir de forma más alegre "¡Buen viaje!", que en Quenya es "Mára mesta!". E incluso se puede hacer de la despedida algo grato, ofreciendo al que se va deseos de bienaventuranza y felicidad: las palabras clave son almarë y alassë, que significan respectivamente buena fortuna y...
–Felicidad –le interrumpió Ned" :)
y yo le digo: Andavë enyaluva-nye-t, (largamente te recordaré) Benedicto
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